Una misa navideña se celebró el viernes a las 11 de la mañana en el primer piso de la sede principal del Ministerio de Cultura nacional, ubicada en la avenida Alvear 1690, casualmente a muy pocos metros del Palacio Fernández Anchorena, un palacete que pertenece a la Santa Sede y donde funciona la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires.
¿Por qué se celebró una misa católica en una dependencia pública? No es algo nuevo. Se trata de una práctica que comenzó en la Navidad de 1995 y desde entonces se realizó de forma ininterrumpida hasta 2017 cuando Pablo Avelluto, entonces Secretario del área, no la autorizó. Tampoco lo hizo en 2018. Según los trascendidos, no lo permitió porque no le parecía bien que un acto religioso se celebrara en un edificio público. “Es pañuelo naranja”, dicen de él. Lo que quiere decir que adhiere a la separación entre Iglesia y Estado.
La misa arrancó a las 11 de la mañana.
La iniciativa de estas misas anuales es de Manuel Outeda Blanco, empleado del Ministerio desde 1995, ex editor de libros de temática religiosa, militante de la Acción Católica, presidente y fundador de la Exposición del Libro Católico y una persona que estuvo y está cerca de hombres fuertes de la Iglesia como el fallecido Cardenal Antonio Quarracino y el mismo Papa Francisco, a quien le conseguía libros –religiosos, pero también de literatura– en su época como Cardenal Jorge Bergoglio. ¿Y qué piensa Bergoglio de la cultura y el arte? «El papel del poeta, del artista, es contrastar la cultura del descarte y evangelizar», escribió el Papa Francisco en su libro Mi idea del arte, en 2015.
Cuando hace 25 años Outeda Blanco entró a trabajar bajo el mando de Pacho O’Donnell, se encontró con una capilla en el primer piso de la casona que había sido de una marquesa pontificia que luego la donó al Estado. Con mármoles italianos y la imagen de una Virgen de la Merced que data del siglo XVII y que fue donada en 1973, la capilla sobrevivió y tiene su historia: la usó el Papa Pío XII en el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en el país en 1934; también allí el ex presidente Eduardo Duhalde se arrodilló junto Chiche, su mujer, cuando en 2003 pasó por la entonces Secretaría a despedirse de Rubén Stella, que tenía su despacho en el segundo piso.
La capilla era parte de la casa antes de que se convirtiera en una dependencia pública.
Para llevar adelante la misa, Outeda Blanco siempre pidió autorización al ministro. Menos Avelluto, todos le dieron siempre el permiso y le dieron continuidad a esta práctica. Por caso, durante la gestión de Jorge Coscia, el Padre Pepe de la Villa 21 ofició una misa. En esa villa, Cultura instaló una Casa del Bicentenario.