La idea fue de un grupo de hombres librepensadores que decidieron hacer un cementerio para el pueblo en general.Es único en América Latina y está catalogado como un monumento a la libertad,la tolerancia y el amor. A la entrada se levanta un busto en honor a su fundador, Braulio Botero Londoño.
En un discurso pronunciado hacia 1983 durante la conmemoración del cincuentenario del lugar, Botero Londoño justificó algunas de las razones para que él y algunos amigos fundaran el campo santo, que nació como la respuesta alas imposiciones de una época en la que “sólo se permitía pensar de rodillas ante el clero y los caciques”.
Cuenta la historia que en la década delos veinte del siglo pasado, las libertades estaban amordazadas al punto de que quedaban insepultos los cadáveres de quienes no habían cumplido en vida con los requisitos religiosos. Era tan cruel la sociedad de aquel entonces, que a la cárcel iban a parar quienes enterraban a sus parientes fuera de los cementerios exclusivamente administrados por la curia. Esas, entre otras razones, fundamentaron la obra que fue construida en un terreno donado por Miguel Botero Bernal, mientras que el artífice del diseño fue Antonio Schieferl, un alemán radicado en Circasia.
Cementerio Libre
Descanso eterno sin condiciones
En los años treinta, el clero católico influenciaba casi todos los ámbitos de la vida civil, política y militar. Los sacerdotes tenían la última palabra a la hora de ofrecer indulgencias o perdón,excomulgaban a quienes les presentaban oposición ideológica y presentaban cualquier clase de trabas a proyectos que no estuvieran alineados con el catolicismo ortodoxo. Ni los muertos se libraron de esos obstáculos. Morir siendo librepensador, homosexual, prostituta, ateo, miembro de otra confesión religiosa o haberse quitado la vida por voluntad propia, significaba tener acceso denegado a los cementerios de la Iglesia. En lo que actualmente es el Quindíos e vivió esta vergonzosa realidad.
En aquellos años nació la idea de crear un cementerio libre entre muchas personas cultas, colonos antioqueños, liberales radicales y librepensadores que no compartían las excepciones que hacían los curas a quienes morían en estado de pecado, ni sus criterios para determinar quienes podían ser sepultados en el cementerio y quienes no. Sus principales gestores fueron don Braulio Botero Londoño (Masón Grado 33), el doctor Antonio José Restrepo, quien vivió gran parte de su vida en Ginebra – Suiza, y desde siempre motivó a los local es para su ejecución; Diógenes Arrieta, Enrique Londoño, Miguel Botero (padre de don Braulio Botero quien donó el terreno inicial), además del Indio Uribe,ellos crearon un panteón laico, no vinculado a ninguna religión, donde sin importar la posición política, religiosa o económica pudieran ser sepultados,con dignidad todas las personas.
Soñaron entonces con un espacio en Circasia, Quindío, donde se pudiera inhumarlos restos mortales de quienes diferían de los paradigmas sociales y religiosos de la época, en la que la violencia entre conservadores y liberales desangrabaal país. No sería nada fácil hacer de este proyecto una realidad, mantenerse en pie después de las excomuniones lanzadas desde los púlpitos de las iglesiasquindianas y de las órdenes de captura para quienes estaban construyendo este emblema a la libertad.
Un ingeniero alemán radicado en Circasia, don Antonio Schieferl diseñó y construyó el cementerio donde aquellos hombres y mujeres habían depositado sus ideales de libertad y su derecho a ser y a pensar diferente. Y la perseverancia venció a aquellos que se oponían a cambiar paradigmas, en 1933 se inauguró finalmente el cementerio libre,
Sin embargo no todo sería paz en el cementerio libre, en los años cincuenta conel regreso del despotismo y la barbarie a nuestro país, los bárbaros se dedican a segar las cabezas de quienes no están de acuerdo con sus ideas y a despedazar estatuas y toda clase de monumentos a lo largo y ancho de Colombia. El cementerio fue víctima de estos actos. En medio de los desordenes públicos hurtaron la obra de arte del águila y le pusieron explosivos al cementerio,derrumbando muros y rejas. Don Braulio se refugió en Suiza y muchas personas se llevaron los restos mortales de sus parientes a otras ciudades en protesta por las acciones vandálicas.
Corriendo el tiempo la atmósfera política y el fanatismo religioso se fue calmando, y una ola de nuevas ideas, de aceptación de la diferencia de opinión,la salida de muchos católicos a otras formas de cristianismo, fue generando un ambiente de tolerancia hacía los demás permitió que los cementerios no se convirtieran en espacios exclusivos para quienes morían profesando la religión mayoritaria.
Este cementerio es un lugar particular, allí no se ven cristos agonizando en la cruz, ni vírgenes entristecidas, no hay flores marchitándose sobre las tumbas,ni símbolos que promuevan la controversia de lo religioso. Tampoco se celebran misas. Lo que se encuentra es la escultura de dos amantes compartiendo su afecto vigilados por unos guardianes que cuidan su romance. Un ambiente que celebra la libertad. El blanco se perpetua como el color dominante.
Acabados clásicos que evocan paz y serenidad.
Estar allí es sentir la “presencia” de aquellos que décadas atrás se esforzaron por dar un paso hacia la libertad, por permitir el descanso delos muertos no convencionales, de aquellos que se salían de los preceptos cuadriculados de la iglesia católica y de una sociedad solapada y llena de miedos, un pueblo que sentía temor a ser diferente. En el cementerio se encontraron los cultos, los liberales, los escépticos, los que no temían y aún de los que en la actualidad siguen en busca de la libertad y del conocimiento.
El Cementerio Libre es el principal monumento patrimonial, cultural e histórico de Circasia y del Eje Cafetero, además de ser uno de los más hermosos de Colombia. En 1982 se le reconoce como un Monumento a la Libertad, único en América Latina. En los muros del Panteón Libre descansa el abuelo del ex-presidente César Gaviria Trujillo, Fortunato Gaviria; los padres de Carlos Lehder; Enrique Londoño también está de pie debajo del águila y allí también quiere descansar Gustavo Álvarez Gardeazábal, quien personalmente fue a dejar todos los arreglos para terminar allí, como lo escribió en un libro sobre el panteón.
En la entrada del cementerio leemos el “Himno a los Muertos” cuya letra fue escrita por el Dr. José Antonio Restrepo.