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Provolo: la Curia italiana fraguó documentos para encubrir al cura pedófilo Corradi

Organizaciones de víctimas de abuso sexual mostraron en Verona cómo, desde 2009, se quiso borrar de las listas de acusados al cura trasladado a Argentina que violó a niños sordos durante décadas.

Esta semana en la ciudad italiana de Verona se hicieron públicos documentos que demuestran las maniobras de la dirigencia eclesiástica italiana (de estrechísima relación con el Vaticano) para intentar encubrir a sacerdotes acusados por decenas de víctimas de abusos sexuales en el instituto para personas sordas Antonio Provolo.

El hecho, además de su carácter de por sí escandaloso, tiene alcances internacionales. Particularmente en Argentina esos documentos presentados en Verona tienen una significación especial, ya que uno de los curas encubiertos es nada menos que Nicola Corradi, el octogenario detenido desde noviembre de 2016 en la cárcel de Luján de Cuyo (Mendoza) que había sido trasladado desde Italia a fines de los años 70 tras ser acusado de delitos sexuales.

Comisión (no) investigadora

La historia se remonta a casi una década atrás. Más precisamente al año 2009, cuando la denuncia de 67 exestudiantes del Instutito para Sordos Antonio Provolo había salido a la luz a través de una publicación del diario L’Espresso. Allí se mencionaba a 26 sacerdotes pedófilos, entre ellos Corradi y Monseñor Giusepper Carraro. Aquel artículo desató un duro cruce entre el Obispo de Verona, Giuseppe Zenti, y Giorgio Dalla Bernardina, presidente de la Asociación de Sordos del Instituto Antonio Provolo (ubicada en Verona). El escándalo derivó en una demanda de Dalla Bernardina a Zenti por difamación.

Poco después aparecería otro artículo de L’Espresso, titulado “El fraile pedófilo”, que reproducía declaraciones de un religioso que admitía haber abusado de niños. Parte de esos abusos, confesaba el cura, los había realizado en el Provolo veronés. El escándalo crecería por esos días cuando, a través del periódico L’Arena, la Curia de Verona admitiría que hubo abusos en el Provolo. Eso sí, la jerarquía católica no lo hacía basándose en las denuncias de las víctimas sino en resultados de una supuesta “rigurosa investigación” interna.

Un año después, en julio de 2010, el obispo Zenti buscó “hacer las paces” con Giorgio Dalla Bernardina, quien retiró la demanda por difamación a cambio de que la Curia aceptara la puesta en pie de una comisión que investigara y esclareciera los hechos de abuso sexual infantil reportados por los antiguos alumnos sordos del Instituto. Así fue que la comisión, presidida por el exjuez Mario Sannite, comenzó su labor en diciembre de 2010.

Entre otras pruebas, se escuchó los testimonios directos de los denunciantes. Uno de ellos, Gianni Bisoli, acusó directamente a Nicola Corradi y a monseñor Giuseppe Carraro de ser sus abusadores. Y señaló que esos abusos los sufrió hasta finales de junio de 1964, cuando finalizó su permanencia en el Provolo.

Sin embargo en aquel momento el testimonio de Bisoli fue considerado “no fiable”, ya que la comisión decía tener en su poder una copia “auténtica” de un documento del Instituto según el cual Bisoli en 1964 ya no estudiaba allí. Mientras el denunciante afirmaba haberse ido del Provolo el 27 de junio de 1964, esa copia “oficial” (fechada en abril de 2009) decía que Bisoli había estado allí sólo hasta el 20 de junio de 1963.

Como informó este diario en otro artículo, aquella comisión terminó de “investigar” en 2011, pero los denunciantes recibieron los resultados de la misma más de un año después, el 24 de noviembre de 2012. Sin embargo lo peor no fue la demora, sino la serie de irregularidades en el informe final de la comisión detactadas por la Asociación de Sordos presidida por Dalla Bernardina.

Entre otras irregularidades, se encontraban la sospechosa ausencia de los nombres de muchos sacerdotes acusados (entre ellos Corradi), las sanciones impuestas a un sacerdote que ya había fallecido y una curiosa reivindicación de monseñor Carraro.

Tarjeta roja

Entre aquel diciembre de 2012 y esta semana pasó mucha agua debajo de los puentes. Entre otras cosas, Jorge Mario Bergoglio trepó en marzo de 2013 al trono del Vaticano en reemplazo del renunciante Joseph Ratzinger. Imbuido de cierta “mística” tercermundista y con un discurso renovador aún en temas escabrozos como el de la pedofilia eclesiástica, Francisco generó expectativas múltiples.

Es así que el mismo Bisoli, sus compañeros denunciantes y la Red L’Abuso (integrante de la Red Mundial de Sobrevivientes de Abuso Sexual Exclesiástico) hicieron muchas gestiones para, al menos, contar con la atención y el recibimiento del Papa. Algo que nunca sucedió.

Pero con lo que no contaba la jerarquía eclesiástica, al menos en este caso, es que el mismo Bisoli guardaría durante años su tarjeta escolar, esa donde figuran los datos básicos de su paso por el Provolo de Verona. Para disgusto de la Curia veronesa (y de la vaticana también) en ese documento añejo figura, con sello del Provolo y todo, que el ahora adulto mayor Bisoli estuvo en el Instituto hasta el 27 de junio de 1964.

Frente a tamaña desmentida documentada, el 27 de diciembre de 2016 en el diario Il Fatto Quotidiano el presidente de la comisión Mario Sannite declaraba que, efectivamente, “es como el señor Bisoli dice, que este documento es falso”. Y detallaba que la ortografía de esa supuesta copia fiel era “diferente de la precedente. Parece que fue borrado y que se volvió a escribir encima ’20 de junio de 1963’”.

Con la prueba en la mano, en febrero último la Asociación de Sordos del Instituto Antonio Provolo y el mismo Gianni Bisoli presentaron una queja al fiscal de Verona para que verifique la falsedad de ese documento al que la comisión le había dado crédito y se determine por consiguiente quiénes fueron los autores de esa adulteración.

Curiosamente, mientras en Italia se empezaba a quitar el velo de la falsificación para salvar a curas como Corradi y Carraro por sus crímenes sexuales de décadas anteriores, del otro lado del Océano Atlántico el mismo viejo Nicola, de 82 años de edad, era detenido (junto a su par Horacio Corbacho y algunos ayudantes sin sotana) acusado de decenas abusos contra niñas y niños sordos en la sede mendocina del Provolo.

Por eso, en Italia las víctimas de pedofilia eclesiástica también pidieron que se determine las responsabilidades jurídicas de quienes debieron evitar que el sacerdote siguiera abusando de menores, cosa que no sólo no se hizo sino que se siguió encubriendo al sacerdote durante décadas.

En esta historia hay otro dato relevante. Legalmente, el Instituto Provolo de Mendoza tiene un domicilio formal en Verona, más precisamente en Stradone Provolo 20, donde está ubicado la sede madre de esa congregación. Es decir que todo lo ocurrido en Argentina con Corradi, Corbacho y otros curas pedófilos, inevitablemente se sabía en Italia.

Por eso Francesco Zanardi, referente de la Red L’Abuso, quiere que se determinen todas las responsabilidades de la diósesis de Verona, tanto en el traslado de curas acusados de pedofilia a Argentina como en su encubrimiento ante cada caso nuevo de ataques sexuales a niñas y niños sordos.

Con esa convicción, Zanardi cursó al Poder Judicial argentino (fiscalías de Mendoza y La Plata) copias de los documentos que acreditan las maniobras de la Curia veronesa a fin de que se sepa que en Italia también hay interés en lo que suceda con Corradi.

Preguntas

El lunes por la mañana se realizó una conferencia de prensa en la sede de la Asociación de Sordos Antonio Provolo ubicada en Verona. Allí estaban su presidente Giorgio Dalla Bernardina, su hijo y portavoz David, el abogado Marco Lodi Rizzini y desde la ciudad de Savona se hizo presente el referente de la Red L’Abuso Francesco Zanardi.

Los convocantes anunciaron que se buscará reabrir la causa judicial que fue cerrada hace tiempo y que trata sobre hechos de violencia y abuso sexuales sufridos por los 67 exestudiantes del Instituto entre los años 1950 y 1985. Esa causa había sido cerrada por considerarse “prescriptos” los delitos mencionado.

Con las nuevas pruebas y ante las evidentes maniobras de la jerarquía católica para intentar perpetuar la impunidad, Zanardi se preguntó ante los medios presentes “cómo es posible que don Corradi no haya sido retirado de su cargo a pesar de las acusaciones. Exigimos que se compruebe si hubo omisiones deliberadas, ya que su nombre había sido señalado por las víctimas pero no se hizo nada. Nuestro objetivo es reabrir el caso en Italia para devolver un poco de justicia a las víctimas”.

En la conferencia de prensa también habló Gianni Bisoli. “Fui sodomizado y obligado a tratar con al menos una docena de sacerdotes, entre ellos Don Nicola. Lo recuerdo bien: él primero era secreatrio, después se convirtió en un sacerdote”. La convicción de las víctimas y los documentos rescatados de sus cajones parecen empecinarse en no dejar tranquilos a quienes buscan salvarse desde los tronos santificados.

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