El magnicidio del político japonés Shinzo Abe ha impactado el mundo de la política. Según la policía, su asesino Tetsuya Yamagami, un exmilitar, afirma que el atentado se debió a la financiación de los grupos religiosos por los gobiernos de Abe, quienes llevaron a la ruina a su familia. Si es así, la insistencia de Tokio, de que no se trató de un asesinato político, carece de valor: Fue el señor Abe quien dio alas a los grupos fascistas budistas e incluso estableció alianzas políticas con ellos.
Los años del mandato de Shinzo Abe fueron un duro golpe a la democracia japonesa: limitó la libertad de expresión y de prensa. En 2020, Reporteros sin Fronteras bajó el puesto de Japón del 22 al 66 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. Shinzo Abe aprobó una ley que criminalizaba la divulgación de los secretos de Estado, lo cual le daba la posibilidad de bloquear la información. De esta manera, negaba el derecho de los ciudadanos a saber lo que hacen sus representantes. Luego, llevó adelante una sutil estrategia de devolver al poder al militarismo japonés, la misma fuerza con la que simpatizaba el asesino del dirigente socialista Inejiro Asanuma que le calvó una espada samurái delante de las cámaras de la televisión en 1960.
Así quiso despertar al monstruo
Shinzo Abe (1954) admiraba a su abuelo, Nobusuke Kizil, el primer ministro entre 1957 y 1960, que fue encarcelado por las atrocidades cometidas en China durante la invasión japonesa en los años treinta, donde recibió el apodo “Monstruo”. Después de la Segunda Guerra Mundial, Kizil pasó tres años en la cárcel y fue liberado por EEUU (como muchos nazis en Alemania) para que liderara un Japón al servicio de Washington.
Una vez en la política, Shinzo Abe se hizo asesor de la organización de extrema derecha Nippon Kaigi (Consejo de Japón), fundada en 1997, hoy con decenas de miles de afiliados. Durante sus mandatos en 2006-07 y 2012-20 integró en sus gabinetes a varios miembros de este grupo cuyos objetivos son:
– Eliminar el Artículo 9 de la Constitución (1947) que prohíbe al país tener un ejército permanente y librar guerras: considera que “la guerra es un derecho soberano de la nación”. Sin embargo, Japón cuenta con un ejército de facto llamado “Fuerza de Autodefensa” que está bajo el control del Pentágono y puede invadir otros países con el pretexto de “defender a un aliado”. En la guerra del Golfo Pérsico de G. H. Bush y sus compinches contra Irak en 1991, Japón proporcionó 13.000 millones de dólares al militarismo estadounidense que lideró aquella extraña invasión por unos cuarenta países del mundo para “liberar a Kuwait”, este pequeñísimo punto en el mapamundi. Los intentos del hombre fuerte de Japón (respaldados por los círculos bélicos de EEUU), para que se revisara aquel artículo no dieron resultados: las voces sensatas del país, incluidas las del emperador Akihito y el príncipe heredero Naruhito, se opusieron. Por lo que, planeó colarlo por otra vía: cambiar el artículo 96, que exige el voto positivo de dos tercios de ambas cámaras del parlamento y un referéndum para cualquier modificación de la Carta Magna, por una mayoría simple en ambas cámaras. Tampoco lo consiguió.
– No pedir perdón por las atrocidades cometidos por el ejército japonés en Corea y China. Afirma que la anexión de Corea en 1910 no fue ilegal.
– Al igual que los negacionistas nazis que consideran que las cámaras de gas son un invento de los aliados, Nippon Kaigi niega la existencia de “mujeres de consuelo” y que Japón hubiese convertido a cientos de miles de mujeres coreanas y chinas en las esclavas sexuales de sus tropas durante la Segunda Guerra Mundial, para luego matarlas a miles.
– Instalar una monarquía.
– Expulsar a las potencias coloniales de Occidente de Asia Oriental, ¡no por ser antiimperialista!, sino por haber invadido “su feudo”.
– Obviamente, es anticomunista, antifeminista, y se opone a la Ley de Igualdad de Género de 1999, e ignora los derechos para el colectivo LGBT.
Abe desmanteló el “pacifismo positivo” japonés así:
- Sustituyó el concepto de “Casa Común” -una comunidad económica de los países de la región -, por la hostilidad hacia Corea del Norte, y desprecio hacia Corea del Sur, país muy molesto por la negativa del ex primer ministro en reconocer los crímenes de su ejército durante la ocupación entre 1910 y 1945.
- Organizó un acto que parecía un homenaje al Imperio japonés, en un jardín de infancia que fue precedido por su esposa Akie, en el que después de 72 años, se recitó el prohibido Rescripto Imperial, el código educativo del supremacismo japonés (que considera a los chinos y coreanos “razas” inferiores). El gobierno de Abe no solo aprobó el himno, sino que consideró apropiado el estudio del Mein Kampf de Hitler en los colegios como material escolar.
- Silenció a los periodistas que criticaban sus políticas, tras crear un asfixiante clima chovinista, acusándoles de “prochinos” si defendían paz y cooperación con los vecinos.
- Aprobó la “ley de secretos” que permitía al gobierno decidir lo que podía clasificar como secreto, imposibilitando el control democrático sobre el poder.
- Cambió la orientación estratégica del país: alejándole de los países del noreste de Asia para mirar hacia el sur y uniéndose a EEUU con el fin de estrechar el cerco alrededor del país de Mao Zedong: Japón es el nodo clave en estos juegos de guerra de la OTAN. Tras la invasión rusa a Ucrania, Abe criticó a EEUU por su “ambigüedad” en defender a Taiwán contra una posible invasión china. Y eso a pesar de que, Tokio y Washington han elaborado un plan de operación conjunta que permitirá a los marines estadounidenses la instalación de una base de ataque a lo largo de la cadena de islas Nansei, y “responder” a China.
- Convirtió a Corea del Norte en el “Coco” de su política militarista exterior, con el objetivo de desviar la opinión pública de los problemas del país; le presentó como una amenaza existencial para Japón, y respaldó las sanciones de EEUU contra la nación coreana, en lugar de organizar conversaciones con Pyongyang sobre su programa nuclear, ofreciéndole garantías de seguridad.
- Promovió un bloque estratégico para contrarrestar a China. Se le ocurrió al Sr. Abe que India podría ser la otra pata del invento. Pero, el primer ministro indio Manmohan Singh (2004-2014), del partido centrista Congreso lo rechazó: India seguirá siendo No Alineada. Sin embargo, su sucesor, Narendra Modi, de extremaderecha hinduistas, no sólo abrazó el proyecto, sino que le otorgó el premio Padma Vibhushan (“Condecoración de Loto”), por su “servicio excepcional y distinguido”, y su política de la “Confluencia de los dos mares”. Claro que, la respuesta china no se hizo esperar: en el valle de Galwan, el 15 de junio de 2021, un grave enfrentamiento entre el ejército chino y el indio dejó 20 soldados indios muertos. Pero, Abe ya había conseguido lo que no pudo Barak Obama, el único presidente de EEUU que viajó dos veces a Nueva Delhi para atraer a India a una coalición anti-china. El llamado Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) de Abe incorporó también a EEUU y Australia. Durante el mandato de Trump, el QUAD se fortaleció dentro del concepto de la Estrategia Indo-Pacífico. Aun así, Modi se ha opuesto a que el Diálogo se convierta en una estructura del proyecto de la OTAN Asiática (Indonesia y Tailandia también se oponen), por lo que Washington, mientras animaba a algunos países del sudeste asiático, como Vietnam y Filipinas para entrar en el grupo, promovió una alianza militar-nuclear antichina llamada AUKUS, en la que están EEUU, Reino Unido y Australia. En el abril pasado, la prensa japonesa afirmó que EEUU había invitado a Tokio a sumarse, y no solo para paliar su disgusto por haber reducido el peso de QUAD en la zona con la nueva criatura, sino también para que participase en el negocio bélico, desarrollando armas hipersónicas,
- Sometió aún más a Japón a las políticas y los intereses de Washington, a pesar de vender su “nacionalismo”. Shinzo Abe nunca criticó uno de los mayores crímenes de guerra de la humanidad, cometidos contra la nación japonesa por EEUU: las masacres de Hiroshima y Nagasaki. Todo lo contrario: se mostraba orgulloso de seguir sin pestañar a la superpotencia, que suele pisotear todos y cada uno de los principios de los derechos humanos en sus hazañas de someter a otros pueblos. EEUU, que utilizó las bases en Okinawa para agredir a Vietnam y Corea, hoy cuenta con seis bases militares y miles de soldados en el suelo japonés.
- Asignó un gasto militar de 232.000 millones de dólares antes de dejar el gobierno para la compra de equipamientos militares, destructores antimisiles, submarinos, aviones Boeing Osprey, etc. todos de EEUU, obviamente. Japón ha elevado el presupuesto militar, de 1,24% al 2% del PIB, como exige la OTAN: es el octavo país del mundo en términos de gasto en “defensa”.
- Aun sin el Sr. Abe, Japón en Asia seguirá siendo para EEUU como el Reino Unido en Europa (al que utiliza para dividir y gobernar Europa y crear un bloque contra Rusia) o Israel en Oriente Próximo. Pero, el eje nipón-estadounidense se podrá chocar directamente con Rusia y China: en octubre pasado, las patrullas conjuntas de las dos potencias amenazadas condujeron diez buques militares por el estrecho de Tsugaru, entre las islas japonesas de Honshu y Hokkaido. Dato curioso: Rusia y Japón aún no han firmado un Tratado de Paz que ponga fin formalmente a sus hostilidades de la Segunda Guerra Mundial.
- EEUU durante el mandato de Trump afirmó estar abierto a permitir que Japón y Corea del Sur construyeran sus propios arsenales nucleares en lugar de depender del paraguas nuclear estadounidense para defenderse de Corea del Norte y China. Japón es un estado nuclear latente que puede fabricar la bomba en pocos meses. La gobernadora de Tokio, Yuriko Koike quiere una.
Los halcones de la OTAN lloran la muerte de uno de los suyos, mientras el pueblo japonés murmura el haiku de Matsu Basho:
¡Cuántas, muchas cosas
recuerdan
Estos cerezos en flor!