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Zamora laica. La concejala de IU Laura RIvera trata de justificar la presencia municipal en actos religiosos

Por supuesto el laicismo promueve la libertad de conciencia y es respetuoso con las creencias religiosas o las convicciones no religiosas que cuda cual pueda tener, por ello cualquier persona es libre de asistir a actos religiosos, pertenecer a una iglesia o no. Pero las instituciones son públicas y por tanto no pueden promover, identificarse o privilegiar ninguna opción particular. Es por eso que los representantes públicos, como tales, no deben asistir a dichos actos, y es por eso que los municipios deben promover los derechos sociales desde la institución y no concediendo subvenciones a organizaciones religiosas para que realicen «interesadamente» y con dinero público esa labor como si se tratase de caridad y beneficencia. Desde Europa Laica hemos reclmado a los ayuntamientos y a las organizaciones políticas para que entre otras tareas para promover la laicidad institucional asuman esas funciones y dejen de subvencionar entidades religiosas, o sus representantes dejen de asistir como miembros de la corporación a actos religiosos. Los laicistas no nos espantamos de una cruz, pero si denunciamos que se coloque en las instituciones públicaas o que concejales la acompañen en procesión.


De acuerdo con la definición de la RAE sobre el laicismo, «Independencia del individuo o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa», no cabe la menor duda de que Zamora es laica.

Tan laica como el propio Estado español, por más que todavía algunos sectores resistentes se aferren a la «aconfesionalidad» recogida en la Constitución de 1978, que tuvo que irse alejando de la España Católica, Apostólica y Romana de la connivencia con la Dictadura, apenas tres años después de la muerte de Franco.

España es laica de hecho y de derecho, porque desde entonces ha dado pasos para que ninguna religión tenga una situación de privilegio desde el punto de vista legal al menos, salvo la derivada de costumbres y herencia de los largos cuarenta años de la España solo católica, recordad, sin existencia en el registro si no había bautismo, sin matrimonio fuera de la Iglesia y para toda la vida, sin apenas sitio para descansar en el cementerio si no habías entrado por el aro de la Religión Oficial del Estado.

Tan agobiante y tan excluyente llegó a ser esa España católica a la fuerza, que sectores de la propia iglesia tuvieron que acogerse al cristianismo originario para respetar a los que tenían otra religión o ninguna. Que de todo hay en la viña del Señor.

El Ayuntamiento de Zamora también es laico. Por eso ante las críticas por las subvenciones que se dan a instituciones y asociaciones de la iglesia católica, Miguel Ángel Viñas -con ese nombre de arcángeles y ángeles que tiene- ha defendido desde el laicismo inherente a la izquierda política dichas subvenciones por el objetivo social o cultural para la ciudad, sin tener en cuenta el color religioso de quien las lleva a cabo.

Dar comida, cama, consuelo y cultura a quien lo necesita no es una actividad religiosa, sino un derecho que debería proveerse desde las instituciones públicas, es verdad. Pero mientras tanto, bienvenidas sean las asociaciones que colaboran, porque nos consta que lo hacen sin preguntar a nadie por sus creencias religiosas.

Que Zamora es una sociedad laica quedó patente cuando el año pasado el alcalde decidió no hacer el Juramento del Silencio por considerarlo un acto religioso en el que el Ayuntamiento no debía tener protagonismo, porque éste o cualquier alcalde podrían tener otras creencias o ninguna. Y tanto la cofradía del Silencio, como el señor obispo, como la iglesia y los zamoranos? La mayoría entendió el asunto con normalidad: como un acto de respeto y no como un acto de desprecio.

Desde el respeto, concejales del gobierno municipal hemos asistido a actos religiosos, no como protagonistas sino como acompañantes en estas manifestaciones ciudadanas en las que se une lo religioso y lo cultural. Así se hizo en la romería de la Hiniesta, donde los alcaldes se intercambian los pendones en un gesto de hermandad.

Este gesto de respeto a la localidad vecina y a su alcalde, ha sido criticado en una publicación de partido como un gesto de hipocresía. Cuando no es más que un signo de laicismo.

No es raro que un sector de la derecha que ha intentado en la triste historia de España patrimonializar la religión católica y demonizar a la izquierda por su defensa de la libertad de conciencia, critique el laicismo que permite asistir a un rito de cualquier religión considerándolas a todas iguales desde el punto de vista institucional, al margen de las creencias individuales. Y con el único límite del respeto a los derechos que entre todos, laicos, religiosos y ateos, consideramos humanos, nuestros, comunes. De todos.

Preferirían que los laicos actuáramos como los vampiros de las películas de terror que huían despavoridos al ver la cruz. Esa cruz que era en Roma un instrumento para la pena de muerte de los disidentes, y para algunos se convirtió en el símbolo de la liberación del imperialismo. Y mucho más para los cristianos a lo largo de la historia.

Zamora es laica y por eso puede ser profundamente religiosa. Hasta entre los semanasanteros que cargan con pasos para desfilar por las calles hay un espíritu laico que acepta a todos los que admiran los ritos, el arte, la cultura y el sentimiento.

Y los laicos de corazón no nos espantamos al ver una cruz. Porque representa valores del laicismo como la igualdad, la solidaridad y la libertad; religiosos como la caridad? y de todos como la fe y la esperanza en otro mundo mejor.

Laura Rivera concejala en Zamora

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