El informe del Eustat del primer trimestre otorga carácter testimonial a los enlaces religiosos frente al ascenso de los matrimonios civiles
Casarse por la Iglesia comienza a tener ya un peso estadístico que raya lo anecdótico. Desde que en 2006 el número de matrimonios civiles superase por primera vez a los religiosos, el desplome ha sido incuestionable. En cascada. Tanto es así que hoy la proporción en Álava ni siquiera llega a dos de cada cien. Es uno de los datos más relevantes que aporta el estudio del Servicio de estadística del Gobierno vasco (Eustat). Se refiere específicamente al primer trimestre de este 2017 y, si bien es cierto que se trata del periodo del año en el que se formalizan menos matrimonios, la brecha entre los canónicos y los civiles alcanza la dimensión de sima.
De los 121 que se computaron en ese arranque -88 de ellos en Vitoria- apenas dos se celebraron con liturgia religiosa; el 1,6% del total. Puesto en contexto, analizado el mismo periodo de 2016, se trataría de tres uniones menos y otros tantos puntos porcentuales de diferencia a la baja. Y eso teniendo en cuenta que, en términos absolutos, el interanual ha registrado un repunte del 5% (el pasado año se inició con 115 nuevos matrimonios).
Cónyuges de generaciones en las que se impone la laicidad en muchos aspectos de sus vidas y el hecho de que las bodas civiles hayan adoptado en la práctica la misma vistosidad, en cuanto a vestuario y celebraciones que antes parecían exclusivas del boato eclesiástico, llevan a muchas parejas a optar casi de manera sistemática por el juzgado, una instancia del Ayuntamiento o cualquier otro lugar público para sellar un nuevo matrimonio. La religión, en definitiva, se vive de otra manera.
Una tendencia extendida que sin embargo en Álava, a tenor de lo reflejado por el Eustat, parecería tener un mayor peso. Porque se trata del territorio donde la boda canónica tiene un carácter más simbólico. Dicho de otro modo, tanto en Bizkaia como en Gipuzkoa el paso por la iglesia se movió en el entorno del 6% (cuatro puntos más que aquí). A partir de ahí, en el contexto de Euskadi, el guarismo del territorio histórico se empequeñece aún más: el 91% de los 978 matrimonios heterosexuales fueron civiles, una cifra similar a la que se registró en 2016 (91,2%).
Parejas del mismo sexo
Esta opción, el registro como pareja ante el juzgado, es la única que existe para las personas del mismo sexo. En Álava se produjeron dos matrimonios (uno en febrero y otro en marzo) en el periodo analizado por el Eustat. En ambos fueron mujeres las que decidieron sellar un proyecto en común; el mismo número, también con contrayentes femeninas, que en el arranque del pasado año.
En lo que se refiere a la edad, el perfil en Álava es perfectamente extrapolable al del conjunto de Euskadi. Nueve de cada diez hombres superan los 30 años y lo mismo sucede en el 85% de las mujeres. En los dos sexos, según el informe estadístico del primer trimestre, se habría producido un ligero descenso en relación al mismo periodo de 2016 -de en torno a 1,5%-. Pero aún son porcentajes muy altos.
Y en esa variable, que el matrimonio se retrase, juega un papel clave el contexto económico, como apuntaba a este periódico recientemente el sociólogo Iñaki Ruiz de Pinedo. «Las crisis económicas tienen efectos importantes porque un matrimonio conlleva no sólo un proyecto de vida en común sino también un proyecto económico». La estabilidad laboral, en definitiva, juega un papel sustancial.