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Saramago vuelve a enfurecer a la Iglesia

El Episcopado portugués califica su último libro de “operación publicitaria”

Con Saramago hemos topado, amigo Sancho. La Conferencia Episcopal Portuguesa se está rasgando las vestiduras porque el premio Nobel de Literatura de 1998 ha arremetido contra la Biblia en la presentación de su último libro, “Caín”, que precisamente reescribe la historia de los primeros hermanos de la historia. Tal como ha declarado el escritor, el texto sagrado de los católicos es “un manual de malas costumbres, un catálogo de crueldad y de lo peor de la naturaleza humana”. Estas palabras han sentado como un jarro de agua fría al portavoz del episcopado luso, Manuel Marujao, quien ha contraatacado definiendo su obra como una mera “operación publicitaria”. Según Marujao, “un escritor de su dimensión debería tomar un camino más serio” ya que “podrá hacer críticas, pero entrar en un género de ofensas no le sienta bien a nadie, y menos a un Premio Nobel”. Con más calma se ha tomado el asunto el representante de la comunidad judía en Lisboa, el rabino Elieze du Martino, que ha dicho que lo suyos “no se van a escandalizar” por los escritos “de nadie”.

“La Biblia es un manual de malas costumbres, un catálogo de crueldad, y de lo peor de la naturaleza humana”, “un libro que tuvo mucha influencia en nuestra cultura y hasta en nuestro manera de ser” sin el que los humanos seríamos “probablemente mejores”. Así habló Saramago el pasado domingo en Penafiel (norte de Portugal) durante la presentación de su libro.

Saramago a la carga
La polémica, evidentemente, estaba servida, pero teniendo en cuenta el contenido de “Caín”, las declaraciones del autor eran accesorias: su libro absuelve al hermano malo del fraticidio culpando a Dios del mismo por ser su instigador y autor intelectual. Aún así el novelista luso, eternamente enemistado con la Iglesia y militante del Partido Comunista Portugués desde 1969, no se quedó corto al denunciar a “un Dios cruel, envidioso e insoportable” que “solamente existe en nuestras mentes”. Su obra, agregó, no causará problemas con la Iglesia “porque los católicos no leen la Biblia”. “Admito que el libro pueda molestar a los judíos, pero poco me importa”, zanjó.

Malestar católico y tibieza judía
Marujao recogió el guante calificando el texto de “operación publicitaria” indicándole al escritor la necesidad de “tomar un camino más serio” e instándole a “hacer críticas” sin “entrar en un género de ofensas”. Menos a la tremenda se lo tomó el rabino Martino, quien declaró que “el mundo judío no se va a escandalizar por los escritos de Saramago ni de nadie” limitándose a observar que el novelista “desconoce la Biblia y su exégesis” y, por tanto, hace “lecturas superficiales” de ella.

Enemistad antigua
La enemistad entre Saramago y el clero viene de lejos. Ya en 1992 su “Evangelio según Jesucristo”, en el que muestra al hijo de Dios viviendo con María Magdalena y huyendo de la crucifixión, un destino al que le ha abocado su padre para extender su poder en el mundo, le granjeó una polémica agria. El Gobierno llegó a vetar su presentación al Premio Literario Europeo ese año por considerar que “ofende a los católicos”. Saramago abandonó su país en señal de protesta y, desde entonces, reside en Lanzarote.

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