El prestigioso jurisconsulto egipcio Sheik Abu-Ishaq al-Huwayni, afirma que quien ofende al «Profeta», aun cuando posteriormente se arrepienta y pida perdón, debe morir
El reputado clérigo mahometano , en el transcurso de una entrevista concedida a la cadena Al-Hikma el pasado 7 de julio, dijo que quien escarnece a Mahoma, aunque después se arrepienta,debe ser ejecutado . Sin embargo, el Skeik Huwayni, también declaró que quien insulta a Alá se convierte en un infiel, aunque en este caso sí se admiten sus muestras de contrición, puesto que ninguna injuria puede dañar al Misericordioso.
Estas afirmaciones han sido realizadas en el contexto de una polémica desatada en algunos países musulmanes, originada por la aparición de unas caricaturas en la página de Twiter del millonario cristiano-egipcio Naguid Sawiris. En dicha página, se mostraba a Mike Mouse con barba y jilbab, lo que ha sido considerado como una afrenta al islam.
Aunque el clérigo muslim no realizó un llamamiento explícito al asesinato del millonario cristiano por injurias al islam, dejó claro que los creyentes están obligados a boicotear los negocios de los blasfemos.
Este notable seguidor de los embustes de Mahoma, recientemente confesó que: “Cuando quiero una esclava sexual simplemente voy al mercado, elijo la que me gusta y la compro”.
La putrefacta moral de Hawayni, es una consecuencia lógica de los actos y enseñanzas de un “profeta “ pedófilo, cruel y desequilibrado, como demuestran los propios textos religiosos del islam. Que Muhammad practicó activamente la pedofilia, queda acreditado en el hadiz 1.591 de Al-Bujari, donde se relata cómo violó a Aisha, su esposa predilecta:
“El Profeta, se casó conmigo cuando yo tenía seis años… y fui entregada a él a la edad de nueve…”
Sobre la personalidad despiadada del “Enviado” de Alá, que auguraba un “castigo doloroso para los infieles”, (Corán, 2:104) existen múltiples ejemplos, como el recogido por Al-Bujari en el hadiz 173, en el que se describe cómo ajustició a quienes asesinaron a su camellero favorito:
“Los trajeron cuando el sol estaba en lo alto; entonces ordenó que les cortaran las manos y pies , les vaciaran los ojos y los arrojaran a un pedregal. Allí, pedían agua y no se les daba”.
Mahoma, también advirtió a los incrédulos en los términos más terribles: “A quienes no crean en Nuestros signos los arrojaremos a un Fuego. Siempre que se les consuma la piel, se la repondremos, para que gusten del castigo. Alá, es poderoso y sabio. (Corán, 4:56)
Pero, el Mensajero, además de cruel e hipócrita, también poseía una mente trastornada que le producía risibles visiones:
“Un genio apareció súbitamente ante mí ayer para hacerme interrumpir el salat (oración) y Alá hizo que me apoderara de él, y quise atarlo a las columnas de la mezquita para que pidierais verlo todos vosotros, pero me acordé de las palabras de mi hermano Sulaimán (el profeta Salomón): Señor mío, perdóname y concédeme un demonio que no corresponda a nadie después de mí. Y lo eché ahuyentándolo”.
“¡Mujeres, he tenido un sueño y he visto que sois mayoría en el Infierno!…maldecís mucho y sois desagradecidas …¿acaso el testimonio de una mujer no vale la mitad que el de un hombre…pues eso forma parte de la carencia de vuestro intelecto..” (Al-Bujari, 210)
Este “líder espiritual”, prohibió a sus seguidores el coito con mujeres menstruantes, sin embargo:
“El Profeta, mantenía relaciones sexuales conmigo cuando yo tenía la menstruación” (Al-Bujari, 208, 207)
No existe fechoría que no cometiera el Mensajero de Alá mientras vivió, como la violación, el robo, la incitación al odio religioso, la hipocresía, la mentira masiva, la amenaza, la coacción, el asesinato y el exterminio de poblaciones enteras. Curiosamente, la base probatoria que demuestra la intensa actividad delictiva de ese personaje de mente enferma, cuyos desvaríos tanto sufrimiento han generado a lo largo de los siglos, se encuentra en los textos “sagrados” del islam, de la misma manera que las miserias sexuales del sabio jurisconsulto Hawayri, han quedado documentadas en vídeo.
Mahoma, murió como vivió, entre el delirio cómico y la furia:
“Cuando le llegó al mensajero de Alá la cercanía de la muerte, empezó a echarse una mantilla sobre el rostro y cuando se sofocaba con ella se la quitaba y decía: Que la maldición de Alá caiga sobre los judíos y los cristianos”. (Al-Bujari, 276)
Según San Eulogio de Córdoba, Mahoma, cuando murió no ascendió a los cielos, sino que se lo comieron los perros. Y esta opinión, que expuso en la mezquita de su ciudad natal, le costó la vida en el siglo noveno. Ahora, como en el año 859, los sarracenos siguen exigiendo la muerte de quienes ven en el “Profeta” el reflejo de lo más pútrido y sórdido de la condición humana.