Dicen los diarios que el último domingo de septiembre es el día más grande de Granada, pero lo que tenemos es el ‘día de la Virgen’, en el que el confesionalismo de las instituciones públicas granadinas alcanza las cotas más grotescas.
Las numerosas autoridades civiles y militares que a lo largo del mes han ido a la basílica de las Angustias a honrar a la virgen y deshonrar sus cargos públicos, el último domingo confluyen en el mayor de los despropósitos nacionalcatólicos. Las hilarantes palabras del alcalde popular pidiendo favores de todo tipo a la virgen, pueden hacer pensar que no se puede lograr mayor grado de necedad y falta de respeto institucional a los ciudadanos, pero tiene una dura competencia en los concejales y diputados peperos, socialistas y ciudadaneros, y en los policías, guardias civiles, militares de alta graduación y otros procesionadores y mojigatos altos cargos. Lástima que, ya que no les provoca angustias menospreciar a la sufrida y diversa ciudadanía, no los contenga un poquito el sentido del ridículo. Cualquier diría que el esperpento septembril no les importa porque llevan una buena torta (de la virgen).