Los autores, que han estudiado un periodo de 50 años, piden al Papa que visite el país y se disculpe
Los obispos y los religiosos del país se comprometen a “asumir esta responsabilidad”
Más de un tercio de las personas internadas en centros de atención religiosa de Nueva Zelanda han sufrido abusos. Así lo muestra, tal como recoge Katholisch, el informe ‘Abuse in Care’ publicado ayer, 24 de julio, tras seis años de trabajo. Por ello, la comisión exige que las comunidades religiosas, además de medidas estructurales, pidan disculpas.
El informe estima que entre 1950 y 1999, 655.000 personas fueron alojadas en hogares infantiles, orfanatos, hogares de acogida, instituciones para personas con discapacidad e internados, de las cuales 200.000 sufrieron abusos físicos y sexuales. De ellos, los miembros de los indígenas maoríes y las personas con discapacidades físicas y mentales se vieron especialmente afectados.
Asimismo, la comisión de investigación exige una disculpa de los superiores de las comunidades religiosas examinadas. Pero, además, consideran que Francisco debería hablar en nombre de la Iglesia católica: “El Papa debe disculparse públicamente y reconocer y aceptar la responsabilidad por el abuso y el abandono de los supervivientes bajo su cuidado”. De hecho, proponen que lo haga durante su viaje a Papúa Nueva Guinea, haciendo escala en Nueva Zelanda.
Disculpa pública del Gobierno
Por su parte, la Conferencia Episcopal de Nueva Zelanda y la Conferencia de Superiores Religiosos acogieron favorablemente el informe. “Reconocemos que algunos de nosotros en la sociedad, incluidos los líderes de la Iglesia católica, tenemos la responsabilidad especial de garantizar que las conclusiones y recomendaciones de esta importante investigación no se pierdan o se limiten a las palabras de un informe. Nos comprometemos a asumir esta responsabilidad”, han señalado en una declaración conjunta.
El primer ministro, Christopher Luxon, también se mostró preocupado por el informe que incluye el abuso en cualquier ámbito. “Hoy es un día oscuro y triste en la historia de Nueva Zelanda como sociedad y como Estado. Deberíamos haberlo hecho mejor y estoy decidido a hacerlo”, señaló, asegurando una disculpa pública por parte del gobierno el 12 de noviembre.