La fiesta traspasa el sentido religioso para convertirse en un fenómeno social, cultural, económico y artístico
«Es algo complejo. No se puede explicar, hay que vivirlo y sentirlo»: un acercamiento con voces del sur
“Ateo pero cofrade”. Esta expresión choca cuando se pronuncia arriba de Despeñaperros. Pero es la síntesis de un sentimiento que recorre Andalucía durante la Semana Santa, celebración que en el sur ha traspasado su significado religioso para convertirse también en un fenómeno social, cultural, económico y artístico que une a millones de personas más allá de los desfiles procesionales y la fe. Un espacio resignificado en el que hay costaleros comunistas y nazarenos sindicalistas, además de contar con una amplia presencia del colectivo LGTBI, por contradictorio que parezca.