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«Solo cambia que Mubarak no está»

Kamel trabajó en la televisión estatal dos décadas hasta 2006 Tras la revolución que tumbó a Mubarak regresó, pero solo duró dos programas

Bothaina Kamel, en otros tiempos el espíritu de la energía y el optimismo, está ahora deprimida. Abre la puerta de su apartamento en El Cairo vestida de andar por casa y con el pelo alborotado. Egipto tiene nuevo presidente, sí. Elegido libremente, también. Pero para esta conocida presentadora de televisión egipcia y única mujer que presentó candidatura a la presidencia el mes pasado, la transición del país hacia la democracia hace agua por todas partes. El Ejército, con su poder recién consolidado, se reparte el pastel con unos islamistas de cuyas intenciones, esta mujer minifaldera no se fía. “No ha cambiado casi nada. La única diferencia es que Mubarak ya no está y que los militares están más presentes”.

La Junta Militar emitió una nueva Constitución justo cuando los egipcios terminaban de ir a las urnas para elegir presidente. Mediante ese decretazo se atribuyeron buena parte de los poderes que le correspondían al nuevo presidente y al Parlamento.

Kamel siente que la revolución por la que se dejó la piel en la plaza Tahrir agoniza. Que va a hacer falta mucho tiempo para acabar con los tejemanejes que han regido la vida política durante décadas. “La cuestión es si vamos a tener la energía suficiente para seguir con la revolución”.

“La cuestión es si vamos a tener la energía suficiente para seguir con la revolución”

Convencida de que no iba a ganar, Kamel presentó su candidatura para las presidenciales. Enviaba el mensaje de que la alta política también es cosa de mujeres. Le faltó poco para lograr los apoyos necesarios y convertirse en candidata oficial, a pesar de que, dice, su proyecto fue boicoteado por los militares.

Kamel pertenece a la legión de egipcios que no votaron en la segunda ronda. Ninguno de los dos candidatos —un militar y un islamista— le parecieron digeribles. A los islamistas los considera parte del sistema contra el que lucharon los revolucionarios y desaprueba las negociaciones que desde que cayó Mubarak mantienen con la Junta Militar. “Además, soy profundamente laica y no podía votar a los Hermanos Musulmanes”. Ahmed Shafiq, último primer ministro de Mubarak y candidato oficioso del ejército le repele aún más. “Si hubiera ganado Shafiq me sentiría aún peor”.

Tarde o temprano volverá a la política, pero ahora lo que le pide el cuerpo es tomar distancia y dedicarse a pelear por los derechos de la mujer. “Los islamistas ahora hablan de que el lugar de la mujer está en la casa. A las que salimos a protestar nos llaman prostitutas”. Aun así no cree que las mujeres vayan a sufrir un recorte de libertades drástico en el nuevo contexto político. “Nadie va a obligarme a ponerme el hiyab. Pero creo que no es bueno pensar en las desgracias que puedan pasar. El miedo es una enfermedad”.

Kamel trabajó como presentadora en la televisión estatal dos décadas, hasta 2006. Después de la revolución que tumbó a Mubarak, Kamel volvió a la televisión. Pero solo duró dos programas. “Me quitaron. Mi jefe me explicó que no había sido él, que fueron los militares”.

Al acabar la entrevista, una pegatina en la puerta despide al visitante: “Abajo la Junta Militar”.

Kamel trabajó en la televisión estatal durante dos décadas.

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