El arzobispado de Granada ha publicado un libro que enseña a la mujer «la obediencia leal y generosa» en el matrimonio. La autora remite a San Pablo. Supongo que el arzobispado pensará, con ella, que esa afirmación paulina es infalible. Ahora me explico la insistencia en negar el sacerdocio femenino. En fin, este esperpéntico hecho muestra lo que mis alumnos llamarían un «cacao mental». En «La revolución de las mujeres» hice una antología de textos sobre la educación de la mujer en el nacionalcatolicismo. Por ejemplo, se recomendaba a la esposa «que haga entender a su marido que él sigue siendo superior». En la revista «El mensajero del Corazón de Jesús» (Noviembre 1952) leo: «Se enseña a las niñas muchas cosas inútiles, mucha lectura, muchas cosas vanas, todo menos el ser mujeres, ser españolas y el ser verdaderamente virtuosas». La Ley 24/4/1958, vigente hasta 1975, decía: «Existe la potestad de dirección, que la naturaleza, la Religión y la Historia atribuyen al marido, dentro de un régimen en que se recoge fielmente la tradición católica que ha inspirado siempre y debe inspirar en lo sucesivo las relaciones entre los cónyuges». Vuelve la moda retro.
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