Después de pasar la Semana Santa, entiendo las palabras del Papa denunciando la “agresividad y la intolerancia del laicismo” que impera en nuestra tierra. Cómo se puede si no denominar a actuaciones como las que acabamos de vivir en muchas de las ciudades de nuestra geografía:
– Que durante semanas los centros de las ciudades se vean colapsados, cerrados en muchos momentos a la circulación, con la policía local al servicio de los ensayos de los pasos, imágenes ricamente adornadas expuestas para su veneración, y los servicios municipales montando tribunas y otras infraestructuras en los principales lugares.
– Que durante una semana entera las masas enfebrecidas invadan las calles alrededor de las idolatradas imágenes y de sus respectivas y variadas cohortes de encapuchados con cirios y velas (cuya cera derretida permanecerá muchos días por las calles), sin permitir el paso a las personas que sencillamente quieran ir a su casa, llenando la calzada y las aceras de toneladas de cáscaras de pipas y de altramuces…Sin respetar las mínimas normas de seguridad, de acceso de ambulancias, desplazamientos de vehículos de urgencias…
– Que en muchas de estas manifestaciones se permitan actos públicos de tortura: personas crucificadas, flagelaciones, marchas con pies descalzos, con cruces a las espaldas,
– Que semejantes manifestaciones cuenten con la presencia oficial de las autoridades políticas y de cuerpos de seguridad y del ejército.
– Que las personas que no quieren asistir a tales parafernalias, renunciando para ello al derecho de poder salir a la calle, están casi obligadas a seguirlas en la televisión, donde en casi todas las cadenas, públicas o privadas, estatales o regionales o locales, y durante gran parte del día retransmiten tales actos.
– Que encima, se presenten estas manifestaciones como expresiones de tradición y cultura popular.
Entendería que las personas religiosas, como supongo será el Papa,
denuncien estos actos de paganismo irrespetuosos con la espiritualidad de los creyentes e intolerantes y agresivos con el resto de la ciudadanía. Como hace cualquier laico con sentido común.
Pero los que organizan y participan en estos actos no son precisamente laicos, sino que, creyentes o no, se autodenominan religiosos.
José A. Naz Valverde. Miembro de Córdoba Laica
Archivos de imagen relacionados