El empleo de mujeres suicida en atentados como el del metro de Moscú redobla su efecto mediático a juicio de expertos, ya que la opinión pública tiende a creer que ellas vengan algo «verdaderamente atroz»
Renace la pesadilla del teatro Dubrovka y de la escuela de Beslán. Según los servicios especiales rusos, fueron las mujeres kamikaze chechenas denominadas como «viudas negras» las que perpetraron el lunes las dos explosiones en el metro de Moscú, causando 39 víctimas mortales.
El mundo vio por primera vez las imágenes de las viudas suicidas en octubre del 2002. Una decena de mujeres de etnia chechena, cuyos familiares habían fallecido de manos de soldados rusos, participó en la toma del teatro Dubrovka de Moscú. Cada una de ellas llevaba acoplado al cuerpo un cinturón explosivo. La prensa rusa les dio el nombre de «viudas negras» por el color de sus largos vestidos. Desde entonces el recurso a las viudas bomba ha tenido un inconfundible copyright checheno.
Según el Ministerio del Interior checheno, aquellas mujeres kamikaze formaban parte del primer destacamento separatista de mujeres cuyo objetivo era llevar a cabo una ola de atentados en el Cáucaso para ejercer presión sobre las autoridades rusas. La preparación del primer grupo había sido responsabilidad del comandante de campaña, Shamil Basáyev, ideólogo del ataque al teatro Dubrovka. Las viudas llevaban encima certificados de defunción de sus maridos e hijos que fallecieron a causa de las operaciones militares de las tropas rusas.
Rehenes y aviones
La última vez que las viudas negras participaron en atentados terroristas en Moscú fue en el 2004, cuando derribaron a dos aviones con pasajeros que salieron de un aeropuerto moscovita y perpetraron una explosión a la entrada a una estación del metro. En el mismo año estaban entre los terroristas que tomaron rehenes en una escuela de Beslán (Cáucaso ruso). Ese ataque se saldó con más de 350 muertos.
Las dos terroristas que activaron sus cinturones con explosivos en el metro moscovita el lunes forman parte de otro comando de unos 30 miembros. El comandante de campaña Said Buriatski, responsable de su preparación, fue aniquilado por los servicios especiales rusos a principios de marzo en el curso de una operación especial. Según fuentes policiales, de esa treintena de kamikazes, solo nueve mujeres ya han cumplido con su misión de llevar a cabo ataques en territorio ruso. Ello hace temer nuevos atentados.
Según los expertos, los atentados con viudas bomba constituyen un ejemplo de «terrorismo sintético» que compagina varios elementos conocidos anteriormente en una nueva combinación. «Las viudas chechenas representan un perfecto material humano para los terroristas. Por un lado, su religión dice que se encontrarán con Alá si mueren por su fe religiosa. Por otro lado, el vulnerable estado psicológico de esas mujeres les hace perfectamente manejables», dijo Oleg Nechiporenko, excoronel del KGB.
Que el atentado haya sido perpetrado por una viuda multiplica su efecto público. «No es lo mismo que lo haga un combatiente o una mujer. A ojos de la opinión pública, la viuda quiere vengar algo verdaderamente atroz», opinó Nechiporenko.