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Interior de la Mezquita de Córdoba. — Luz León

Una denuncia ciudadana relanza la batalla por la integridad de la Mezquita de Córdoba

El juez inicia el proceso para la reposición de una gran celosía que fue eliminada ilegalmente por la Iglesia para que las procesiones entraran en el monumento en Semana Santa.

El 20 de julio de 2021, el Tribunal Supremo tomó una decisión trascendental para la Mezquita de Córdoba. En una breve providencia de dos páginas y media, anuló definitivamente la autorización que permitió a la Iglesia eliminar una enorme celosía de dos toneladas. La pieza de madera noble y geometría arabesca estaba colocada en el arco número 17 del muro que separa el oratorio omeya del Patio de los Naranjos. Había sido construida en 1972 por el prestigioso arquitecto y director general de la Vivienda, Rafael de la Hoz Arderius, para salvaguardar los únicos cuatro vanos del muro norte que no habían sido cegados por los obispos para adosar capillas en el interior.

Rafael de la Hoz Arderius fue un hombre clave en la historia contemporánea de la Mezquita de Córdoba. Apasionado del monumento andalusí, ideó un proyecto audaz y controvertido: sacar la Catedral del corazón de la Mezquita y devolver el formidable templo islámico a su «pureza». El plan descarriló en los años setenta, pero pudo rescatar cuatro de los 19 arcos que daban al antiguo patio de abluciones. No era un asunto menor. En su obsesión por convertir el prodigioso edificio en una iglesia, los obispos habían encapsulado el oratorio islámico y plantaron capillas por todo el perímetro. También contra los arcos que fueron concebidos en el siglo VIII como acceso natural desde el Patio de los Naranjos y fuente de luz. Los prelados los tapiaron en el XVIII y el templo quedó a oscuras, en un acto que Rafael de la Hoz Arderius consideró letal para la naturaleza espacial del monumento.

Las cuatro celosías, de madera noble y dos toneladas de peso cada una, fueron las últimas incorporaciones contemporáneas del conjunto monumental. Y en 1984 recibieron la protección de la Unesco cuando la Mezquita de Córdoba fue declarada Patrimonio Mundial. De hecho, su bello trasluz geométrico forma parte ya de la imagen universal del monumento. Allí han descansado plácidamente durante 45 años. Hasta que en 2014 estalló la controversia sobre la titularidad de la Mezquita de Córdoba. Y el Obispado decidió llevarse la carrera oficial de la Semana Santa al conjunto monumental, como señal de soberanía católica sobre un edificio clave del patrimonio histórico cuya propiedad estaba siendo severamente discutida. Para que todos los pasos procesionales entraran y salieran del templo en un flujo circular se necesitaban dos puertas

Pero había un problema. Para que todos los pasos procesionales entraran y salieran del templo en un flujo circular se necesitaban dos puertas. Y había solo una. Solución: eliminar una de las cuatro celosías. Ese era el principal escollo técnico. Aunque había otro. La autorización administrativa. ¿Y quién era la responsable tutelar del monumento? La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, dirigida entonces por Rosa Aguilar. ¿Permitiría la ex alcaldesa de Córdoba y ex dirigente de IU quitar un elemento protegido por la Unesco y provocar una alteración decisiva en el monumento para hacerle un favor a la Iglesia? Por supuesto que sí.

Pero ojo: se produjo otro obstáculo inesperado. El hijo de Rafael de la Hoz, arquitecto de reconocido prestigio también, no estaba dispuesto a facilitar una operación que entendía lesiva para los derechos de autor de su padre e incomprensible para el interés conservacionista del monumento. Se desató entonces una larga batalla administrativa, primero, y judicial, después, que concluyó el 20 de julio de 2021 con un sonoro varapalo a Rosa Aguilar, la Junta de Andalucía, la Iglesia católica y las cofradías. El Supremo declaró ilegal la eliminación de la celosía y la conversión en puerta del arco número 17

Han transcurrido casi tres años desde que el Supremo declaró ilegal la eliminación de la celosía y la conversión en puerta del arco número 17. La bella pieza de madera sigue arrumbada en un almacén del Obispado fragmentada en diez módulos. Y las procesiones de Semana Santa han entrado año tras año por el vano del muro norte como si la sentencia no se hubiera producido.

Hasta que en marzo pasado tuvo lugar un hecho inesperado que ha trascendido esta misma semana. Un colectivo ciudadano, denominado Plataforma Mezquita Catedral, solicitó la personación en el procedimiento y pidió la restitución de la celosía en cumplimiento del fallo judicial. El juez aceptó la incorporación de la asociación a la causa, abrió una pieza de ejecución de sentencia y pidió a las partes que presentaran sus alegaciones. La acción ciudadana ha caído como una piedra en el estanque, cuyas consecuencias aún son difíciles de prever.

Muro norte de la celosía
Muro norte de la celosía. — Público

La primera de ellas es que Rafael de la Hoz Castanys, el hijo del autor de la celosía, ha solicitado la restitución del enorme enrejado de madera en un contundente y argumentado escrito de 17 páginas que ya está en manos del juez. «Se ha transformado la realidad al amparo de una resolución nula, y su cumplimiento no puede ser otro que volver a la situación anterior», argumenta la alegación del demandante. Lo que Rafael de la Hoz propone es que el juez nombre a un perito para que evalúe el estado de la celosía retirada y las posibilidades técnicas de recolocarla en su lugar original. Y pide que se informe a la Real Academia de Bellas Artes para que vigile y tutele todo el procedimiento. No hay otra manera, en su opinión, de dar cumplimiento a una sentencia que ha sido ratificada por el TSJA y el Tribunal Supremo. Rafael de la Hoz propone que se evalúe el estado de la celosía retirada y las posibilidades de recolocarla en su lugar original

La noticia ha caído como un jarro de agua helada en el mundo cofrade y en la Iglesia católica. La restitución de la celosía supondría, con toda probabilidad, la imposibilidad de que la carrera oficial discurra por la Mezquita Catedral, tal como impuso el Obispado, con la reticencia, por cierto, de algunas hermandades. De hecho, la Agrupación de Cofradías pretende hacer descarrilar la pieza de ejecución de la sentencia y ha pedido en su alegación la inadmisión de la Plataforma Mezquita Catedral como parte interesada en el proceso. En su escrito, asegura que la sentencia ya ha sido ejecutada con la anulación de la autorización administrativa y, a su juicio, así quedó reflejado en un decreto firmado por el juez en marzo de 2022.

En los próximos días, el juez dictará un auto sobre los pasos a seguir para dar cumplimiento a la ejecución de la sentencia. Si decide restituir la celosía, el primer obstáculo que encontrará será certificar la viabilidad material de reconstruir la pieza y resituarla en el arco número 17. En el caso de que no se pueda devolver a su lugar originario, la Plataforma Mezquita Catedral ha recordado en su escrito que la propia sentencia denegó el cambio de uso del vano en puerta, tal como prohíbe expresamente la Ley de Patrimonio Histórico. Rafael de la Hoz no hace mención en su alegación al cambio de funcionalidad del arco, pero sí denuncia la colocación de un plástico gigante con la celosía sobreimpresionada como solución provisional diseñada por el Cabildo para tapar el hueco vacío.

La Plataforma Mezquita Catedral, por su parte, estima que la sentencia de la celosía representa un «triunfo de la legalidad frente a la arbitrariedad con que la Iglesia católicay la Junta de Andalucía han gestionado el monumento en las últimas décadas». Y celebra la decisión judicial que permite «en un auto de gran relevancia cultural que la sociedad civil pueda participar activamente en la defensa del legado común que simboliza el patrimonio histórico de todos y todas».

El de la celosía es el último capítulo de una controvertida gestión de la Mezquita Catedral por parte de la Iglesia católica. Desde que en 2006 inmatriculara a su nombre el conjunto monumental, ha desplegado un plan para su progresiva «apropiación simbólica», según ha denunciado el colectivo ciudadano. Lo primero que hizo fue borrar la denominación histórica del edificio para que se conociera únicamente como Catedral y modificó todos los trípticos turísticos para eliminar la huella islámica y andalusí. La plataforma patrimonialista ha criticado la creciente «colonización iconográfica católica» del monumento universal y la redacción de un plan director que interpreta el edificio más importante de Al Andalus como una «mera iglesia mientras soslaya sus valores históricos y artísticos reconocidos por la Unesco».

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