A finales de julio de 2017 el Consejo de ex-musulmanes de Inglaterra organizó una Conferencia Internacional, denunciando en particular la condena a muerte de los “apóstatas” en el islam. Houssame Bentabet, sociólogo, acaba una tesis sobre el “abandono del islam” entre las personas musulmanas en Francia. Explica el auge de este fenómeno, pero también la discreción a la que están obligados los ateos en el mundo musulmán.
¿Cuáles son los hechos?
“La mayor reunión de exmusulmanes de la historia”. Es así como el Consejo de Exmusulmanes de Inglaterra (CEMB) califica a la Conferencia Internacional sobre la libertad de conciencia y de expresión que organizó en Londres del 22 al 24 de julio. Oradores provenientes de treinta países habían sido invitados a testimoniar: principalmente antiguos musulmanes, pero también creyentes que se presentan como homosexuales o transgéneros, así como librepensadores.
Se ha proyectado el documental de la noruega Deeyah Khan –Islam’s Non Believers (2016)- y los participantes han inflado 99 globos rojos en recuerdo de las 99 “víctimas de la condena de la apostasía”. Se ha votado una resolución contra la desprogramación de una intervención del biólogo Richard Dawkins -especialista de la teoría de la evolución- por una estación de radio californiana debido a sus declaraciones juzgadas como “ofensivas” para los musulmanes. Y otra en apoyo al egipcio Ismail Mohamed, “exmusulmán” reivindicado, detenido en el aeropuerto de El Cairo cuando acudía a la conferencia.
¿Cuál es el contexto?
“Esta reunión no es una grandísima noticia, pero es significativa”, observa Houssame Bentabet, que acaba una tesis de sociología sobre “El abandono del Islam: de la irreligiosidad a renegar de la fe entre los musulmanes de Francia”. Creado en 2007 en Gran Bretaña por la iraní Myriam Namazi, el Consejo de Exmusulmanes se ha propagado a varios países de Europa e incluso del mundo musulmán.
En Francia está dirigido por Waleee al-Husseini, de origen palestino y autor de Blasphémateur ! Les prisons d’Allah (Grasset, 2015) y luego de Une trahison française (Ring Editions, mars 2017). “Salvo en Gran Bretaña, donde la asociación es oficial, estas estructuras permanecen generalmente informales debido a las amenazas de muerte que pesan sobre sus miembros y funcionan más bien como redes”, explica el sociólogo, que constata que -en ciertos medios y países- “es más difícil confesar su ateísmo que su homosexualidad”.
En su tesis, el joven sociólogo intenta explicar los “procesos” muy diversos por los que estos antiguos creyentes se distancian del islam. “Algunos de ellos son militantes” y luchan contra la condena a muerte de los apóstatas. Otros se presentan únicamente “como “librepensadores”, sin renegar oficialmente del islam. “Otros rechazan el término de “exmusulmán” y desearían sencillamente vivir en paz como ateos”.
¿Qué evolución?
El ateísmo es innegablemente más visible hoy que hace cinco o diez años: las diferentes ramas del Consejo de Exmusulmanes están presentes en las redes sociales o vía una página de Internet, en Egipto o Marruecos. “Internet facilita enormemente las conexiones entre exmusulmanes del mundo entero, a menudo condenados a la discreción y al aislamiento”, señala Houssame Bentabet, que ha entrevistado, para su tesis, a un afgano que mostraba “su islamidad ante su familia”, pero que “en realidad no se siente ya musulmán”.
De ahí la dificultad de medir el fenómeno. En un informe publicado por el Instituto Montaigne (“Un islam français est possible”), el ensayista y banquero Hakim El Karoui constataba que el 15% de las personas con por lo al menos el padre o la madre musulmán se declaraba “no musulmanas”. Al contrario, otro 7,5% se decían musulmanas sin que ni su padre ni su madre lo fueran.
“Las trayectorias de “salida” de la religión musulmana -o de desafiliación- parecen como dos veces más importantes que las trayectorias de entrada; tomando a contrapelo las representaciones que hacen del islam una religión que atrae masivamente a individuos a priori alejados de esta tradición”, afirmaba.
Desde el comienzo de sus trabajos en 2014, Houssame Bentabet constata, por su parte, hasta qué punto la situación ha cambiado: “El ateísmo progresa y va a continuar progresando en el mundo musulmán. Y esto es algo que comienza a hacer ruido”.
“El problema es la condena a muerte de los apóstatas inscrita en el derecho musulmán clásico, en el que están de acuerdo las cuatro escuelas jurídicas sunitas y que está presente en la Constitución de ciertos países mayoritariamente musulmanes”, subraya el sociólogo. Esta condena se apoya en “al menos dos hadith (dichos o gestos atribuidos por la tradición islámica al profeta del islam) considerados como “auténticos”, incluso sin contradicen varios pasajes del Corán”.
En un artículo de 2015, “El ateísmo frente a los países mayoritariamente musulmanes”, el historiador Dominique Avon constataba también el ascenso de una “nueva generación de ateos en el mundo musulmán”, pero presentaba también la diversidad de las herramientas utilizadas para contener o reprimir el fenómeno.
Al no estar “zanjada” la cuestión doctrinal, los “exmusulmanes” permanecen bajo la amenaza de un partidario -incluso aislado- de la aplicación de esta disposición.