Tres mujeres de religión yazidí, de entre 14 y 20 años, cuentan su dura experiencia tras ser capturadas por los yihadistas en Irak. Miles de adolescentes pasan por el mismo calvario y son muy pocas las que logran escapar.
Fueron capturadas, puestas en cautiverio, vendidas como esclavas y abusadas sexualmente. Al igual que otras miles de adolescentes, Amsha, Nazdar y Bushra sufrieron ese calvario en carne propia. Su único pecado fue profesar la religión yazidí, considerada una adoración del diablo por los miembros de Estado Islámico (EI), la organización yihadista que las raptó el año pasado en Irak. Las tres fueron testigos del horror en primer plano. Pero lograron sobrevivir y en una entrevista con el diario español El Mundo contaron en detalle el drama al que fueron sometidas.
La historia comenzó en agosto de 2014, cuando el EI llegó al monte Sinyar, en el norte, para asesinar a cientos de hombres y luego capturar a sus esposas e hijos. Amsha, de 20 años, fue secuestrada cuando intentaba escapar hacia la región autónoma del Kurdistán. La subieron a una camioneta y, desde lejos, vio cómo asesinaban a su marido, publica Tiempo Argentino.
«En cuestión de horas cruzamos varios pueblos de la zona hasta que llegamos a Mosul, donde nos instalaron con otras muchas yazidíes en una pequeña habitación. Poco después separaron a las mujeres de las niñas y se llevaron a las primeras cautivas hacia Siria», contó Amsha desde la casa en la que vive hoy, dentro de la aldea kurda de Sharia. Y agregó, con lágrimas en los ojos: «En Mosul vi cómo los hombres que nos mantenían encerradas se casaban con niñas de seis o siete años. Algunas jóvenes desaparecían y volvían tras haber sido violadas y con marcas de los abusos por todo el cuerpo».
Una noche, ella misma se convirtió en “botín de guerra” de los llamados «guerreros santos» del EI. «Cuando vinieron a buscarme,
me dijeron: ‘Es tu turno’. Fue un momento aterrador. Había muchos hombres mirándonos. Llegaban y elegían las que más les gustaban. Teníamos entre 10 y 20 años. Un combatiente escogió hasta 30 mujeres aquella noche», relató Amsha. Algunas chicas no aguantaron el horror e intentaron suicidarse. Una de ellas lo logró.
El comprador de Amsha, que pagó 11 euros por ella, rondaba los 50 años y esa misma noche la llevó a su casa. Desesperada, Amsha planeó la fuga. Durante una madrugada rompió la cerradura de la puerta de la habitación en la que estaba encerrada. Los tres hombres que custodiaban la casa estaban dormidos. Logró escapar y comenzó a caminar sin rumbo.
Tras un par de horas, encontró por la calle una mujer que la albergó en su casa. Estuvo refugiada allí tres días y arregló su salida de Mosul con un taxista kurdo que residía en la ciudad. «Me puse un niqab (prenda que oculta todo el cuerpo de la mujer salvo los ojos) y me hice pasar por la esposa del conductor. Cuando nos pararon en el último control del EI, el taxista enseñó el carnet de su mujer y explicó que estaba enferma y que tenía que llevarme a un hospital en el Kurdistán», contó Amsha sobre su escape.
Al igual que ella, otra joven fue capturada durante la ofensiva sobre Sinyar. Se trata de Nazdar,una chica de 15 años que conoció un destino aún mucho más duro. Hasta enero del año pasado estuvo encerrada en una casa ocupada por el EI en Mosul.
Diferentes hombres la violaron seis veces. Luego de una subasta, la vendieron a un combatiente que la trató como una esclava sexual. Una noche, junto con otra amiga esclavizada, se dio a la fuga y fue rescatada por soldados yazidíes.
Nazdar hoy vive con Bushra, otra de las adolescentes que padeció el mismo drama a manos del EI. Tiene 14 años y llegó hace tres meses al refugio del Kurdistán.
Aterrador
«Cuando vinieron a buscarme, me dijeron: ‘es tu turno’. Fue un momento aterrador. Había muchos hombres mirándonos. Llegaban y elegían las que más les gustaban. Teníamos entre 10 y 20 años. Un combatiente escogió hasta 30 mujeres aquella noche», relató Amsha.