El grupo yihadista opera en las regiones de Baluchistán y Sistán, en la tensa frontera entre Pakistán e Irán.
La tensión en Oriente Próximo se recrudece tras los ataques de este jueves entre Irán y Pakistán. El ejército pakistaní ha atacado varias ubicaciones de grupos insurgentes en territorio iraní, en un ataque que, según los medios estatales iraníes, se ha saldado con siete muertos.
La acción ha ocurrido en respuesta al bombardeo iraní del pasado martes de bases y asentamientos del grupo terrorista Jaish al Adl en suelo pakistaní. Pakistán ya advirtió entonces de «graves consecuencias» para Teherán tras la muerte de dos niños, según aseguran. ¿Quiénes son los miembros de Jaish al-Adl y por qué los ha atacado Irán?
Suníes, yihadistas y nacionalistas
Jaish al-Adl (‘Ejército de la Justicia’ en baluche, un dialecto pakistaní), es un grupo armado islamista, salafista (una rama del Islam suní de corte radical, ultraconservadora, extremista y totalitaria a la que pertenece, por ejemplo, Al-Qaeda) y yihadista. Operan principalmente en Irán, en las regiones históricas de Baluchistán y Sistán, que se encuentran al sureste del país y en este de Pakistán.
Como principal potencia chií del mundo islámico, Irán es el principal objetivo de Jaish al-Adl: el grupo, de naturaleza antiiraní, es una gran amenaza para la seguridad nacional del régimen de los Ayatolás: han protagonizado numerosas acciones contra civiles y fuerzas de seguridad en el país y su principal pretensión es la independencia de las regiones de Sistán y Baluchistán, en las que residen las tribus del pueblo baluchí.
El grupo, de corte nacionalista baluchí, exige mayores derechos y distribución de riqueza para los habitantes de estas regiones. Los baluchíes, la etnia que habita estas regiones, profesa el Islam suní, lo que los convierte en un colectivo discriminado por el régimen de Teherán. Según explica un estudio del GESI, muchos de ellos, al no ser persas ni chiíes, no tienen posibilidad de acceder a escuelas o a un puesto de trabajo si no se convierten.
Su origen está en la represión iraní hacia los baluchíes
Las motivaciones hunden sus raíces de Jaish al-Adl en la anexión forzosa de las regiones a Irán en 1928, desplazando a la población y sustituyendo sus rasgos identitarios por los persas. Así, una etnia suní quedó encuadrada en un país de confesión chií.
En ese contexto, la tensión fue en aumento, especialmente a principios de los 2000, cuando comenzaron a surgir numerosos grupos insurgentes violentos que atentaban contra la Guardia Revolucionaria iraní, y posteriormente contra población civil y símbolos del régimen. Finalmente, en 2012 y junto a otro grupo, Jaish al-Adl pasó a capitalizar el sentimiento nacionalista y las acciones terroristas contra el estado iraní.
Desde entonces el grupo, que se refugia en la basta frontera entre Irán y Pakistán, no ha parado de atentar contra sus objetivos dentro de las fronteras iraníes. Su líder actual, según señalan medios especializados, es Salahuddin Farooqui, del que no se conoce apenas información, salvo que fue militante del embrión de Jaish al-Adl, Jundallah.
Su presencia aumenta la tensión entre Irán y Pakistán
Desde su fundación en 2012, el grupo terrorista ha constituido una amenaza para Irán, que sucesivamente ha atacado asentamientos de la banda. Como parte de la región histórica de Baluchistán se encuentra en Pakistán, los terroristas de Jaish al-Adl también tienen como objetivo a las fuerzas pakistaníes, aunque su vocación es claramente antiiraní.
Esto aumenta la tensión entre ambos países, que a pesar de tener, a priori, este enemigo común, se acusan mutuamente de permitir la movilidad del grupo en sus respectivas fronteras en sus ataques contra el país vecino y de no permitir a la otra parte combatir con sus propias fuerzas a los insurgentes: de ahí los ataques de esta misma semana. Según explican desde AP, Islamabad acusa a Teherán de respaldar a los separatistas, mientras los iraníes atacan territorio pakistaní para debilitar los asentamientos de Jaish al-Adl. Irán y Pakistán no mantienen las mejores relaciones, y con estos ataques, el Gobierno paquistaní ha llamado a consultas a su embajador en Teherán, a la vez que ha solicitado la retirada del embajador persa en Islamabad.
En ese sentido, el Ministerio de Exteriores pakistaní quiso rebajar la tensión en un comunicado: «Irán es un país hermano y el pueblo de Pakistán siente un gran respeto y afecto por el pueblo iraní. Siempre hemos enfatizado el diálogo y la cooperación para enfrentar desafíos comunes, incluida la amenaza del terrorismo, y continuaremos esforzándonos por encontrar soluciones conjuntas».
Hay que recordar que Pakistán e Irán comparten más de 900 kilómetros de frontera; una zona, en gran medida, sin control en la que operan estos grupos armados, contrabandistas y traficantes de opio desde Afganistán, según explica Euronews. Una región marcada por la tensión entre Irán, el estado chíi por excelencia, y sus vecinos suníes, además de la tensión entre Pakistán y la vecina India: el potencial nuclear de varios de estos países lo convierten en un constante punto de ebullición de la geopolítica mundial. Más si cabe con el conflicto en Gaza a las puertas de Oriente Próximo.