La revolución de Francisco parece imparable, aunque puede ser arriesgadamente peligrosa, teniendo en cuenta a los sectores católicos más reaccionarios. Antes, mucho antes, hubo la revolución de Jesús de Nazaret, como puede fácilmente observarse leyendo los evangelios.
Sepulcros blanqueados
“No podéis servir a Dios y a las riquezas”, sostenía aquel que acabó siendo crucificado. Atacaba dialécticamente, y con dureza, a los poderosos de la época: “¡Hay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, mas por dentro llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicia!” Esos hipócritas han olvidado a los pobres y se han enriquecido gracias a los ricos.
Similar a Juan XXIII
Ahora, este nuevo Papa, sólo similar a Juan XXIII, está dispuesto desde luego a ajustar su conducta a la doctrina auténticamente cristiana. Que es la de Jesús de Nazaret, no la de los hipócritas o los fariseos, naturalmente. Francisco ha vuelto ayer a sorprender a todo el mundo. Nada más ni nada menos que el jesuita argentino ha declarado urbi et orbe: “Jamás he sido de derechas”.
En el tiempo y en las formas
La cúpula de la Iglesia, casi siempre y como los ciudadanos bien saben, ha sido de derechas. Muy de derechas. Muy farisaica. Esto se ha producido en todo el orbe cristiano conocido y sobre todo en España. La Iglesia española ha seguido el ejemplo de hasta qué punto está vinculada con la derecha. La desconfianza eclesiástica respecto a la izquierda proviene de lejos en el tiempo y en las formas.
Críticas a obispos y cardenales
Jesús de Nazaret tampoco fue nunca de derechas. Es más; fue la derecha política, la de las grandes fortunas y la religiosa la que decidió matarlo, y así lo hizo, porque les enojaba con sus reproches radicales y humanitarios. Avanza, pues, la revolución de Francisco. Sus críticas últimas han sido dirigidas a obispos y cardenales por haber hablado obsesivamente del aborto, de los anticonceptivos y del matrimonio homosexual.
Un cuatro latas
Y por no haber colocado a la mujer en donde se toman decisiones importantes. La revolución de Francisco va en serio y a gran velocidad, aunque el coche del Papa sea un cuatro latas. Millones de personas apoyarán esta revolución necesaria. Ya era hora de que un Papa no fuera de derechas. Más vale tarde que nunca.