El centro sanitario impulsó el servicio en 2017 de forma laica, el que ya ha realizado 2.500 visitas
¿Cómo afrontas la muerte desde una camilla del hospital? ¿Qué les dices a una familia que espera el resultado de un paciente que no quiere compartirlo? ¿Cómo superas la soledad dentro de cuatro paredes blancas?. Sara Pons, responsable del Servicio de Salud Espiritual del Hospital de Mollet, se enfrenta a estas preguntas todos los días, desde hace casi ocho años. Este centro sanitario concertado de la Generalitat y de la institución de la Fundación Sanitaria Mollet ha sido pionero en ofrecer un acompañamiento espiritual de forma laica a pacientes, familiares y profesionales del centro.
En 2017, el hospital instauró la Atención de Salud Espicritual, siendo el único en la región que lo ofrece de manera no religiosa. Fruto de la experiencia acumulada por los profesionales del centro y de la creciente demanda, en 2023 se consolidó bajo el nombre de Servicio de Salud Espiritual, realizando un total de 424 visitas ese año. Actualmente, Sara Pons imparte charlas y talleres formativos en varias universidades y centros, ya que «hay varios hospitales de Catalunya [no puede desvelar por motivos de confidencialidad] interesados en el servicio»: «Cada vez recibimos más llamadas y consultas de otros centros, porque es algo totalmente innovador y a menudo desconocido«, explica Sara Pons, la responsable de esta área, cuyo objetivo es acompañar a los pacientes durante los momentos más vulnerables y difíciles de sus vidas.
«Somos un hospital de referencia, y la demanda tanto interna como externa está en aumento porque funciona», explica el doctor Jaume Duran, director gerente de la Fundació Sanitària Mollet (FSM), de la que depende el hospital.
“Queríamos centrarnos en este aspecto porque es una dimensión humana que necesita ser cuidada en momentos de fragilidad y vulnerabilidad, requiriendo una mirada que va más allá de las otras dimensiones humanas: la biofísica, la emocional y la racional”, señala Duran. Sara Pons detalla los tres ejes principales de su servicio: «Cómo responder a una pregunta difícil, como ‘¿cuándo moriré?’; cómo atender a una familia cuando el paciente no quiere compartir su diagnóstico; y cómo gestionar un choque emocional».
Concretamente, desde su puesta en marcha, se han realizado 2.500 visitas en el centro a pacientes en situaciones de gravedad, cronificación avanzada, soledad o en fases paliativas, así como a sus familiares.
«Poder morir en paz»
«Te amortigua el golpe en uno de los momentos más duros de tu vida». E.C.F. está a la espera de recibir un diagnóstico y que le baje la Bilirrubina. Lleva casi dos semanas ingresado en el Hospital de Mollet y ya ha recibido tres visitas del Servicio de Atención Espiritual. «Al principio, cuando me dijeron que vendría este servicio, fue un doble golpe, siempre había pensado que este tipo de atención se ofrecía cuando estabas ya a paliativos», comenta, pero ahora, con perspectiva, dice, que estas sesiones se han convertido en un «oasis». «Las enfermeras me vieron decaído y me ofrecieron este servicio, que me ha dado una visión totalmente diferente de mi ingreso. Desde entonces, he conectado más con todo, le he dado la vuelta a esta espera», explica el paciente ingresado, quien dice que “nunca se hubiera imaginado conectar tanto consigo mismo a través del silencio, la mirada y calidez al tener alguien desconocido a tu lado”.
Rosa María López también experimentó el servicio. Su marido falleció en 2020 a los 46 años por un cáncer de páncreas, fue el único de todo el hospital que no contrajo la Covid-19. Tras cuatro sesiones con el Servicio de Espiritualidad, Rosa explica que él murió «completamente en paz»: «Se pudo liberar de toda la rabia que tenía dentro y me decía que era gracias al servicio del hospital». Rosa recuerda que su marido le contó todo con «una claridad admirable»: «Cómo quería que fuera la ceremonia, con qué canción empezar y con cuál terminar. Incluso escribió a nuestro hijo consejos para afrontar la adolescencia». Rosa, tras la experiencia de su marido, también accedió al servicio: «Yo estaba en estado de shock. Mi marido entró pensando que tenía piedras en el riñón y falleció a los dos meses por cáncer. Me quedé mucho más tranquila al hablar con Sara y, además, consiguió transmitirme esa paz en los momentos más duros. Tener a alguien al lado mitiga el golpe de la muerte»:
La otra cara de la moneda es Georges. A sus 64 años, el 28 de agosto de 2023 le diagnosticaron Guillain-Barré (SGB), un trastorno poco frecuente en el cual el sistema inmunitario daña las neuronas, causando debilidad muscular y, a veces, parálisis. «Estaba ingresado en semi críticos, totalmente inmóvil», relata. Georges explica que tenía los ánimos bajos y que esta situación cambió gracias al Servicio de Espiritualidad: «Para mí, estas sesiones tenían el mismo efecto que un paracetamol, o incluso mejor», cuenta. En menos de un año ya puede caminar, algo poco común tras haber contraído SGB.
Para el doctor Jaume Duran el servicio ha sido la “clave del éxito”, en términos de salud propia y de autoconocimiento. Explica que tras realizar este servicio a los pacientes también se ha abierto la puerta a los profesionales del centro a sumergirse a este servicio, del que dice, cada vez hay más demanda externa e interna. ¿Los futuros pasos del servicio?, “Seguir formando y alcanzado a más pacientes para normalizar, visibilizar y cuidar la salud espiritual, muchas veces olvidada”, concluye Pons.