Un parlamentario egipcio propone en el Asamblea del Pueblo la instauración de la crucifixión, medidas de privación de libertad que cesen cuando el culpable muestre arrepentimiento, amputaciones de manos y, por supuesto, la pena de muerte.
El Parlamento discutió el martes las novedosas iniciativas de Abel Azzazy, miembro del Partido Nour, entre las que se incluyen sanciones establecidas en la sharía, tales como amputaciones y crucifixiones por los delitos más graves. Azzazy ha declarado a la prensa: “Lo que propongo no es algo opcional, sino la ley de Alá”. Y ha añadido: “Las sanciones actuales no son lo suficientemente disuasivas”.
Los Hermanos Musulmanes apoyan las sugerencias legislativas de Azzazy, pero el ministro de Justicia ha afirmado que el texto presentado es inconcreto y que muchas de las medidas que propone ya se encuentran en la legislación vigente.
Azzazy, criatura de escasas luces, es uno de esos capullos que han florecido al calor de la “Primavera Árabe”. Y como político versado en el Corán pretende solucionar los problemas de delincuencia descuartizando a los culpables, por supuesto, ante un concurrido público. Ciertamente, base coránica no le falta: “Al ladrón y a la ladrona cortadles las manos como retribución de lo que han cometido, como castigo ejemplar de Alá. Alá es poderoso, sabio” (Corán, 5:38)
Tampoco carecen de fundamento teológico sus prédicas contra judíos y cristianos: “A quienes no crean en Nuestros signos les arrojaremos a un Fuego. Siempre que se les consuma la piel, se la repondremos, para que gusten del castigo. Alá es poderoso, sabio”(5:56) Y respecto a los desvaríos mujeriles, siguiendo las exhortaciones del “Profeta”, propone: “¡Amonesta a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles!”, puesto que: “Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos sobre otros … (4:34)
Estos días se discuten interesantes propuestas en el Parlamento egipcio sobre amputaciones, crucifixiones, la ampliación de supuestos en los que cabe la aplicación de la pena de muerte, confinamientos extravagantes…, es decir, todo lo que impuso Mahoma, el gran traficante de embustes, a sus seguidores. Y por ser el “Enviado de Alá” un falsario, un aventador de extravíos , Dante, en la Divina Comedio, lo situó en el Infierno: “ Mira cuán estropeado está Mahoma. Allí va delante de mí llorando, con la cabeza partida desde el cráneo hasta la barba , y todos los que ves aquí vivieron; mas por haber diseminado el escándalo y el cisma en la tierra, están hendidos del mismo modo. En pos de nosotros viene el diablo…”
En nuestros días, Mahoma, antes de descender a los infiernos, habría sido recluido en un centro psiquiátrico penitenciario, puesto que perpetró e instó a cometer todos los delitos tipificados en los ordenamientos jurídicos occidentales como la pedofilia, el asesinato, el robo a mano armada, el secuestro, el genocidio, la coacción mafiosa, el maltrato doméstico, la estafa… Y la prueba de lo dicho se encuentra en el Corán y los hadices, obras siniestras que pocos han consultado para ilustrarse sobre la boñiga que, realmente, es el Islam.