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Salah Abdeslam, ‘un loro inteligente’ al servicio del califato

El único terrorista del Estado Islámico que sobrevivió a los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París ya está siendo interrogado en el macro juicio que se celebra en la capital francesa.

Ha llegado la hora de la verdad para Salah Abdeslam, el único terrorista del Estado Islámico que sobrevivió a los atentados del 13 de noviembre de París, que ha comenzado a ser interrogado en el macro juicio que se celebra en la capital francesa. El objetivo esta semana es entender el proceso de radicalización de este francés de origen marroquí de 32 años, criado en el barrio bruselense de Molenbeeck y que de pequeño quería ser piloto de avión.

Dos psiquiatras pudieron entrevistarse con él. Estamos ante un «loro que repite los preceptos del Estado Islámico», dicen los médicos Bernard Ballivet y Daniel Zagury. Pero también avisan de que se trata de «un loro inteligente».

De pequeño, Salah Abdeslam quería ser piloto de avión como tantos otros niños, pero la vida le había reservado otra historia, o más bien él había reservado para su vida otra historia. El perfil de este chico de Molenbeek, en Bruselas, es muy parecido al de otros que abrazaron el totalitarismo yihadista desde sus hogares europeos. Fiestero, asiduo a discotecas y casinos. Una vida bastante banal, siempre con un brazo apoyado entre el aburrimiento y la delincuencia.

Estuvo en la cárcel en 2010 por un robo, luego perdió el trabajo y empezó a interesarse por Siria.

Estuvo en la cárcel en 2010 por un robo, luego perdió el trabajo y empezó a interesarse por Siria. Ese fue el punto de inflexión, dicen los psiquiatras que hace unas semanas se entrevistaron con él. «Es un humano más bien ordinario que se comprometió con la deshumanización totalitaria», escribían los psiquiatras Ballivet y Zagury en un informe al que la prensa tuvo acceso a principios de febrero.

Hasta ahora, en la fase de instrucción, el terrorista se había mostrado bastante hermético, utilizando el tribunal para denunciar las atrocidades de Bashar al Assad y los europeos contra los sirios, sin entrar en consideraciones personales. Ahora ha llegado la hora de saber si ese ‘loro inteligente’ puede romperse en algún momento. Los psiquiatras aseguran que tiene todo un arsenal totalitario que lo protege de lo humano, pero no es definitivo, «puede derrumbarse progresivamente».

«Solo contra todos»

Este es el estado psicológico en el que Abdeslam enfrenta el juicio. «Está en un contexto de solo contra todos. Psicológicamente no tiene ningún interés en reconocer al otro como una víctima», explica David Vavassori, profesor en Psicología y Psicopatología de la Universidad de Toulouse.

«No creo que se derrumbe porque a cambio no le proponen nada. Le están proponiendo la cadena perpetua»

Para este experto que se ha entrevistado con adolescentes radicalizados internados en centros de menores, su postura podrá evolucionar, pero lo único que tiene en estos momentos para sobrevivir es mantenerse en el discurso yihadista. «No creo que se derrumbe porque a cambio no le proponen nada. Le están proponiendo la cadena perpetua, pasar el resto de su vida en la cárcel. Lo único que lo puede mantener psicológicamente en vida es mantenerse en su postura», analiza Vavassori. Por lo pronto, ha dejado atrás su hermetismo y aunque mantenga su discurso agazapado en la trinchera de la yihad, en este interrogatorio se han despejado algunas dudas.

Uno de los interrogantes era por qué la carga de su cinturón explosivo no estalló esa noche. Se barajaban dos posibilidades: tal vez estaba defectuoso, o tal vez él decidió no activarla. No es «un suicida», ha dicho en el juicio, porque «tiene dignidad». Una supuesta dignidad que hizo que los explosivos acabaran en un cubo de la basura de la localidad de Montrouge, en el sur de París, después de haber abandonado el coche en el norte de la capital.

Un coche que había alquilado a su nombre y con el que había conducido a los terroristas al escenario de la masacre del Bataclan; y también, a los yihadistas del Estadio de Francia. Su hermano Brahim, cinco años mayor que él, formaba parte de otro comando, el de las terrazas, que sí activó su cinturón explosivo en un bar cerca de la plaza Nation. Al parecer, su hermano no tuvo su «dignidad».

Abdeslam no activó su cinturón explosivo tal vez «por miedo»

«Pudo sentir miedo», opina Vavassori. «Es sólo una hipótesis, pero pudo tener un momento de lucidez. Esto muestra que la ideología no es una armadura indestructible», agrega. Pero para el experto, podemos estar también ante un discurso que Abdeslam va adaptando a lo que de él espera el tribunal, que volverá a interrogarlo en marzo. «No sabemos la verdad de lo que vivió», dice, y tal vez no lo sepamos nunca.Abdeslam se presenta como el que tenía menos responsabilidad

«Yo no maté a nadie, ni herí a nadie’», insiste. «Cuando haya alguien en un metro, en un autobús o en otra parte con una maleta con 50 kilos de explosivos y en el último momento se diga que quiere parar, sabrá que no tiene derecho a pensar eso porque no se le va a perdonar», final del suspense.

Ahora sabemos que Salah decidió no morir y que piensa que tiene derecho a una segunda oportunidad, a una especie de clemencia que sólo puede conferirse en el ámbito de lo religioso. Pero en la vida, hay reglas.

Es curioso porque parece que no va con él la cosa. Como si no hubiera estado al tanto de nada, como si fuera el amigo que sale de fiesta una noche pero que no bebe porque es el que tiene que conducir. De Abdelhamid Abaoud, el presunto cerebro de los atentados que se explotó en un piso de Saint Denis, en el norte de París, dice que era su mejor amigo, que se conocían desde pequeños, que «lo echa de menos». De su hermano, el que sí se explotó, asegura que «¿quién no haría lo que el hermano dice?».A los psiquiatras les confesó que quería formar una familia

Abdeslam se presenta como el que tenía menos responsabilidad cuando se lleva años anunciando que es la pieza clave de este juicio, sin duda por ser el único terrorista vivo del grupo. Como dice el abogado Gérard Chemla, que representa a una parte de las víctimas, «en mi opinión no es ni una cosa ni la otra».

A los psiquiatras que le examinaron les confesó que quería formar una familia. Sigue la cosa sin ir con él. «No tiene ninguna perspectiva, así que, si no se marca un objetivo, aunque sea muy lejano o ilusorio (como el de formar una familia) se va a volver loco. Está luchando contra esto. Está recreando una ilusión para mantenerse a flote», explica Vavassori, coautor del studio junto Sonia Harrati de The jihadist commitment as a solution to the impasses of family transmissions.

Abdeslam formó parte de un comando que mató a 130 personas en una noche de París extrañamente cálida de noviembre de 2015, en la que las terrazas y los bares estaban abarrotados. El peor atentado que ha sufrido Francia en su territorio. El día que decidió formar parte de ese grupo estaba renunciando a su vida, a sus amigos y a su futuro.

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