Otra fuente de horror fue leer en uno de esos libros la lección Qué es un buen ciudadano. A mi mente vino la máxima de salesianos y maristas de formar “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Véase la diferencia: un buen cristiano es quien se ajusta a la interpretación dada por unos pocos sobre libros que consideran sagrados. Un honrado ciudadano es otra cosa. Cambiemos honrado por buen ciudadano, que es justamente lo que busca cualquier sistema de creencias, donde alguien dicta lo que es bondad.
Dicen sus defensores que la asignatura enseñará al alumno a discutir ideas, a reflexionar sobre distintos puntos de vista. ¿Pero no es ese el objetivo último que persigue la escolarización? La crítica, la negación del principio de autoridad per se, propios de la ciencia, están en contradicción con libros que deciden lo que es bueno o malo. Mal ciudadano se convierte así en sinónimo de mala persona.
Cuestión aparte sería que enseñasen necesarias normas de conductase, de educación, de urbanidad. En nuestra sociedad hay unos determinados requisitos para convivir. Si usted emigra a Arabia Saudí, lo primero que deberá aprender serán las normas sociales que le permitirán relacionarse (como la de no coger nada con la mano izquierda). Que los saudíes crean que fueron dictadas por Dios es harina de otro costal. Lo que han hecho es convertirlas en preceptos morales: no cumplirlos te convierte en mal musulmán. Ahora elevemos la bondad social a bondad moral y habremos hecho una religión de nuestras leyes.