“En Irán el velo tiene connotaciones políticas y religiosas. Esta protesta hay que entenderla así. La lucha va más allá del velo. Son los derechos que discriminan a la mujer.”, afirma Sheermohammadi
La última revolución en Irán tiene nombre de mujer. De muchas mujeres. La mayoría, anónimas. Vida Movahed, de 31 años, encendió la mecha el 27 de diciembre. Es el icono de la revolución de las mujeres que sin velo, y sin miedo, desafían a los ayatolás.
Aquel día, miércoles, la joven se subió a una caja metálica para hacerse ver, se quitó en silencio el velo (hijab) y lo ondeó en un palo. Estuvo así 45 minutos en silencio hasta que fue arrestada. En Irán las mujeres han de ocultar su cabello con un pañuelo a riesgo de cárcel y multa. Todo empezó esta vez en la calle Revolución de Teherán (Enghelab, en farsi).
Desde entonces decenas de mujeres iraníes han realizado el mismo gesto que Vida Movahed, que fue liberada hace una semana, aunque aún pesan cargos sobre ella. Están aún encarceladas 29 por desafiar al régimen de los ayatolás al desprenderse del hijab en público. Al quitarse el velo muestran que han perdido el miedo al poder. A cara descubierta se elevan ante sus vecinos para decir basta sin articular palabra. Recuperan así su poder sobre su cuerpo por unos minutos.
“Ha sido emocionante. Tenía miedo. Lo más bonito ha sido que no escuché comentarios despectivos. Reinaba el silencio. La gente me avisó cuando vio a la policía y algunos me protegieron y me escondieron”. Así contaba su experiencia una joven que se atrevió a plantarse sin velo en plena calle en la ciudad de Shiraz, en el suroeste del país.
Es un goteo continuo de actos, que el fiscal general, Mohammad Jafar Montazeri, califica de “infantiles” y considera obra de “agentes del exterior”. El gobierno iraní atribuye la autoría intelectual de estas protestas a Masih Alinejad, una periodista y activista de origen iraní, que ha promovido desde EEUU campañas anti hijab.
La última de sus campañas alienta a protestar los miércoles quitándose pañuelos blancos y por ello se denomina #WhiteWednesdays (miércoles blancos, en inglés). En su página My Stealthy Freedom anima a las mujeres a desvelarse y mostrar sus fotos en acciones que promueve desde 2014. “Las mujeres han dejado de tener miedo. Ahora es el gobierno quien teme a las mujeres”, dice Alinejad en sus redes sociales.
Sin embargo, el desafío de las llamadas hijas de la calle Revolución ya lo plantearon sus madres o sus abuelas en las protestas de marzo de 1979, recién llegado el ayatolá Jomeini al poder. Muchas mujeres que clamaron por la marcha del sha salieron luego a las calles a manifestarse contra la ley promovida por Jomeini que les obligaba a llevar el velo. Primero fue una recomendación, en 1980 se hizo obligatorio para la función pública y en 1983 se prohibió a las mujeres exhibir el cabello.
En una escena del cómic Persépolis su autora, Marjani Satrapi, recuerda cómo su madre fue fotografiada en una de esas marchas contra el velo. “Yo no sabía qué pensar del pañuelo. Era muy creyente, pero mis padres y yo éramos muy modernos y vanguardistas”, confiesa en una viñeta Satrapi.
“Desde las manifestaciones del 8 de marzo de 1979, las protestas recientes contra la obligación de llevar el hijab son las más importantes contra el gobierno. Ahora las mujeres, en silencio, reclaman la libertad para elegir cómo vestirse. Hace casi 40 años decían ‘no hemos hecho una revolución para volver atrás’ “, señala Nozhan Etezadosaltaneh, un joven periodista iraní desde Teherán. Las demandas de las mujeres fueron relegándose y se aplicó la Ley del Hijab dentro de las leyes de protección de la familia.
“Lo interesante ahora es que hay mujeres que quieren llevar el hijab que se solidarizan con quienes no quieren. Las demandas son cada vez más radicales. Los reformistas llevan años diciendo que esta cuestión de la vestimenta es secundaria pero hoy la demanda de libertades individuales y sociales son prioritarias para la generación más joven”, añade Etezadonsaltaneh.
Hay imágenes de mujeres con chador que se quitan el pañuelo, o de señoras mayores. También recuerda este periodista iraní cómo algunos hombres también secundan estas demandas. “No estáis solas”, muestran en sus redes sociales.
Las mujeres en Irán tienen un gran peso en la sociedad, si bien, por ejemplo, no pueden acceder a la Presidencia del país. Sin embargo, desde los inicios de la Revolución Islámica el número de mujeres en las universidades se ha duplicado, de un 25% hasta cerca del 50%. Muchas jóvenes universitarias están ávidas de conocimiento del exterior y su preparación en profesiones como medicina o abogacía es de gran calidad.
El velo tuvo ya un significado político desde tiempos del fundador de la dinastía Palhevi, Reza Shah, quien en 1936, en un intento de modernizar el país prohibió su uso. En 1848 Tahirih, una de las más respetadas intelectuales iraníes, que se unió al babismo, sorprendió a los asistentes varones a una conferencia en Badasht quitándose el velo en lo que se considera el primer gesto feminista.
“En Irán el velo tiene connotaciones políticas y religiosas. Esta protesta también hay que entenderla así. Las mujeres apoyaron a Hasán Rohani (presidente reformista) a ganar las últimas elecciones (mayo de 2017). Había prometido más apertura, pero seguimos igual”, afirma Rima Sheermohammadi, activista iraní de derechos humanos residente en España.
Para Sheermohammadi, resulta significativo ver “cómo Rohani abrió los estadios para que las mujeres acudieran a sus mítines pero ahora siguen sin poder disfrutar de los partidos de fútbol, una afición que tiene muchas seguidoras en Irán”.
Las mujeres participaron activamente en las protestas de diciembre pasado, marcadas por la crisis económica que padece el país, que azota especialmente a la juventud y al medio rural. Entonces eran los obreros los que pedían al régimen mejoras y denunciaban la corrupción. Ahora estas mujeres, muchas de la clase media urbana, piden el fin de la discriminación.
En declaraciones a El Independiente, la Premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi, la primera mujer musulmana en recibir este galardón, señalaba el importante papel de las mujeres en la evolución política de su país. “Son activas porque aparte de los problemas que viven a nivel social, como la corrupción, la pobreza y la violación de los derechos humanos, también ven discriminados sus derechos. Saben que si hacen algo para cambiar la situación son las que más sufren en el sistema actual iraní”, decía Ebadi.
Entre las defensoras de los derechos humanos en Irán destaca también la abogada Nasrin Sotoudeh, que cuando fue arrestada en 2010 por poner en peligro la seguridad nacional, también se atrevió a quitarse el hijab. Sotoudeh, que se ha ofrecido a defender a las hijas de la calle Revolución, afirma en The Sunday Telegraph que este movimiento tiene dos características que harán que triunfe: “Es pacífico y atrae la atención del público internacional”.
Desde Amnistía Internacional señalan el valor de estas mujeres que se quitan el velo en público y se dejan arrestar sin ofrecer resistencia. La pena puede ser entre diez días y dos meses de prisión o 74 latigazos, y una multa de unos 15 euros. Pero pueden atribuirles más cargos e incluso se exponen a ser torturadas. Aministía apela a su liberación. Cada año decenas de miles de iraníes reciben castigos por llevar mal el velo.
En muchos de los casos recientes, como sucede con el millar de arrestados por las protestas de diciembre, incluso sus defensores tienen problemas para localizarlos y acceder a ellos. La abogada Sotoudeh tardó días en saber del destino de la primera heroína de la calle Revolución, Vida, que es madre de un niño de un año.
“La lucha va más allá del velo. Son los derechos que discriminan a la mujer. Y ahora, como en todos los momentos importantes, las mujeres iraníes están en la lucha”, afirma Rima Sheermohammadi. “Es cuestión de dignidad”, sostiene la activista Alinejad. “Estamos hartas de que decidan por nosotras”, dice la abogada Sotoudeh en su página de Facebook.
Es una revolución sin líderes, tan silenciosa como imparable. Mientras leemos estas líneas otra mujer iraní más estará venciendo el miedo para levantarse sin velo ante los ayatolás. Son mujeres coraje en defensa de la libertad.