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Un ateo para el mundo musulmán

En Chile, como en muchos países, dejar la religión no representa en general un gran desafío. Ser ateo o agnóstico va en alza, es lo que se supone que adoptas si eres joven, libre y abierto al mundo. Pero para quienes crecen en muchos países musulmanes, la realidad es muy diferente. Millones de ateos no pueden identificarse como tales. Si lo hacen, son renegados por sus familias, pierden amigos, van a la cárcel o incluso pueden ser ejecutados. En 13 países de mayoría musulmana ser ateo está penado con muerte.

Ali A. Rizvi (42, criado en Pakistán, Libia y Arabia Saudita) conoció de cerca la opresión religiosa. Tuvo, eso sí, la fortuna de tener unos padres más liberales. Al menos podía dudar de su religión puertas adentro. Otra suerte, dice, fue haber visto de niño la serie Cosmos de Carl Sagan. “Cambió todo para mí”, dice. A los 24 años se mudó a Canadá, donde se graduó de médico y terminó por abandonar su religión, no así la discusión en torno a ella, que siempre le apasionó.

Se hizo un nombre como defensor del secularismo en el mundo musulmán, escribiendo regularmente para el Huffington Post, participando del debate en redes sociales y desafiando no sólo a los fundamentalistas de su ex religión. También a los progresistas que silencian las críticas al islam por corrección política (incluso si vienen de ex musulmanes como él) o a los conservadores que demonizan a todos los musulmanes por el actuar de unos pocos.

Con un título en honor a los ateos que están obligados a mentir sobre sus creencias para sobrevivir, publicó hace un año The Atheist Muslim: A Journey From Religion To Reason. El libro es un testimonio de cómo dejó el islam, un examen de sus elementos opresivos y una propuesta para reformarlo. Explica, por ejemplo, lo prevalente que es entre los musulmanes la creencia de que el Corán es la palabra literal e infalible de Dios. Plantea que es viable reformar la religión manteniendo sus aspectos culturales y comunitarios.

En su cruzada no está solo. Un activismo similar practican otros como el británico Maajid Nawaz, un ex radical dedicado hoy a combatir el extremismo. Sarah Haider, presidenta de la organización de apoyo Ex Musulmanes de Norteamérica. O el iraní Armin Navabi, fundador del sitio AtheistRepublic.com y compañero de Rizvi en el podcast The secular jihadist. Todos de una nueva generación de hombres y mujeres que habiendo crecido en comunidades musulmanas hoy abogan por el derecho a liberarse de la religión.

—Dices que también en Occidente los ex musulmanes viven con miedo. ¿Qué tan inseguro es?

—Mucho menos que en los países de mayoría musulmana, pero la amenaza sigue siendo muy real. Hace menos de tres décadas Salman Rushdie se vio obligado a esconderse por escribir Los versos satánicos. Y la mayoría de nosotros todavía recuerda las revueltas por los dibujos de Mahoma hechos en Dinamarca y estamos conscientes de que (la activista) Ayaan Hirsi Ali tiene que viajar con seguridad. Yo recibo menos amenazas de muerte ahora, lo que indica algún progreso, pero el riesgo es muy real. Es aún peor para las mujeres, que no sólo reciben amenazas de violencia, sino de violación.

—Internet ha jugado un rol importante en la expansión del islam radical, pero también en el abandono de la religión. ¿Cómo ves esta dicotomía?

—Una cosa que internet ha hecho es transparentar. Cuando joven teníamos un Corán en la estantería más alta del living. Como la mayoría de los musulmanes, mi familia sabía cómo leerlo, pero no hablaba ni entendía árabe. No podíamos tocarlo a menos que hiciéramos un ritual. Nadie realmente lo lee entendiéndolo de principio a fin. A los pocos que lo leímos y encontramos algo desagradable se nos dijo que teníamos la traducción o interpretación equivocada. No había Google para verificar nada. Y nuestros mayores nos dijeron que era la palabra incuestionable del “Creador del Universo”. Con internet todo cambió. Cualquier niño puede buscar versos por tema o palabra clave y extraer 20 traducciones diferentes. La consecuencia es que los jóvenes musulmanes están enfrentando el contenido del Corán de una manera que ninguna generación anterior lo hizo. Están encontrando los versos que comandan la lucha contra los infieles, versos permitiendo el sexo con cautivos de guerra, versos abogando por la violencia doméstica, y más. Y sus padres siguen diciéndoles que es la palabra infalible de Dios. Así que muchos se vuelven más fundamentalistas, ante el shock de padres más moderados; y otros se secularizan, también para conmoción de sus padres más moderados. Pero la idea no es centrarse en que los extremos se están volviendo más extremos, es más que se ha abierto un espacio donde ya se tienen conversaciones que antes eran imposibles de tener.

—Dices que en los países musulmanes El espejismo de Dios de Dawkins es uno de los libros más pirateados. ¿Cómo circula el nuevo ateísmo allá?

—Es tal cual. Mi libro ya ha sido traducido de manera no oficial al indonesio y al farsi. También se está traduciendo al árabe. Tengo poco control sobre esto y, obviamente, es casi imposible encontrar una editorial importante en Pakistán o Arabia Saudita que lo publique en idioma local sin terribles consecuencias. Me he escrito con miles de ateos de países musulmanes y ni siquiera puedo contar cuántos de ellos dicen que se volvieron ateos después de ver videos de Dawkins o Sam Harris. Algunos llegan por el comunismo. Algunos dicen que fue Bertrand Russell o Carl Sagan. Pero parecen preferir los estilos más duros y agresivos de Dawkins y Hitchens, tal vez porque también están enojados, siendo oprimidos y censurados, y no tienen el privilegio de la libertad de expresión que tenemos en Occidente.

—Dices que es importante distinguir entre críticas a ideas y críticas a la gente. Afirmas que las primeras deben alentarse, no las segundas. ¿Es posible hacer esa distinción cuando muchos se toman sus ideas de forma personal?

—Cuando hablamos de críticas a la gente, no hablamos de individuos. Por supuesto que deberíamos criticar a individuos que promueven creencias violentas y odiosas. El contexto aquí es de demonizar a grupos enteros de personas basándose simplemente en su identificación. En la derecha, personas como Trump piensan que debemos prohibir la entrada a todos los musulmanes porque hay problemas con la ideología islámica. En la izquierda se tiende a pensar que si criticas al islam eres intolerante contra todos los musulmanes. Ambos lados cometen el error de mezclar ideas y personas.

—Usas la expresión “izquierda regresiva” para criticar al progresismo que da todo tipo de explicaciones al yihadismo excepto la religión. Quizás la que más dicen es que es producto de la intervención y política exterior de EE.UU.

—Claro, la política exterior es un factor. Cuando un joven iraquí y su familia es bombardeada por EE.UU., sí, puede volverse contra EE.UU. ¿Pero empezar a esclavizar y violar a las niñas Yazidi de 9 años debido a la política exterior de EE.UU.? ¿Forzar a las minorías locales no musulmanas, su propio pueblo, a pagar un impuesto o convertirse al islam, o a ser crucificado públicamente, como ordena el Corán, por la política exterior de EE.UU.? ¿Empezar a decapitar a los chiítas o apóstatas o a lanzar a los gais desde techos por la política exterior de EE.UU.? Recuerda en mi libro a Thomas Jefferson citando a los corsarios musulmanes que dicen que esclavizarán a todos los infieles no musulmanes porque está en el Corán. La cita es de 1776, antes de que existiera EE.UU. propiamente tal. No estaba Israel ni Irán ni la guerra de Irak ni nada.

—Algunos dicen que criticar al islam es darle herramientas a la extrema derecha. ¿Qué contestas?

—Es verdad que gente como yo a menudo son utilizados como herramientas por la extrema derecha. Me dio vergüenza cuando (el sitio web) Breitbart publicó un artículo elogioso sobre mí en 2014. Así es que tenemos que ser responsables de cómo hablamos sobre estos temas para que la conversación no sea secuestrada por ellos. Pero debemos seguir hablando. Ahora hay tres frentes: los musulmanes fundamentalistas, la izquierda regresiva y la alt-right trumpeana. La analogía que siempre doy es de Noam Chomsky criticando la política exterior de EE.UU. Chomsky fue citado y alabado por Bin Laden en sus discursos; ¿significa eso que debería dejar de criticar a EE.UU.?, ¿que todas sus críticas son inválidas? Por supuesto que no.

—Los ataques terroristas en contra de inocentes ya se han vuelto rutinarios. ¿Qué piensas cada vez que hay uno nuevo?

—Es horrible; incluso una sola muerte es demasiado. Pero debemos mirar el progreso. Hemos pasado de organizaciones terroristas establecidas internacionalmente, coordinando ataques con aviones a edificios y sincronizando explosiones en el metro de Londres hace apenas unos años, a lobos solitarios que realizan ataques más pequeños y menos efectivos. Sigue siendo un gran problema, pero la tendencia muestra un progreso lento pero constante. También debemos tener cuidado de no sobrerreaccionar. Theresa May tuiteó que está dispuesta a “cambiar las leyes de derechos humanos” a cambio de seguridad. Eso es transitar por una muy peligrosa pendiente resbaladiza. Si empezamos a comernos nuestros propios valores de libertad de expresión y libertades civiles como reacción, ya perdimos. La izquierda lo hace también. Su enfoque con Charlie Hebdo, alegando que ellos provocaron lo que les sucedió, es también comprometer nuestros valores. Cuando hacemos esto, puedo garantizarles que los terroristas celebran. Cada vez que no hablamos o no imprimimos un dibujo por “respeto” o temor de que podamos provocar a los terroristas, ya somos víctimas del terrorismo.

—A diferencia del cristianismo, el islam no ha pasado por un proceso de reforma importante. Hay autores, como Shadi Hamid, que dicen que esto es casi imposible por las características intrínsecas del islam.

—Discrepo con Shadi. Por supuesto que si observas dos religiones y sus historias encontrarás diferencias, lo vemos con el islam y el cristianismo. Pero los paralelos son mucho más convincentes. Son los métodos usados para hacer creer a la gente -promoviendo la fe como virtud, creyendo sin evidencia, amenazando con el infierno eterno, el proselitismo, la glamorización del martirio y el autosacrificio- los que fueron susceptibles al escrutinio de los pensadores de la Ilustración. La reforma ya está ocurriendo en el islam. No es perfecta, pero ya no estamos en los días de Rushdie. La generación más joven se está volviendo más honesta y no debería sorprendernos que esta tendencia continúe.

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