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Sobre el párroco de San Pedro en Gijón y el laicismo

En respuesta a la interpretación de “laicismo” que el párroco de San Pedro*** da en La Nueva España del 22 de junio, escribe Luis Fernández:

He leído con atención el escrito del párroco de san Pedro en este periódico, en el que intenta argumentar sobre el concepto de laicismo. Para empezar, dice refiriéndose a quienes se congregan para participar en su bendición de las aguas de la bahía: “Nosotros somos gijoneses creyentes, es más, con toda seguridad, somos primero gijoneses y luego creyentes”.

Catherine Kintzler, una de las más claras formuladoras de lo que es el laicismo, afirma: “El hecho religioso… no tiene ningún carácter fundador o primordial, previo a la asociación política”

¡Sorpresa! Ambos están de acuerdo en que la asociación política es previa a la creencia religiosa. Por eso entre los y las gijonesas existen pertenecientes a muy diferentes formas de creer, por eso la ciudad está abierta a cualquier otra conciencia, y por eso los principios de gestión de la ciudad son anteriores a cualquier confesión ¿Será laico el párroco?

Parece que la interpretación de esta afirmación común es muy diferente para cada autor. Para Kintzler, consecuentemente con su afirmación, “los poderes públicos son garantes de la tolerancia civil y precisamente por ello resulta imposible aplicarles esta misma tolerancia. No podemos otorgar a los poderes públicos el derecho de gozar de la libertad religiosa de que gozan los ciudadanos… De ahí que los poderes públicos permanezcan en guardia precisamente para que la sociedad civil pueda gozar de tolerancia”.

Para el párroco esa afirmación de prioridad de la ciudadanía sobre la creencia no le lleva a nada. En su análisis, a pesar de reconocer que “España es un país aconfesional o laico” le disgusta la utilización del término “laicismo” por parte de la Alcaldesa, a quien el diccionario de la Real Academia -antigua y definitiva fuente de información- le dice que significa “independencia del individuo o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa”. Y este disgusto (el de la independencia del Estado de cualquier confesión religiosa) le lleva a unas extrañas reflexiones sobre el Estado laico, la laicidad y el laicismo.

Le parece que hay que evitar el término “laicismo” porque “ese sustantivo, comúnmente lleva consigo una cierta radicalidad, hostilidad o indiferencia”. Y afirma, con la seguridad que le da el poseer la verdad (la de la verdadera fe): “Hoy ya se suele utilizar para hablar de las relaciones entre Estado-lglesia otra palabra, “laicidad”, que puede ser positiva o negativa. Creo que le va mejor lo de “laicidad positiva” a la Constitución Española porque habla de cooperar, no de “defender”

Desde el punto de vista del laicismo este conjunto de afirmaciones carecen de sentido. Para dos filósofos tan poco radicales como Maclure y Taylor, “la laicidad es una modalidad de gobierno que permite a los Estados respetar por igual a personas que tienen visiones del mundo y esquemas de valores diferentes. Descansa en dos grandes principios morales, el de la igualdad de trato y el de la libertad de conciencia, asistidos por dos procedimientos que permiten la ejecución de estos principios, la separación de las iglesias y el Estado y la neutralidad del Estado respecto a las religiones. Los procedimientos de la laicidad no son tan sólo medios contingentes que nos podemos ahorrar. Por el contrario, son disposiciones institucionales indispensables”.

Si lo comparamos con la definición de la RAE, parece que hacer exégesis de las hipotéticas diferencias entre laicismo y laicidad es un ejercicio carente de fundamento. Sin embargo, si analizamos las acotaciones desde el punto de vista de su intencionalidad, se les aprecia una clara: invalidar la argumentación de la Alcaldesa, al acusarla de apoyarse en un término “radical, hostil o indiferente”, alejado de lo que “hoy se suele utilizar”.

Por otra parte preocupa esa lectura constitucional sobre “cooperar” y no “defender” ¿Así hay que interpretar la Constitución? ¿No hay que defender la separación Iglesias-Estado cuando se conculca? ¿Eso es lo que “le ha ido muy bien a España” en “estos últimos cuarenta años”?


***El párroco de San Pedro convoca anualmente la ceremonia de “bendición de las aguas”, que tras la celebración de la misa, se lleva a cabo el 29 de junio, festividad de San Pedro en Gijón. Este año la alcaldesa, Ana González, ha anunciado que no asistirá argumentando su ausencia

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