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Un grupo militar exige un ejército aconfesional

La Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) exige en un editorial que publica en su web que se respete la aconfesionalidad en las fuerzas armadas españolas.

Se indica que "estos días hemos asistido a algunos episodios de la injerencia de la religión en asuntos de política, como suele ser ya habitual. Por supuesto, no es la primera vez ni será la última pues es clara la estrategia, de cualquier religión, de tener posiciones dominantes de poder dentro de las sociedades".
También se afirma que "de hecho, ya se ve como un acto normal que la iglesia católica negocie con los gobiernos sobre muy variados temas. También vemos cómo alguna confesión utiliza instrumentos mediáticos para interferir en la opinión pública y asistimos incrédulos al constatar que, en general, tienen una actividad política sin estar conformadas legalmente para tales propósitos".
Según la AUME, "opiniones sobre la unidad de España, sobre los contraceptivos, sobre los matrimonios de homosexuales, el aborto, la enseñanza, etc., son habituales desde la Conferencia Episcopal Española. En muchas ocasiones, al ciudadano de a pie le rechina el paralelismo y la unidad de criterio que suelen tener con una determinada formación política".
En el editorial se señala asimismo que "resulta curioso ver cómo en una institución del Estado aconfesional, la simbología y los actos religiosos continúan plenamente vigentes en la vida laboral diaria. ¿Será porque los militares continúan sin tener una forma de protestar normalizada y democrática que deje de estar coartada por el omnipresente régimen disciplinario?".

NOTA COMPLETA DE AUME

Estos días hemos asistido a algunos episodios de la injerencia de la religión en asuntos de política, como suele ser ya habitual. Por supuesto, no es la primera vez ni será la última pues es clara la estrategia, de cualquier religión, de tener posiciones dominantes de poder dentro de las sociedades.

De hecho ya se ve como un acto normal que la iglesia católica negocie con los gobiernos sobre muy variados temas. También vemos como alguna confesión utiliza instrumentos mediáticos para interferir en la opinión pública y asistimos incrédulos al constatar que, en general, tienen una actividad política sin estar conformadas legalmente para tales propósitos.

Opiniones sobre la unidad de España, sobre los contraceptivos, sobre los matrimonios de homosexuales, el aborto, la enseñanza, etc., son habituales desde la Conferencia Episcopal Española. En muchas ocasiones al ciudadano de a pie le rechina el paralelismo y la unidad de criterio que suelen tener con una determinada formación política.

No vamos a entrar aquí a valorar o criticar tales actitudes o estrategias de unas organizaciones que, por otro lado, suelen pisar y cruzar la línea que enmarca el estado de derecho, aunque con una permisividad social generalizada, por el arraigo que tienen dentro de la propia sociedad. Sí que vamos a valorar un hecho puntual, que en algunos casos resulta hasta anacrónico; esto es, el hecho de que dentro del Ejército español la actividad religiosa no sólo no ha desaparecido sino que vemos como día a día va en aumento.

Estos días hemos conocido la noticia de que en un cuartel de la Guardia Civil, algunos de sus miembros habían solicitado la retirada de una imagen de la Virgen del Pilar de las instalaciones de aquel. En las Fuerzas Armadas es un clásico la protesta a lo largo de los años, sobre la presencia de simbología, sobre actos religiosos dentro de los cuarteles y, lo que es mas grave, sobre la obligación que se impone a todos los militares a cumplir con algunos ritos.

Son conocidas las protestas sobre la obligatoriedad a participar de estas”actividades”, así como son famosos algunos militares que han sufrido algún castigo disciplinario por oponerse a formar parte de las mismas. Sí; algunos militares han sufrido castigos, hasta de dos meses de internamiento en un centro disciplinario, por “solicitar” no formar parte de algún rito religioso.

Resulta curioso ver como en una institución del estado aconfesional, la simbología y los actos religiosos continúan plenamente vigentes en la vida laboral diaria. ¿Será porque los militares continúan sin tener una forma de protestar normalizada y democrática que deje de estar coartada por el omnipresente Régimen Disciplinario?

Crucifijos, imágenes de santos, capillas, por un lado; himnos, oraciones, patronos y patronas y hasta alocuciones oficiales de jefes, por otro, forman parte del tinglado religioso en los cuarteles.

Y es que el hecho religioso, entendido como un sentimiento interior y por su puesto como un acto íntimo “espiritual” y por lo tanto un acto cultural del individuo, ha de estar protegido por el Estado, y lo está, pero en respeto a la persona de otra confesión o de la que no tiene ninguna, como agnósticos y ateos, ha de procurar que no interfiera en la libertad del otro.

Recientemente en una parada militar hemos podido encontrar varios de estos hechos unidos en el mismo acto. Una cruz enorme presidiendo la parada, un canto religioso obligado a cantarlo a todo militar, una oración religiosa pronunciada por un cura, una alocución de un general donde menciona también a Dios y a los santos, y para rematar, por si alguien se pudiera escapar de la influencia simbólica del momento, unas aeronaves formando una colosal cruz surcan el cielo cubriendo a todos los presentes con dicho símbolo. Por supuesto, patroneando el acto, una virgen patrona de la unidad.

A los que profesan una religión no se les prohíbe su culto, ni sus lugares apartados para realizarlo, pero ¿Por qué ha de obligarse a los que no pertenecen a dicho culto, a sus prácticas? El Estado tenia resuelto este problema de libertad al declararse aconfesional y proteger la libertad de culto, pero ¿Quién protege dentro del Ejército a practicantes de otras confesiones que no sea la católica, a los agnósticos y a los ateos? ¿Es el mismo estado el que existe dentro de los cuarteles que el que existe fuera de ellos? Debería aplicar el estado la misma táctica que ha utilizado para salvaguardar nuestros pulmones del tabaco de otros; ahora que salvaguarde nuestros espíritus de otras confesiones que no sean las que el individuo libremente elija sin interferir en el de al lado.

Esto, comentado así, puede parecer una crítica realizada desde la aconfesionalidad. El derecho de todos y la dignidad han de salvaguardarse de las ingerencias morales de credos y religiones. ¿Acaso hemos perdido la memoria histórica? Lo que lleva ocurriendo en algunos cuarteles de Ceuta y de Melilla desde hace años es una realidad que transciende el problema de la libertad de culto y la libertad a no tenerlo por narices. En los cuarteles de esas dos provincias se da un caso paradójico, y es que existiendo ya un choque de culturas religiosas, se “protege” a la musulmana en detrimento de la católica. Y no lo mencionamos tan solo como un acto de injusticia, sino, como un problema surgido por permitir el hecho religioso en los cuarteles.

El credo del militar es la defensa de España y su fe es la victoria en la batalla, imprescindibles para una alta moral. Si dejamos que otra fe interfiera en nuestra actitud como militares estamos permitiendo que otros poderes puedan estar por encima del mando militar. Que se lo pregunten a los militares de creencia musulmana.

Aunque esa pregunta no hace falta realizarla, la contestación la tenemos en las numerosas guerras que existieron durante la Edad Media y los aconteceres estos días en algunos países.

Asociación Unificada de Militares Españoles, 25 de junio de 2006

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