El obispo de Timor Oriental Carlos Belo, Nobel de la Paz en 1996, ha sido acusado de abusos sexuales por varios hombres que aseguran haber sido sus víctimas entre los años 70 y 90, cuando el religioso ejerció de mediador durante la lucha por la independencia de su país, según la revista neerlandesa De Groene Amsterdammer.
Según una investigación propia del semanario de Ámsterdam, varias personas aseguran haber sido víctimas de abusos sexuales en su adolescencia por parte de Carlos Filipe Ximenes Belo durante los años en los que Timor Oriental luchó por su independencia de Indonesia, entre 1975 y principios de los 1990.
Durante esos años, en los que la situación en Timor Oriental era de miseria y hambre, la iglesia jugó un rol primordial como institución que ayudaba a los más necesitados y como refugio para aquellos que protestaban contra el régimen indonesio que ocupó el país durante 24 años.
La revista neerlandesa explica que habló con veinte personas: funcionarios, políticos, trabajadores de ONG, personas de la iglesia y otros profesionales que conocían personalmente a al menos una víctima de Belo, que ahora tiene 74 años.
En 1996 Belo recibió el Premio Nobel de la Paz, junto al activista y político José Ramos-Horta, actual presidente de Timor Oriental.
Una de las víctimas con las que ha hablado la revista neerlandesa es un hombre que ahora tiene 42 años, y que dice haber sido invitado en una ocasión por Belo a su residencia cuando era tan solo un adolescente: “El obispo me quitó los pantalones, comenzó a manosearme sexualmente y me practicó sexo oral”, aseguró.
Otro hombre, que tiene ahora 45 años, dice haber sufrido abuso y violaciones repetidamente cuando era un adolescente y que, como la víctima anterior, también recibió dinero del obispo para no denunciar, “para asegurarse de que mantendría la boca cerrada, para asegurarse de que volvería” con él, aseguró la víctima.
Belo renunció de forma repentina en 2002 -año en el que la revista comenzó su investigación- como líder de la iglesia, poco después de que Timor Oriental lograra su independencia y se convirtiera en el Estado número 191 de Naciones Unidas, y, en un comunicado oficial, el Vaticano explicó que el relevo se debe al “agotamiento físico y mental” del obispo.
En 2004, Belo abandonó Timor Oriental para trabajar como vicario sacerdotal, un rango inferior al de obispo, en Mozambique. Ni el Vaticano, ni la iglesia en Timor Oriental contestan a las preguntas del semanario sobre las acusaciones de abuso sexual.
En un artículo titulado “Lo que queremos es una disculpa”, De Groene Amsterdammer asegura que las acusaciones contra Belo han sido durante mucho tiempo “un secreto a voces” en Timor Oriental, y las víctimas tuvieron mucho miedo a hablar de lo ocurrido porque no solo es un obispo, sino también “un héroe nacional”.