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La hipocresía del papa Francisco

La Iglesia Católica tiene muchos records nada santos en su paso por el mundo. Uno de ellos es el de la elaboración de leyendas. Desde la fabricación de reliquias por Oriente próximo y Europa, a la leyenda de la bondad de la madre Teresa de Calcuta, ahora presenciamos el del progresismo del Papa Francisco.
Muchos consideran que con el cambio de Benedicto XVI por Francisco la Iglesia Católica inició un camino de reconciliación con los sectores LGBTI, aquellos que, desde Tomás de Aquino son realizadores de actos contra natura y merecedores de la hoguera, la mazmorra o al menos la excomunión.

Pero en realidad poco ha cambiado en esa Iglesia en materia de afianzar la igualdad de las personas LGBTI alrededor del mundo. El verdadero cambio ocurrió en la jefatura de comunicaciones de la empresa vaticana al poner a Francisco, un personaje carismático, que comulga con la mayor pasión del mundo – el fútbol, no Cristo- que es amable con los medios y los sabe manejar. Al parecer, el Espíritu Santo al seleccionar el actual papa tuvo en cuenta los criterios faranduleros de la prensa ávida de noticias. Esta vez tuvo mejor acierto que cuando eligió el número de evangelios que formarían las Escrituras, cuatro, bajo el criterio que la Tierra tiene cuatro esquinas. O cuando seleccionó papas simultáneos entre los años 896 y el 904 generando escaramuzas, de esas que suele acompañar las disputas religiosas.

Joseph Ratziger, alias Benedicto XVI, el antecesor de Francisco tiene de carismático lo que Álvaro Uribe de pacifista. Su sola presencia recordaba a Darth Sidious y sus discursos diciendo que el juicio a Galileo había sido justo o que lo peor que le había pasado a Europa fueron la Ilustración y la revolución francesa, daban verdaderos escalofríos. Ratzinger es un homófobo y tránsfobo abiertamente, pero al menos no es un hipócrita.

La prensa movida por el rating, más que por llegar al fondo de los hechos, hizo eco Urbe et orbi de la famosa expresión de “¿Quién soy yo para juzgarlos?” amplificándola y haciendo parecer a Francisco un aperturista reformador. Un Papa “gay friendly” llegaron a decir. Nada más lejos de la realidad.

Mencionaré solo algunos hechos que demuestran porque el Papa Francisco no constituye ningún reformador o progresista en materia LGBTI

1.  No ha hecho o dicho nada para detener la cruel homofobia en el África Subsahariana. Allí donde la Iglesia Católica espera agazaparse en el siglo XXI, mientras Europa se seculariza, hay cruentas persecuciones a personas LGBTI. Los líderes católicos de allí solo han apoyado las leyes de homofobia y el Papa no ha dicho nada. Un solo ejemplo: En octubre de 2014 el arzobispo católico de Monrovia, Liberia, Lewis Zeiglier, firmó junto con varios líderes evangélicos, una declaración en la que afirmaban que el ébola era castigo de Dios, en parte por la homosexualidad. Estas declaraciones llevaron a varios ataques a diferentes personas LGBTI en Liberia.

2. Alabó el papel de la lglesia Católica en el referendo de Eslovaquia. En este país la Iglesia hizo campaña en contra de la educación contra la homofobia, el matrimonio igualitario y la adopción homoparental. Afortunadamente, el referendo fue un fracaso.

3. Francisco ha mantenido el argumento que la educación en el respeto por la diferencia y la reivindicación de derechos civiles para la población LGBTI y el feminismo son “Teoría de género”. En febrero de este año comparó la “teoría de género” con las armas nucleares, en una entrevista dada a National Catholic Reporter.

4. No ha saludado ningún avance del matrimonio igualitario en los países que lo han aprobado durante su pontificado: Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda, Estados Unidos, Francia, Eslovenia, Portugal, México o Brasil. Por el contrario, sigue lanzando críticas y considerando únicamente válidas las familias heterosexuales.

5. En su visita a Estados Unidos en 2015 Francisco recibió en secreto a Kim Davis, la funcionaria estadounidense que se negó a dar licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo en el Estado de Kentucky alegando que contrariaba sus principios religiosos y que fue encarcelada. El propio Francisco no quiso que se supiera de su encuentro mientras estaba en los Estados Unidos ya que esto dañaría su imagen de “progre”.

6. ¿Y qué decir de la negativa de Francisco de recibir a Laurent Stefanini como embajador de Francia ante el Vaticano, por el hecho de ser gay? No puede haber mayor hipocresía en hacer eventuales actos de apertura a las personas LGBTI cuando en el fondo no ha movido un ápice su postura.

7. Por último, la expulsión inmediata de Monseñor Krzystof Charamsa, quien se declaró abiertamente gay y con pareja estable en Polonia. ¿Dónde estuvo el apoyo de Francisco? ¿Dónde el apoyo a la honestidad y sinceridad? Este trato dista enormemente al dado al nuncio Jozef Wesolowski, quien acusado de pederastia salió de República Dominicana y murió en medio de lujos y comodidades en el Estado Vaticano sin conocer la cárcel. No puedo encontrar otro ejemplo más diciente de doble moral vaticana.

Ese mismo Papa que mantiene un silencio cómplice con la persecución, linchamientos y hasta muertes de personas LGBTI en Uganda, Liberia, y Benin dice querer venir a Colombia a pontificar sobre la paz. Hablará sobre las familias, pero no de todas las familias. Así como los líderes evangélicos seguirán dando la espalda a las familias homoparentales. Despotricará sobre la “teoría de género” y dirá como se amenaza la “Creación” con una operación de cambio de sexo, un matrimonio entre parejas del mismo sexo y la adopción homoparental.

Recordemos además que el Vaticano fue uno de los estados que no firmó en la ONU la resolución que exige el cese de la violencia e infracciones de los derechos humanos por motivos de orientación sexual o identidad de género en 2011. Francisco no hará nada para firmarla. ¿Cómo puedo estar tan seguro? Bueno, el Vaticano ni siquiera ha firmado la declaración de Derechos Humanos.

Francisco anunció que viajará en 2016 a Colombia y a México. Lo peor de las visitas es tener que soportar que para estas se tengan que destinar dineros públicos, dineros de nuestros impuestos. En momentos así, el Estado Laico se pasa por la faja y al parecer tendremos que soportar sus dardos homofóbicos envueltos en el discurso por la paz.

Sé que a muchos amigos y amigas no habrán gustado de estas críticas. Y la razón es que se dicen fieles católicos y que esperan que las cosas cambien desde adentro. Pero, ¿quién dice que se tiene que decirse católico para tener una espiritualidad? Afortunadamente, yo, como ateo, no ando buscando iglesias inclusivas ni espero que la fuerza de la libertad logre mover el mastodonte de la homofobia religiosa. A aquellos católicos gays que desean que las cosas cambien en el interior de esa institución, recuerden el tiempo que demoró la Iglesia en reconocer que se había equivocado con Galileo: 359 años. Este dato puede servirles para que calculen cuando pueden tener una Iglesia Católica inclusiva. Por otra parte, si ven que esta Iglesia y este Papa son en verdad una fuerza retrógrada de desigualdad e intolerancia en el planeta, y para empeorar, aparecen registrados en ella porque los bautizaron sin su consentimiento, les recomiendo que tramiten su apostasía y salgan a exigir un estado verdaderamente laico.

No esperemos nada del Papa Francisco ni de su iglesia. Sólo en un Estado Laico, separado de toda iglesia o confesión religiosa se puede dar con celeridad el marco legal y el cambio social para el reconocimiento y avance de los derechos de las personas LGBTI y de las mujeres.

 

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