El cerro de la bandera, lugar en el que se encuentran las antiguas minas de carbón que abastecían de este mineral a la ciudad fue declarado ‘Santuario del Silencio y la Paz’, un lugar que será transformado para que los caleños tengan un eco parque con senderos ecológicos y lugares de encuentro para la espiritualidad, hasta allí la cosa va bien.
Lo que suscita al menos un par de preguntas es la iniciativa planteada por el alcalde Rodrigo Guerrero la cual gira en torno a la construcción de una catedral de carbón en el lugar aprovechando los socavones, esta idea fue manifestada durante la firma de intención entre la Comisión Interurbana de Reconciliación y convivencia –Ciurc- y la Administración Municipal.
¿De donde saldrían los recursos para construir el templo católico?.
Uno de los principios característicos de la Carta Política colombiana es el de la laicidad del Estado Colombiano. En Estados pluralistas como el nuestro, los gobiernos deben mantener un comportamiento de neutralidad frente a las posturas religiosas de sus administrados, por lo que resultaría inconveniente que los recursos de un estado laico se destinen a la construcción de un monumento católico, o que un espacio público patrimonio ambiental de la comunidad sea transformado en un templo religioso.
En Colombia muchos monumentos y edificios religiosos hacen parte del patrimonio cultural e histórico del país. Además de los parques y símbolos precolombinos que representan nuestro patrimonio indígena. Invertir en la conservación de este patrimonio cultural es una de las responsabilidades del estado, algo muy diferente a que los gobiernos tengan la libertad de invertir sus recursos en la construcción de nuevos monumentos religiosos, con lo que se violaría el principio del estado pluralista.
Sobre el proyecto de la Catedral de Carbón el alcalde guerrero dijo. “Tradicionalmente el cerro de La Bandera tenía en su entrañas las minas de carbón, que llegaron a ser más importantes que el mismo Cerrejón. Hay kilómetros de socavones. La idea que se tiene es convertir algunos de esos socavones y llevar a la gente para que los recorra y se vaya acercando, hasta que simbólicamente vea la luz acá en el cerro”, precisó el alcalde.
El mandatario municipal también señaló que la idea no es descabellada y que varios arquitectos han ofrecidos sus servicios para construir la catedral y hacer los diseños. Uno de los arquitectos a los que el alcalde Guerrero hizo mención fue Misha Birmaher, quien precisó que la ciudad no sabe lo mágica que es la montaña.
“Tiene una energía muy especial y quizás es el único sitio cercano que permita ser visualizado con una intensidad así, por ello, que podamos sacarle todo el jugo sería perfecto para Cali”, enfatizó el arquitecto.
Por su parte el sacerdote Franciso Leudo quien se mostró entusiasmado con la idea la cual comparó con las minas de sal en Zipaquirá, afirmó que, “tenemos que aprovechar esta generosa cesión de la Universidad del Valle y poder construir con la mesa interreligiosa la ‘Catedral del Carbón, para que la ciudad vuelva a lo espiritual y las personas se encuentren consigo mismo y con Dios”, concluyó el párroco.
¿Acaso no sería más justo recrear lejos del carácter religioso, la historia del lugar en la que centenares de trabajadores se internaban en las entrañas de la tierra para asegurar la provisión de carbón de la primera ciudad del sur occidente colombiano?.
¿Acaso no basta con los símbolos religiosos que hoy identifican a la capital vallecaucana como Cristo Rey, el cerro de las tres cruces, la iglesia de la Merced o la Ermita?
Sería mucho más apropiado recordar con un monumento a los trabajadores que llegaron con sus familias desde el Viejo Caldas a trabajar en las minas caleñas a raíz del destierro vivido durante el violento periodo comprendido entre 1905-1920 a causa de las luchas bipartidistas.
La propuesta del alcalde no deja de ser cosmetológica frente a los diversos problemas que van desde la crisis humanitaria de los sectores marginales asentados en los cinturones de miseria de la ciudad, desabastecimiento de agua, problemas ambientales e inseguridad entre otros. La inversión social para combatir los problemas estructurales de la ciudad debería primar sobre este tipo de iniciativas planteada por el alcalde Guerrero.
La capital vallecaucana tiene una de las tasas de desempleo más elevadas del país, según el DANE el desempleo se ubicó en 11,1 % durante el trimestre mayo-julio del 2015, presentando una mejoría con respecto al año anterior, pese a que en mayo se dio el cierre de la planta de Mondelez (Adams) que dejó a 480 personas sin trabajo, además del ajuste que realizó la empresa Yupi, de donde también salieron alrededor de 114 trabajadores, sin embargo el informe de dicha entidad altamente burocratizada no es más que un pequeño atisbo de la situación real, teniendo en cuenta que sus cifras siempre están en concordancia con el establecimiento y su necesidad de mostrar resultados. Solo por citar un ejemplo, al cierre del 2013 el desempleo en el Valle del Cauca fue del 15,7 por ciento, uno de los más altos en todo el país. Pero en febrero del 2014 ya había bajado a 12,9 por ciento. ¿Qué mágica formula laboral usaron en el DANE que tan solo en dos meses lograron reducir el desempleo en un 2,8 por ciento?.
Otro problema que enfrenta Cali son sus altos índices de violencia. La cifra oficial de homicidios en el 2013 fue de 1.939 asesinatos, en el 2014 se presentaron 66 muertes violentas por cada 100.000 habitantes y aunque al sol de hoy hubo una reducción en las muertes violentas las cifras siguen siendo escandalosas.
En lo concerniente a la educación hay que recordar que en el 2014 las pruebas Pisa dejaron al descubierto lo mal que se encuentra el país. De las cuatro ciudades colombianas que participaron en las pruebas, la capital del Valle ocupó el último lugar en desempeño a esto hay que sumarle que el mayor déficit en la oferta educativa de la ciudad históricamente se ha concentrado entre los niños y niñas pobres menores de 5 años según datos oficiales.
En términos de manejo de los recursos hídricos hay que señalar que Cali es una de las ciudades que más desperdicio o perdida de agua presenta en el país, las cifras son alarmantes, con la cantidad de agua potable que se pierde en el proceso de distribución en los 3000 kilómetros de redes en mal estado en un año, Emcali podría abastecer a dos y medio millones de caleños durante un año y le sobraría agua. Hoy el 70% del agua que abastece la ciudad se toma de la cloaca en la que hemos convertido al río Cauca, destinatario final de las aguas residuales.
La solución de todos estos problemas pasa por el eje transversal de la inversión social por lo que cabe preguntarse con que recursos de llegarse a concretar la iniciativa del alcalde se construiría dicha catedral.