El Estado por un lado y la iglesia por el otro. Bien separados. La imagen de que todo funciona así en Estados Unidos (EEUU) no es 100% real. En Utah el peso de los mormones es enorme.
«La iglesia mormona es la institución más poderosa en Utah», explicó David Noyee, jefe de redacción del diario más importante de ese estado, Salt Lake Tribune.
Es real que –a diferencia de lo que pasaba en Uruguay previo al batllismo o de lo que ocurre en otros países– la iglesia (mormona en este caso) no tiene a su cargo roles que son del Estado. Pero sí tiene un peso grande que marca cada una de las decisiones políticas que se toman.
En Salt Lake City y su área metropolitana, más del 70% de los 2 millones de habitantes son mormones. En esa ciudad están los cuarteles generales de la iglesia y el templo principal. Tan marcado está Utah por la religión que fue con la llegada de los pioneros mormones al valle del lago salado, el 24 de julio de 1847, cuando se creó ese estado de EEUU, cuyo territorio hasta ese momento era parte de México. Brigham Young, líder histórico de los mormones, entró al lugar a través de una montaña y decidió instalar allí la ciudad y luego el templo.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (LDS por sus siglas en inglés) es el principal empleador en Utah y el mayor propietario de tierras. Eso explica el peso que tiene y el hecho de que los propios legisladores estatales admitan abiertamente que sus decisiones están influidas por el peso de los mormones.
«¿Cuánto incide la iglesia en las decisiones que toman?», le preguntó El Observador a dos representantes estatales demócratas y un senador republicano estatal de Utah. Los tres coincidieron en que mucho. «Solo una o dos veces al año vienen (al Congreso estatal de Utah) a dar su opinión sobre algún tema en particular. Pero la influencia es diferente, porque más del 90% (de los legisladores) somos mormones. No necesitamos que la iglesia venga. Es más un tema de pensamiento, no es necesario que la iglesia nos llame», admitió el senador republicano Todd Weiler.
Tan importante es el peso de los mormones, que hasta hace poco la iglesia era propietaria exclusiva del banco más fuerte de ese estado (Zion Bank) y construyó un enorme y moderno shopping frente al templo. «Como el mayor propietario de tierras y el mayor empleador, tiene derecho a opinar qué considera que es mejor para el estado», dijo Weiler. Sin embargo, señaló, «nadie de la iglesia» les dijo «nunca qué votar». No es necesario.
El representante demócrata Brian King también es mormón y coincidió con Weiler aunque con algunos matices. Según él, depende mucho también la zona por la que son electos. «En mi distrito el 60% no es LDS», dijo, por lo cual el peso es menor que en otros.
Su colega Rebecca Chavez (también demócrata) no es mormona y según contó se le hace difícil por momentos intentar poner sobre la mesa puntos de vista diferentes, al sostener una visión minoritaria en una comunidad con una religión tan extendida. «Puede ser frustrante para alguien que no tiene fe (estar) donde hay una posición mayoritaria. Pero esas son las reglas», agregó.
Conservadores
Por esa misma influencia de los mormones, en Utah y en particular en su capital, Salt Lake City, sus habitantes son muy conservadores.
Mientras El Observador estuvo en la ciudad, se desarrolló una de las dos conferencias anuales que realiza la LDS. El sábado 1° de octubre de tarde, las calles de Salt Lake City estaban repletas de hombres vestidos con traje y corbata (los hermanos) y de mujeres con atuendos muy prolijos, que venían de escuchar los sermones del presidente de LDS, Thomas Monson.
Pero al otro día explotó una bomba: se filtraron en Youtube videos en los que la cúpula de LDS discutía en privado asuntos como el matrimonio igualitario, el aborto, la crisis de vivienda (en Utah sorprende la cantidad de pobres viviendo en las calles), la moral matrimonial y las relaciones con los musulmanes y los kurdos.
«Es la primera vez que pasa algo así. En general son muy cerrados», contó Noyee, el mismo día que su periódico publicaba en portada como título principal el contenido de esas filtraciones.
Pese a que su propietario y su nueva directora son mormones, el Salt Lake Tribune se muestra independiente de la iglesia. En anteriores elecciones apoyó desde sus páginas editoriales tanto a demócratas como a republicanos, y este año dejará la decisión para último momento. «Es una elección en la que las cosas cambian muy rápido», argumentó la editora/directora Jennifer Napier Pearce.
La visión generalizada es que es un diario más volcado hacia la izquierda. Esa es una lógica que les gusta mucho a los estadounidenses: poder tener equilibrios y nada mejor que el «perro guardián» de la prensa sea lo más opositor posible al statu quo dominante.
En Salt Lake City, además de conservadores, la enorme mayoría de la población es republicana. Esto queda claro con solo mirar la composición del Congreso local. En el entorno de 85% de los legisladores son de ese partido.
El dilema
Con ese escenario no cabrían dudas de lo que va a pasar en noviembre: Trump puede contar con ese estado. Pero, de nuevo, el peso de la LDS incide. Y los mormones no quieren nada al candidato republicano.
«¿Por qué Trump es controversial acá en Utah?», preguntó El Observador a los congresistas. «Religión, inmigración, los valores: es divorciado dos veces y casado tres», contestó del demócrata Brian King.
El republicano Weiler fue más allá. «Hay temas más fuertes. No parece religioso en nada. No me importa si es mormón, católico, o lo que sea. Pero no veo ninguna religión. Divorciado dos veces, preocupa. Pero más que tuvo muchos affaires en el medio de esos divorcios», respondió.
Otra punto que le genera rechazo al líder del senado de Utah por los republicanos es la confrontación constante a la que apela Trump en su campaña. «A los de Utah no nos gusta cuando la gente nos insulta de frente. Preferimos que nos acuchillen por la espalda», dijo en tono de broma.
Logan es una ciudad pequeña, de 49 mil habitantes y situada a una hora de Salt Lake City, en ese cinturón metropolitano que concentra el 80% de la población del Estado. Su alcalde, Craig Petersen, un exprofesor de más de 70 años, también es mormón. Aunque no fue electo por ningún partido, es republicano. Si bien toda la vida votó igual, esta vez no lo hará, porque no coincide en nada con Trump. Cree además, que su pensamiento representa lo que siente la mayoría de los integrantes de la LDS.
Weiler arriesgó incluso pronóstico: «Trump va a ganar en Utah, pero con una mayoría mucho más ajustada que cualquier otro presidente republicano». Él no lo votará.
No me pregunten
«Hay ‘ardientes Donald Trump‘ republicanos. Hay ‘nunca Trump’ republicanos. Y luego están los ‘no me pregunten, no voy a responder’ republicanos»: así empezaba una nota del Salt Lake Tribune del domingo 2 de octubre. Le preguntaron a todos los líderes republicanos y esa última fue la respuesta de varios, entre ellos el excandidato republicano (2012) y mormón Mitt Romney, el gobernador de Utah Gary Herbert y dos senadores del estado ante el Congreso de EEUU.
El comunicado contra Trump
Si bien la iglesia mormona como tal ha evitado entrar en polémicas políticas, este año tuvo que hacerlo para responderle directamente a Trump. En enero, cuando el candidato habló de prohibir el ingreso de musulmanes a EEUU, la LDS emitió un comunicado. «La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es neutral en lo que respecta a la política de partidos y las campañas electorales. Sin embargo, no es neutral en relación con la libertad religiosa».