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Un obispo franquista, un arzobispo de arenga y el fallecido teólogo Díez-Alegría

El actual obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, fue con anterioridad prelado de la diócesis de Segorbe-Castellón, donde proyectó –a menudo y con notoria polémica– su pensamiento básicamente reaccionario. Su inclinación hacia posiciones conservadoras y de derechas, próximas al PP, nunca las ocultó. Su nostalgia del régimen franquista era conocida.

Este obispo, como desvelamos en El Plural, ofició el pasado mes de diciembre una misa en el cementerio de Paracuellos de Jarama (Madrid), al lado de una bandera de la dictadura y ante una nutrida concentración de la extrema derecha. Ahora, en julio, Reig Pla ha permitido que, también en Paracuellos, otra bandera anticonstitucional ocupara sitio bien visible, muy cerca del altar en el que se ofició una misa.

Carta pastoral
Mientras tanto, hemos sabido que el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, un clérigo vinculado a la Prelatura del Opus Dei –elevado en 2002 a tan alto rango eclesiástico por el Papa Juan Pablo II– arremetía mediante una carta pastoral contra la nueva ley sobre el aborto. En realidad, redactó una especie de arenga exhortando a sus fieles a promover “una enérgica rebeldía contra su cumplimiento”. “No hay razones –subraya el arzobispo trabucaire– para acatar la Ley del Aborto”.

“Una falacia”
Monseñor Gil Hellín llega a sostener impertérrito que es “una falacia afirmar que esta ley ha sido aprobada por la mayoría del Parlamento y que éste representa a la mayoría de los ciudadanos”. Al arzobispo burgalés no le importa en absoluto, al parecer, pasarse por debajo de sus vistosas vestimentas de arzobispo el Estado democrático.

Ministros y altos cargos
Debía de sentirse Gil Hellín, nacido en 1940, mucho más cómodo con el Movimiento Nacional que con la democracia. O sea, con el régimen surgido del golpe militar del 18 de julio de 1936 y de la guerra civil [Cruzada de Liberación Nacional, según la inmensa mayoría de los obispos de la época]. En aquel tiempo, bastantes compañeros suyos del Opus fueron nombrados ministros y altos cargos por el Gobierno que presidía un general asesino, llamado Francisco Franco Bahamonde.

“Impidamos la tiranía”
“Impidamos la tiranía”. Así comienza su pastoral el arzobispo. “Nadie tiene derecho a legislar que se puede matar a un inocente”, añade. Pero cuando José María Escrivá de Balaguer, recién acabada la guerra, predicó unos ejercicios espirituales exclusivos para el dictador no consta en ninguna parte que le exigiera al Generalísimo acabar con la “tiranía”, recuperar la democracia derrocada por la fuerza de las armas y parar la masacre brutal de los vencidos.

Iglesia oficial
Ahí están los jerarcas de la Iglesia oficial. Unos son agentes activos de la derecha cavernícola. Otros enardecen a la ciudadanía para que participe en una rebelión cívica. El cardenal Rouco Varela es el jefe de la jerarquía eclesiástica en España. El Papa Benedicto XVI es otro derechista sin complejos. Como lo fue Juan Pablo II. O Escrivá de Balaguer.

Los Evangelios
A finales de junio murió, con 99 años, el jesuita “sin papeles” José María Diez-Alegría. Fue perseguido por el Vaticano como consecuencia de su rechazo a silencios y censuras. Era fervoroso partidario de la teología de la liberación que aplicaba en el madrileño pozo del Tío Raimundo. “Hay que citar más a los Evangelios y menos al Papa”, repetía.

Gran fortuna
Tuve la gran fortuna de conocer personalmente a Díez-Alegría hace unos pocos años en Los desayunos de TVE. Creía en la esperanza y buscaba a Dios en la justicia social y en la libertad de pensamiento. No, en las arengas ni en las rebeliones antidemocráticas. Y menos aún lo buscaba para colaborar con un dictador, culpable de matar a cientos de miles de seres humanos.

Enric Sopena es director de El Plural

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