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Resurrección (retorno) a lo cotidiano, tras una semana católica ilegítimamente institucionalizada

Los católicos (y los cristianos en general) celebran en todo el mundo la Pascua (paso), como centro fundamental de la fe cristiana, tal como lo reveló Pablo (Saulo) de Tarso a la comunidad griega de Corinto (el que fuera promotor de las grandes corporaciones multinacionales cristianas): “Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también vuestra fe” (I Corintios 15:14). En este hecho que relata el nuevo Testamento se resumen sus creencias, las de casi toda la cristiandad.

Magnifica visión emprendedora la de Saulo hace dos mil años. Excelente experto en mercadotecnia. Para sí, lo quisieran los partidos y coaliciones que se presenten a las elecciones durante 2015. Magníficos resultados utilizando el viejo truco del chaman: la fe en “la verdad revelada”.

Dos milenios y ahí siguen las diferentes facciones cristianas -aunque separadas orgánicamente- adaptadas a cada tiempo y lugar, pero fuertes y a las que están adscritos, dicen que casi un quinto de la humanidad. Y a las que algunos gobiernos rinden pleitesía.

Sus celebraciones más importantes son el nacimiento, la muerte y la resurrección del que llaman Jesús de Nazaret, que naciera (según los libros sagrados) de madre virgen, en teología cristiana gracias al misterio del Espíritu Santo.

En la España de la dictadura fascista y nacional-católica y en la semana previa a la Pascua se cerraban cines, lugares de ocio, en la radio se emitía música sacra. Los pueblos donde todo el mundo se conocía casi se “obligaba” asistir a los rituales y procesiones. Hoy, afortunadamente, eso no pasa, pero…

…Llevamos 36 años desde que se aprobara la Constitución en donde, aunque de forma algo ambigua, se establece la no confesionalidad del Estado. Y sin embargo hemos asistido (2015) a la semana católica de mayor apoyo mediático e institucional desde 1977. Ya sea por el efecto turístico, mercantil, la climatología, la supuesta salida de la crisis, ya sea por la cuestión religiosa del hecho o su parte pagana y multicultural.

Curiosamente, a medida que la ciudadanía acelera su secularización y que se normaliza y visibiliza la gran diversidad de convicciones y creencias personales, la presión -de una gran parte- de los medios de comunicación (públicos y privados) y de los poderes públicos (en general) a favor de resaltar y participar de la semana religiosa y de otros eventos católicos aumenta. Inaudito, pero cierto. Es una evidencia.

¿Por qué este fenómeno?: Cuestiones puramente económicas y mercantiles podrían ser una de las causas principales (El turismo, el consumo…). También, que las empresas que controlan la publicidad impongan sus tendencias programáticas e ideológicas o que detecten aumento de audiencia ofreciendo miles de horas en retrasmisiones de actos y procesiones (dato que desconozco). Y por otro lado, que las altas instancias del Estado (Jefatura, Gobierno, alcaldes y concejales, fuerzas de orden público y la milicia…, participan activamente y “son noticia”. Como lo son, personajes públicos, como actores, deportistas, los habituales de las revistas “del corazón” o de los reality show…etc.

Parece que todo el país está inmerso en esas celebraciones religiosas. Nada más lejos de la realidad. Los devotos (reales) son una gran minoría (por cierto, absolutamente respetable su devoción y creencias).

Pero lo que realmente prima es la fiesta pagana, el jolgorio, el mercado, el turismo e, incluso, la admiración por el arte, el olor a incienso y hasta lo que tiene de misterio o superstición… Pero la inmensa mayoría de vecinos y visitantes están fuera de ese circuito devoto religioso o supersticioso. Ya no digamos los millones de personas que se van de turismo a playas, a las ciudades, a la naturaleza, al extranjero… alejándose de la parafernalia durante unos días. Y, por supuesto, los millones de personas que -sin salir de sus ciudades- no participan -de ninguna manera- de esos eventos.

Es curioso también que todo este aumento considerable del ensalzamiento institucional de la semana católica no es solamente una herencia que proviene de siglos atrás o de la época de la dictadura franquista. NO. Muchas de estas comparecencias y actos confesionales son relativamente recientes y se han ido fomentando en plena democracia formal, con el apoyo y fuerte estímulo de gobiernos locales, regionales y estatales del PSOE y del PP a lo largo de los últimos 30 años. (También de otros partidos minoritarios). Ya no digamos del costo económico para miles de ayuntamientos, que ni siquiera reciben la recompensa del turismo.

Los agentes de los diversos cuerpos de policía, los militares, la guardia civil, los políticos en función de su cargo, el jefe del Estado, etc. pueden participar en las procesiones lo que les venga en gana, darse latigazos, coscorrones en el muro de las lamentaciones si les apetece (si fueran judíos), caminar de rodillas o con cadenas ante vírgenes y santos, pero de forma absolutamente privada. NO deberían hacerlo usando el uniforme y de forma oficial, ni los políticos participar en calidad de tales. Tampoco es legal que participen los símbolos del Estado: himnos, banderas, estandartes, etc.

Estas actitudes políticas ultra-confesionales vulneran gravemente el artículo 16.3 de la Constitución española. “Ninguna confesión tendrán carácter estatal”. Significan una mofa contra el Estado Democrático y de Derecho y contra millones de personas de diversidad de convicciones no católicas. Éstas y otras muchas de similar calado simbólico nos sitúan en un verdadero Estado confesional católico, todavía.

Pero ya han pasado estas celebraciones y ¡hasta el 2016!

Aunque ¡ojo!, este 2015 será un año de nuevas exaltaciones católicas. Al mensos como consecuencia de dos acontecimientos: La celebración del 500 aniversario del nacimiento de la monja y santa: Teresa de Ávila y la elevación a la santidad del ya beato y delegado de la Inquisición en California, por parte del “bueno” de Francisco, del mallorquín: Fray Junípero Serra.

Todo ello nos seguirá recordando que estamos en un país institucionalmente “católico, apostólico y romano”, al menos en el ámbito del poder político. Tiempo tendremos de reflexionar sobre el significado de ambos acontecimientos.

Y eso será lo cotidiano, después de padecer una semana católica ilegítimamente institucionalizada. Aunque en esta ocasión en paralelo a unos complejos e inciertos procesos electorales, que podrían cambiar este situación ¿O no?, es decir comenzar, por fin, a construir un Estado laico en consonancia con la secularización y diversidad de convicciones y creencias de la sociedad actual.

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