El eclesiástico con nombre de oficial de las SS era conocido como el cura del diablo en los chupaderos y campos de la muerte donde los militares argentinos torturaron, asesinaron e hicieron desaparecer a miles de inocentes durante la dictadura militar, entre 1976 y 1983. Capellán de la policía bonaerense bajo la dependencia del general Camps, tristemente conocido como el carnicero de Buenos Aires, el padre Von Wernich se valía de su condición de sacerdote para obtener información de las víctimas.
Santificó los vuelos de la muerte
Este Torquemada rioplantense disfrutaba infringiendo tormentos a los presos, participando en los interrogatorios, santificando los vuelos de la muerte, extorsionando a los familiares de los detenidos y amparando el secuestro de criaturas que eran entregadas en adopción a los militares torturadores. Por todo ello ha sido condenado a pasar el resto de sus días en prisión, tras concluir el tribunal que Von Wernich fue partícipe necesario en el asesinato de siete jóvenes estudiantes de secundaria, además de intervenir en 42 secuestros y 31 casos de tortura.
Complicidad con la dictadura
La ejemplar sentencia certifica la complicidad que hubo entre la iglesia católica argentina y los verdugos militares, basada en el amparo y la bendición que los eclesiásticos concedieron al terrorismo de Estado, como acreditó muy rigurosamente Prudencio García en “El drama de la autonomía militar: Argentina bajo las juntas militares” (Alianza 1995).
Verdugos con sotana
Militar español retirado y consultor de la ONU, Prudencio García refirió de manera exhaustiva la mentalidad de Cruzada con que se emplearon los espadones argentinos, apoyados sin recato alguno por la jerarquía católica, para “separar la mala hierba de la buena”. Christian Von Wernich no fue el único verdugo con sotana. Hubo otros cuantos capellanes que mancharon sus manos de sangre inocente –Tórtolo, Bonamín- y muchos más que avalaron a verdugos y torturadores de comunión diaria. Pero de todo esto no se habla en la cadena radiofónica de los obispos españoles.