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Las verdaderas víctimas del imperio gay

El arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, hace unos día fue trending topic por su referencia al imperio gay en una de sus homilías. A ojos del religioso, parece que el lado oscuro de la fuerza se esconde tras el colectivo LGBTI. Para el cardenal los homosexuales, bisexuales y personas trans buscamos exterminar la familia cristiana, tal y como como hizo Anakin Skywalker con todos aquellos pequeños aprendices de Jedai en el último episodio de la saga de Star Wars.

El arzobispo de 70 años ha decidido ejercer de jedai y emprender una cruzada contra una amenaza fantasma que solo vive en su cabeza y en la de otros hombres, que como él, no van de blanco sino de riguroso negro. Varones todos ellos aunque no sabemos si cisexuales o no.

Su discurso busca infundir entre los católicos el miedo hacia quienes viven la sexualidad de una forma laica (la inmensa mayoría en nuestra sociedad)hacia quienes -incluso dentro de la propia fe cristiana- viven al margen de ese enfoque binario de relación en la que el hombre es el proveedor y cabeza del hogar y la mujer es la compañera complaciente, buena madre y esposa fiel. Las ideas de Cañizares sobre el apocalipsis que se avecina para la familia cristiana, se volvieron a repetir ayer.

La vivencia y percepción que Cañizares tiene de las personas LGBTI, también (y muchas) entre sus fieles, dejan una honda y fea huella entre aquellos. No solo en los más vulnerables a este tipo de adoctrinamiento sino también en aquellos que conviven sin dificultad con otros modelos de familia que se encuentran día a día en las escuelas, los trabajos, las comunidades de vecinos… Las palabras del cardenal de Valencia dejan mucho que desear en una coyuntura donde crispación y enfrentamiento es lo último que se necesita como ‘consuelo’ para una sociedad donde la familia, cristiana o no, es la tabla de salvación de tantos dramas económicos, sociales y personales. Muy lejos de la idea que difunde el Cardenal, y que le sirve para acaparar titulares que le dan publicidad,las familias diversas no han venido a destruir nada sino a hacernos más libres, más felices y más tolerantes. Una década de matrimonio igualitario lo enfatizan. El no tan joven jedai Cañizares se aleja muy mucho de las enseñanzas que el maestro Yoda daría a cualquier Jedai:

El miedo es el camino hacia el lado oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro.

El llamamiento de Cañizares a la insumisión ante las leyes que buscan aniquilar la familia, tal y como él interpreta que su religión la concibe, destilan homofobia y machismo. Y además de incitar a la hostilidad (legalmente denominada odio) hacia las personas LGBTI, son una incitación al sufrimiento tal y como la describe el Maestro Yoda.

El imperio gay del que habla Cañizares no es más que una invención mal sana de alguien que no desea el bien ni la armonía a su alrededor. No existe ningún imperio gay que quiera acabar con su modelo de familia que también es el de muchos de nosotros que nos hemos criado en familias católicas que nos aceptan, aman y apoyan sin ese integrismo. El modelo de familia cristiana no peligra, tiene cabida en esta sociedad como uno más, pero solo como uno más. Otra cosa es que su modelo de familia cristiana (el suyo y el de otros hombres de negro) dé cobijo a la violencia de género y justifique que se castigue a la mujer y se la domine, o que esconda abusos sexuales y pederastía, o que promueva estilos esclavos de relación doméstica no basados en el amor sino en la superioridad de un género sobre otro… En esos casos, no será el imperio gay quien trate de terminar con esas prácticas indecentes e ilegales, sino la justicia de los tribunales a la que escapan aquellos que esconden bajo la sotana pecados que en el lenguaje de la calle se llaman delitos. Efectivamente, ese modelo de familia, que no lo es, no tiene cabida en España pero por un enfoque de derechos por mucho que algunos quieran llamarlo ideología de género.

El refranero español alberga mucha sabiduría, quizá por eso el refrán de cree el ladrón que todos son de su condición puede aplicarse tantas veces a aquellos que proyectan en otros sus propias historias no resueltas. Lo que en psicología se clasifica dentro de los mecanismos de defensa que se ponen en marcha para no afrontar la realidad.

Las palabras de Cañizares y de otros prelados son, sin duda, una incitación al sufrimiento de millones de personas LGBTI, dentro de su Iglesia o víctimas de ésta. Las verdaderas víctimas del imperio gay -inventado por representantes de religiones que no hacen honor a los valores que éstas esconden- son quienes fruto de este tipo de declaraciones mal viven y mal sienten cargadas de culpabilidad y de tormento hacía sí mismos unas veces, y otras del hostigamiento y crueldad de otros cuando, cruz en mano, les someten a tratos inhumanos, crueles y degradantes.

Muchas de las torturas que a fecha de hoy sufren las personas LGBTI, cristianas o no, encuentran su justificación en afirmaciones como las que han salido a la luz pública estas últimas semanas, cuando diferentes religiones asocian la homosexualidad o la transexualidad a algo malo, perverso, destructivo, anti natura, amoral, enfermizo, diabólico… al imperio del mal. Inventar estas cosas no supondría un peligro real si no fuera porque estos representantes de las iglesias y religiones ejercen una importante influencia en la vida de millones de personas que depositan en ellos su fe y su alma, algo así como el programador de su vida y su bienestar.

Muchas familias religiosas obligan a sus hijas e hijos a terapias de reorientación sexual sobre cuyos peligros vienen alertando diferentes sociedades médicas. Muchos cristianos viven en el más completo anonimato sus visitas a las saunas, a los bares de ambiente y a las apps alimentando ‘la bestia de la culpa’ que cualquier día se los zampará de un bocado en forma de trastorno mental, emocional o conductual. Muchas personas creyentes reprimen quién verdaderamente son provocándose depresión y altas dosis de infelicidad. Muchos miembros de las escuelas concertadas católicas viven una doble vida donde disocian su personalidad en la única vida terrenal que van a tener. Y así una lista sin fin…

Hace poco más de un año tuve la ocasión de participar en un encuentro, precisamente organizado por cristianos LGBTI, para hablar del mal trato que la Iglesia Católica les da. Para hablar de cómo muchos miles de cristianos son capaces de vivir su fe al margen de las interferencias que estos mensajes hostiles que les lanzan a ellos, a sus familias y en su día a día. Porque también lo decía el Maestro Yoda: “muchas de las verdades que creemos dependen del punto de vista”, por eso les animo a conocer estos otros puntos de vista de gente que también representa a la iglesia del Cardenal Cañizares:

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