Túnez busca convertirse en un Estado moderno y en un modelo de cohabitación política entre el laicismo e Islam moderado, pero «para ello necesita la colaboración de un partenariado como el de la Unión Europea», manifestó hoy en Madrid el embajador tunecino, Wacef Chiha.
La transición política tras la Primavera árabe de 2011 «ha sido un éxito en Túnez, pero falta la transición económica y social», y además que sea «duradera e irreversible» para «poder exportar el modelo tunecino», precisó Chiha durante un encuentro en Casa Árabe en la capital española.
Para el diplomático, además de las leyes dirigidas a construir el «nuevo edificio» de Túnez, se necesita un verdadero plan Marshal de la UE dirigido a la reestructuración del pago de su deuda exterior, reformas en materia de seguridad y el retorno del turismo.
No obstante, «el apoyo de la UE sigue estando por debajo de nuestras ambiciones», estimó.
Túnez ha trabajado en «una nueva estrategia de seguridad» para las zonas turísticas, pero «el riesgo cero» para que no se produzca un atentado no existe, al igual que pasa en el resto del mundo, indicó Chiha.
Desde el pasado mes de agosto Túnez cuenta con un gobierno de unidad nacional, presidido por Yusef Chahed, de 40 años, tras una alianza del partido laico Nidá Tunez (la llamada de Túnez) con el islamista En Nahda. Eso supone «contar con una cómoda mayoría parlamentaria para las reformas de las instituciones», consideró.
En cuanto a la vecina Libia, «estamos en contra de toda intervención unilateral extranjera», si bien los «países implicados en el derrocamiento de Muamar al Gadafi (2011) deberían implicarse mas», afirmó Chiha.
Túnez apoya un acuerdo político entre los libios que sea «inclusivo, pero que excluya a los grupos terroristas vinculados al Estado Islámico (EI). Esa es la línea roja», anotó.
Además, «Túnez es el único país que no ha cerrado sus fronteras a los libios. De hecho hay 1,5 millones de residentes libios, lo que supone un 15 % de la población tunecina», prosiguió.
«Los atentados de 2015 fueron financiados y planificados en Libia, incluso recibieron entrenamiento en ese país», agregó al referirse a las medidas de seguridad implantadas en los 500 kilómetros de frontera común, con la ayuda estadounidense y alemana.
Lo de Libia también se aplica a Irak, otro destino -al igual que Siria- a donde fueron a combatir los yihadistas tunecinos pese al triunfo de su revolución. Por ello, «nuestro Ministerio del Interior trabaja en materia de seguridad para gestionar conjuntamente esa bolsa de combatientes», apuntó.
«Aunque no tenemos estadísticas oficiales, prácticamente conocemos todos los nombres de los combatientes que están allí», afirmó.
«El extremismo es un negocio económico que recluta a muchos jóvenes que se encuentran en una situación difícil», dijo, al opinar que «no son extremistas religiosos, sino jóvenes que necesitan ganar dinero».
En este contexto enmarcó las dificultades económicas y políticas en Túnez entre 2012 y 2013. Si bien a partir de 2013 y 2014 «los servicios de inteligencia permitieron «limitar esas redes» de reclutamiento.
En cuanto a la UE, «uno de los primeros socios en apoyar la transición en Túnez», consideró que queda «todo un trabajo por hacer» y lograr una «cooperación multiforme».
En el plano económico, el gobierno tunecino ha adoptado el Plan de Desarrollo con vistas a 2020, cuyas previsiones apuntan a «una tasa de crecimiento anual del 4 %, la reducción al 12 % de la tasa de paro y la creación de 400.000 puestos de trabajo», con el objetivo de afianzar la transición.