Crecí en una familia fundamentalista, que no tiene nada que ver con ser católico o cristiano…
El Pullitzer Art Spiegelman se emocionó, el mítico Neil Gaiman la calificó como "tan sincera que resulta dolorosa" y Eddie Campbell sintió tentaciones de romperle los dedos para eliminar a su 'competidor'. El 'Blankets' de Craig Thompson revolucionó en 2003 el mundo del cómic: por primera vez se editaba en Estados Unidos un volumen autobiográfico de más de 600 páginas sobre una historia de amor adolescente con el telón de fondo de un campamento cristiano. Y sin serializar. Hubo un antes y un después de 'Blankets', que le valió a Thompson varios premios Eisner, Harvey e Ignatz, los más importantes de la historieta (aunque a él le hizo más ilusión que le nominaran a los Grammy en 2007 por la portada del disco 'Friend and Foe' de Menomena, un grupo indie de Portland -de hecho, son sus 'best friends'– con el que se fue de gira: mientras ellos tocaban, él pintaba). Thompson es uno de los invitados más perseguidos en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona.
"Crecí en una familia fundamentalista, que no tiene nada que ver con ser católico o cristiano… De hecho, mi madre era católica y mi padre luterano, pero ambos renunciaron a sus religiones para renacer como cristianos. Esto es una cosa muy americana que en Europa no se estila demasiado, hasta George Bush es un cristiano renacido. Mis padres se divorciaron de la familia y borraron todo su pasado antes de los 20 años, que fue cuando renacieron…", explica Craig Thompson, que se crió en un pueblo de 1.200 habitantes en Wisconsin.
"Vivíamos aislados, en medio de la nada. La gente de la ciudad nos llamaba El Culto. No leíamos más que la Biblia y los libros que nos dejaran coger de la biblioteca", recuerda el dibujante, a quien le prohibían ver dibujos animados y películas de la televisión. "Lo poco que nos permitían a mis hermanos y a mí eran los cómics y la revista 'Mad'", dice. Y, en cuanto a música, rock cristiano, muy en boga en los States.
Pero de esa infancia que habría traumatizado a muchos, Craig Thompson sacó una Obra de Arte, así, en mayúsculas. Porque 'Blankets' es un ingente 'tour de force' iniciático (aunque su opera prima fue 'Good-bye, Chuncky Rice', también de tintes autobiográficos). Crítica y público elogiaron una novela gráfica que renovaba la tradición del cómic independiente. "Creo que el éxito del libro se debe a que su visión no es para nada cínica, ni nihilista ni desencantada, que es lo que predominaba en la mayoría de novelas gráficas…", admite el dibujante.
¿Pero qué tiene 'Blankets', qué lo hace especial? Una poética universal, esa soledad e incomprensión que todo adolescente ha sentido, la inocencia de las primeras veces, una dosis de realidad en vena con un viso de melancolía. Eso sí, su publicación le valió a Thompson dos años sin hablarse con sus padres, que al principio se escandalizaron por la obra que ponía en escena las burlas y los abusos que los otros niños del colegio ejercían sobre los hermanos protagonistas.
Tras siete largos años de silencio (sólo interrumpidos por la publicaicón de su 'Cuaderno de viaje': un diario gráfico de su estancia en Europa y Marruecos), llegó 'Habibi', una obra aún más monumental que 'Blankets': casi 700 páginas. "Estaba harto de dibujarme a mí mismo y de los paisajes de invierno… Quería hacer algo que fuera más grande que yo", reconoce Thompson, cuya estética roza el preciosismo pictórico (increíbles sus arabescos y filigranas).
En 'Habibi' Thompson se muestra mucho más maduro, reflexivo, profundo; y bucea en la cultura, el arte, la religión y la arquitectura islámica para romper los tópicos que rodean a los musulmanes con otra historia de amor juvenil. ¿Y después de tantas religiones, Thompson profesa alguna? Se encoge de hombros y dice: "Soy espiritual. Y creo en el arte". Amén, Craig.
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