Retratar las penurias de la vida moderna y la expresión política en la República Islámica de Irán le ha costado una condena de 6 años de prisión y 223 latigazos al premiado cineasta kurdo iraní Kaywan Karimi.
La sentencia del Tribunal de la Revolución supone un castigo similar al de otros artistas y periodistas en Irán, al tiempo que su gobierno moderado busca disminuir la tensión con los países occidentales en materia nuclear.
El caso pone de manifiesto tanto los oscuros límites de la libertad de expresión en Irán como el poder que todavía mantienen quienes defienden la línea dura en el país.
“No se que ha pasado para que deba pasar 6 años en prisión” , ha comentado Karimi a The Associated Press. “Hablo sobre el gobierno, la sociedad, los grafiti, de un trabajador. Vean mis películas y … después júzguenme.”
Tanto Karimi como su abogado Amir Raeisian aseguran que en octubre el tribunal sentenció al cineasta acusándolo de propaganda contra las decisiones del gobierno e insultos a los símbolos sagrados por su película “Escritos en la ciudad” (Writing on the city), que muestra los grafitis políticos en el país desde la revolución islámica de 1979 hasta las disputadas elecciones de 2009. La prensa estatal y las autoridades iraníes aún no han comentado el caso de Karimi. El abogado del cineasta ya ha recurrido la sentencia y hexiste una recogida de firmas en su defensa.
La película ha participado en 40 festivales y ha ganado premios en España y Colombia. El caso contra Karimi coincide con el enfrentamiento entre los sectores menos aperturistas y el presidente moderado Hassan Rouhani al que acusan de no impedir la propagación de la cultura occidental “decadente” en Irán.
En Mayo de 2014, las autoridades arrestaron a un grupo de jóvenes de ambos sexos por un video en el que aparecían bailando al son del tema musical “Happy” de Pharrell Williams. A pesar de las críticas recibidas, incluidas las del propio músico, los detenidos fueron sentenciados a seis meses de prisión suspendida y 91 latigazos.
Según Karimi, lo sucedido no tiene ningún sentido ya que su obra “Escritos en la ciudad” contó con el apoyo de la Universidad de Teherán tanto en las labores de rodaje como de producción. De todos modos, durante el proceso –según el propio Karimi- algunos de los estudiantes que participaron en el proyecto se fueron alejando de él debido a las dificultades, como cuando las autoridades llevaron a cabo una redada en la casa del cineasta en la que destruyeron algunos de sus discos duros y el portátil donde almacenaba su trabajo.
“No se qué va a pasar”, “estoy realmente afectado por todo este proceso”- ha dicho el cineasta. Karimi ha recordado que otra de sus películas, el cortometraje documental “Frontera rota (Broken border)” puede haber provocado también la ira de las autoridades. La película muestra el contrabando de gasolina subvencionada iraní sobre los montes nevados de Zagros que separan la República Islámica del Kurdistán iraquí. En el cortometraje, de 18 minutos de duración, solo hay dialogo en una escena rodada en una escuela rural.
“¿Qué es una frontera?” pregunta el maestro.
“Una frontera es un lugar donde tiene lugar contrabando de mercancías”, responde un joven estudiante.