Él declaraba a los reporteros: "Lo que me sorprende es la elevada importancia que ha dado el Vaticano a esta conversión. ¿Por qué no podría haberse realizado en su parroquia local?… si verdaderamente Allam estaba movido por una inspiración espiritual fuerte, quizá habría sido mejor hacerlo delicadamente, tal vez con un sacerdote de Viterbo, en donde reside".
¿Por qué el ejercicio de un derecho humano básico, la libertad de credo, debe ser un asunto de delicadeza? Al manifestar en público sus quejas, Pallavicini agitaba una vez más el fantasma de la supremacía islámica que asusta cada vez más a Europa — según la ley islámica tradicional, los cristianos de un estado islámico deben ser sumisos y discretos, prescindiendo de campanas, procesiones y cualquier otro despliegue público, y siendo sencillos y cautos en sus prácticas religiosas con el fin de evitar ofender la delicada sensibilidad de los musulmanes. Sugiriendo a Allam que habría hecho mejor en convertirse lejos de las cámaras y los micrófonos, Pallavicini sugiere que todo esto forma parte de su propio equipaje mental: en un mundo perfecto puede que los cristianos practiquen su religión, pero tienen que hacerlo en privado.
El nuevo converso en persona, editor en funciones y columnista editorial del diario Il Corriere della Sera (y durante años feroz crítico de la ideología de la jihad y la supremacía islámica) convendrá en que esto forma verdaderamente parte de la postura que la ley islámica inculca a sus fieles. "A lo largo de los años" escribía mordazmente a propósito del islam en una carta al Corriere della Sera, "mi ánimo se ha visto liberado del oscurantismo de una ideología que legitima las mentiras y el engaño, y la muerte violenta que conduce al homicidio y el suicidio, la sumisión ciega a la tiranía”.
¿Debe Allam hoy vivir con miedo a esta ideología violenta? Sí. Allam tiene protección desde que manifestara en público apoyo a Israel, lo cual hace en términos bastante claros — en la práctica, después de que los jihadistas de Hamas realizasen amenazas de muerte contra él, titulaba su libro Viva Israel. Y ahora espera más, diciendo que probablemente recibirá "otra condena a muerte por apostasía".