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Protestas en Túnez contra la ‘sharia’ en la Constitución

Lo intenta en árabe con una sonrisa. No lo logra. Chapurrea en francés hasta que, harto de intentarlo, vuelve al árabe a sabiendas de que su interlocutor no coge ni una palabra. “Quiere explicarte en qué cree aunque no le entiendas”, intercede Amani, joven funcionaria tunecina que también presencia esa suerte de política en la calle. El individuo locuaz, armado con una hoja de papel con un versículo del Corán, es uno de los cientos de islamistas que hoy han salido a la calle a la sombra de las grandes manifestaciones laicas que han bañado la celebración de la independencia en Túnez. “Los salafistas no somos ni terroristas ni extremistas”, logra decir en un francés cortado. Alrededor, los barbudos sonríen y asienten.

Alrededor de 20.000 personas y ningún altercado serio, según una fuente policial, han pisado la larga avenida Bourguiba para recordar que hace 56 años se deshicieron del control de Francia. Y como casi olvidado está ya el dominio de la metrópoli parisina, miles de tunecinos han aprovechado para clamar contra la inclusión de la rigorista sharia (ley islámica) como fuente primera de derecho en la nueva Constitución. “Ese es el verdadero debate que tiene Túnez una año después de la revolución”, señala Amani. “La aplicación de la sharía –continúa sin dejar de mirar hacia los barbudos que se arremolinan- y, sobre todo, qué hacer con la poligamia”.

Poligamia, alcohol, velo… Las calles de Túnez no se parecen a las que gobernaba hasta el pasado 14 de febrero Zine al Abidine Ben Ali. El pavimento es el mismo; los edificios también. Pero la hilera de grupos de todas las confesiones reunidos en corro en la avenida Bourguiba para debatir, hablar, dialogar, no tiene precedente antes de la revuelta. “¿Ves aquel edificio?”, pregunta el periodista tunecino Fatih B’chir con el dedo en dirección al Ministerio del Interior. “Pararte antes frente a él significaba ir de camino a la cárcel”.

Algo más de un año tras la caída de Ben Ali, pese a los alambres de espinos del suelo y las tanquetas en segundo plano, detenerse frente a la sede de Interior no abre las puertas a prisión. Allí es precisamente donde se desarrolla la charla sobre la sharia. Los gritos laicos que han dominado este martes la celebración de la independencia responden a la muestra de fuerza que la coalición de agrupaciones islamistas reunidas bajo el Frente Islámico hicieron el viernes ante la Asamblea constituyente para empujar a la sharia hacia la futura Carta Magna. Entre ellas no estaba el partido que domina la cámara tras las elecciones legislativas, los islamistas de Ennhada. Pero muchos temen que el partido de Rachid Ghanouchi esté dejando hacer a los salafistas, timoratos durante la revuelta, para barnizar de islamismo la norma fundamental.

“La nación no puede ser construida por un solo color”, ha manifestado el presidente, Moncef Marzouki. “Túnez pagará un gran precio en sangre y lágrimas si se enfrentan las fuerzas extremistas”. De momento el combate es verbal. Y eso no sucedía con Ben Ali. “Lo que hemos ganado desde el 14 de febrero”, apunta Amani, “ es el olor a libertad, poder hablar en libertad. Pero como en España, necesitamos un periodo de transición”.

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