El Supremo permite la entrada de mujeres a la famosa mezquita de Haji Ali (Mumbai) tras la presión social. La organización Bhumata Ranragini lucha por el cambio en todos los credos
“Mahila-shakti, zindabaad!” (¡Larga vida al poder de la mujer!), coreaba el centenar de indias en marcha por las calles de Pune en diciembre. No era la primera protesta ni será la última, pero marcaba un momento trascendental. Poco tardarían en juntarse con otras manifestantes –mujeres, en su mayoría– que esperaban a 150 kilómetros. Una vez reunidas en Mumbai, el grupo se encaminó por la zigzagueante travesía que conecta la península de cemento de la ciudad con la mezquita más famosa de la gran manzana india, ya en el mar Arábigo. El santuario de Haji Ali, el templo musulmán situado a un par de kilómetros de la orilla del paseo del puerto, había estado cerrado a la mujer durante más de una década, hasta que se abrió recientemente gracias a la presión de grupos feministas.
“Todos somos creados iguales y así tenemos que ser tratados en el templo de cualquier creador. Entonces, ¿por qué se nos da un tratamiento inferior a nosotras?”, pregunta retóricamente Trupti Desai, devota hindú y cabeza visible del grupo feminista que ha puesto en jaque las costumbres de diferentes confesiones religiosas en India durante 2016. El último ejemplo de este desafío ha sido Haji Ali Durga, en Mumbai. Y este es solo el principio. Su organización, la Brigada Bhumata Ranragini (Mujeres Guerreras de la Tierra Madre) planea manifestaciones en el templo hindú de Sabarimala, en el sureño estado de Kerala, en protesta contra la prohibición de la entrada a mujeres.
Una decisión judicial que sienta precedente
La marcha a la famosa mezquita de Haji Ali organizada por el grupo de Trupti Desai no solo celebraba una sentencia histórica, sino que culminaba una campaña iniciada por el propio colectivo en ese y otros templos del país. A finales de octubre de 2016, el Tribunal Supremo de India decidió en favor de las demandas femeninas e instó a los administradores de la mezquita a habilitar el santuario interior para mujeres en un plazo que terminó en diciembre.
Paralela a las reivindicaciones sociales iniciales, otro colectivo iniciaba la batalla legal a comienzos de verano. “Es la primera vez que mujeres musulmanas en India han desafiado la práctica de no dejar entrar a la mujer al sanctasanctórum de una mezquita”, explica Noorjehan Fiaz, una de las dirigentes de Bharatiya Muslim Mahila Andolan (BMMA). En nombre de este colectivo, un movimiento de masas nacional, autónomo y secular de mujeres musulmanas con 70.000 miembros en 15 estados indios, Noorjehan y Zakia Soman presentaron una demanda al Alto Tribunal de Mumbai para la acabar con la norma que prohibía el acceso de la mujer al corazón del templo musulmán.
La entrada de mujeres a la mezquita de Mumbai estaba permitida, pero no al sagrario interior –la daragh (la tumba)–, un espacio reservado para hombres. “La razón que daban es que nuestra presencia en el santuario de un mártir musulmán no era aceptada por las leyes de la Sharia [ley islámica], además de que las mujeres son impuras porque menstrúan”, explica Noorjehan. Sin embargo, el acceso absoluto de la mujer a todo el espacio de la mezquita estuvo autorizado hasta el año 2011, cuando los administradores de la misma cambiaron el reglamento interno del templo en perjuicio de las feligresas y visitantes.
En agosto, la principal corte de Mumbai condenó la ilegalidad de la norma impuesta sobre la mezquita en base a una ley estatal de 1956, que condena a seis meses de prisión a quien prohíba la entrada de cualquier persona a un templo en el estado de Maharashtra, bajo su jurisdicción. Sin embargo, la fundación encargada de la la gestión de la mezquita Haji Ali decidió llevar la decisión al Tribunal Supremo de India. Finalmente, la máxima instancia judicial del país decidió en favor de las demandantes declarando la inconstitucionalidad de la prohibición.
Ante varios credos y más allá de la religión
La decisión judicial es un hito en la batalla por la igualdad de derechos de la mujer en India. Pese a que la libertad religiosa está protegida por el artículo 25 de la Constitución, diferentes costumbres violan esta norma con insultante recurrencia. Según Trupti Desai, portavoz de Bhumata Ranragini, las mujeres tienen restringida la entrada a un 15% de los templos en India; un territorio que cuenta con más de 100.000 edificios religiosos.
Así como la mezquita de Mumbai prohibía la presencia femenina en el sagrario, otros templos hindúes del mismo estado también limitan su acceso. A mediados de 2016, una veintena de feministas encabezadas por Trupti Desai fueron detenidas a la entrada del templo hindú de Shani Shingnapur de Ahmednagar, a 300 kilómetros de Mumbai. El arresto policial fue precedido de la agresión física por parte de un turba de radicales hindúes hacia Desai, que también ha recibido amenazas de muerte.
“Nuestras protestas no son contra Dios, ni contra ninguna religión. Sino en favor de la igualdad de género […] Yo misma soy creyente hindú y bhakt(practicante)”, insiste la líder feminista. Trupti Desai describe su organización como laica y señala que, pese a tocar fibra altamente inflamable en un país fervorosamente religioso, ha conseguido extenderse a otros estados indios ampliando sus seguidoras hasta llegar a los 70.000 miembros en un lustro.
Lejos de amedrentarse por la tensión creada en torno a su grupo, la brigada de Bhumata Ranragini planea expandir sus actividades a otras regiones del país. En los próximos meses, el colectivo marchará al templo de Sabarimala, en estado sureño de Kerala. Este santuario hindú también prohíbe el acceso a mujeres con edades comprendidas entre los 10 y los 55 años. “No se nos permite la entrada en base a nuestro ciclo menstrual. Esto es absurdo. Llevamos más de 65 años de independencia y tenemos una ley sobre igualdad de género desde los años 50”, clama la activista; quien razona que la religión y la batalla por los templos son solo excusas para visibilizar un problema mayor.
El patriarcado indio perpetúa comportamientos machistas amparándose en tradiciones de los diferentes credos de un país que cuenta con decenas de millones de seguidores de las principales religiones del mundo (exceptuando el judaísmo). “Las mujeres deberían poder entrar a cualquier mandir (templo hindú), masjid (mezquita), gurduara (templo del sijismo) o girjaghar (iglesia)”, recalca Trupti Desai, resumiendo el espíritu de un movimiento que va más allá de un credo.