«Lo definieron su compromiso, su lucha y su libertad», recuerda la familia del fallecido, catedrático de Historia e impulsor de Asturias Laica
Sonaba el himno de Riego ante un salón de actos del tanatorio de Cabueñes a reventar. Varias filas de asistentes se quedaron de pie, al fondo de la sala o rodeando las bancadas, igual de abarrotadas. La música la interpretaba una inusualmente cabizbaja «Charanga del Ventolín», con su integrante más conocido, Miguel Ángel San Miguel, visiblemente emocionado. San Miguel conocía al fallecido activista José Luis Iglesias desde sus años como estudiantes, y en el acto de la palabra celebrado esta mañana para despedir al popular catedrático de Historia y fundador de Asturias Laica abandonó unos minutos a su banda para coger el micrófono y homenajear a su compañero. «Pensábamos que íbamos a cambiar el mundo, quizás fuimos ingenuos, pero siempre seguimos adelante. Ahora podrán decir de nosotros que tenemos nuestras miserias, pero jamás que somos unos miserables. Fue un privilegio haberte conocido», le contó a su amigo.
Iglesias falleció en la madrugada de este lunes a los 76 años. Su esquela, ilustrada a color con una bandera republicana, rezaba «En la lucha hasta el final», una expresión que en el caso del profesor se cumplía a rajatabla. Salió a manifestarse por última vez el pasado sábado, en la protesta por la guerra en Palestina que se convocó en Gijón, y apenas unas horas antes de morir, tal y como recordó ayer su hija, Xana Iglesias, envió un mensaje a un amigo suyo explicando que, a su juicio, no tenía motivos para quejarse (aunque ya no se encontraba bien) viendo lo que estaba sucediendo en la franja de Gaza. «Le definieron tres palabras: compromiso, lucha y libertad. Desde que tengo uso de razón, siempre explicó que sin lo primero y lo segundo no se consigue lo tercero. Siempre defendió a la clase obrera», recordó ella, que aseguró: «Era un hombre de principios inquebrantables». San Miguel rememoró los años de manifestaciones estudiantiles y cómo, ya ambos como docentes, trataron de defender la enseñanza pública de la mano de Suatea. «Llegaste incluso a ser inspector, creyendo que las cosas podrían solucionarse desde los despachos, pero comprobaste que la sombra del poder era muy alargada», aseguró su compañero.
Intervino, también, Miguel Bernardo, uno de los coimpulsores de Asturias Laica y actual secretario del Ateneo Republicano. Recordó que el fallecido había sido el gran promotor para promocionar el día 25 de mayo como verdadero día de Asturias, que siempre acudía al Sucu cada 14 de abril, que estaba en todos los actos de homenaje a niños de la guerra, que su tono de llamada del móvil era el himno del Riego y que sus reivindicaciones no se reñían con lo lúdico, porque una de sus fiestas favoritas era la que se organiza anualmente para celebrar la vida del oso que mató al rey Favila, denominado jocosamente por el Ateneo como el primer republicano astur. Luis Fernández, actual responsable de Asturias Laica, añadió que la agrupación fue una idea original de Iglesias, a quien se dirigió directamente: «Sin ti, esto no existiría. Queremos dar las gracias por enseñarnos a andar».
Finalizadas las intervenciones, con largas ovaciones entre los asistentes, los del «Ventolín» volvieron a coger los instrumentos. Sonó la Internacional, con varios puños en alto entre las bancadas, y sonó el «Canto a la libertad» de Labordeta. Iglesias deja a su hija, a su esposa, Delia González, y a su hermana, Isabel de la Iglesia.