El Estado Laico es el garante para la libertad de conciencia, de pensamiento y de creencia. Es la base para la construcción de la paz en la diversidad social. El respeto al Estado Laico es tarea de toda institución gubernamental, religiosas, educati
El día de hoy, personas de diferentes confesiones religiosas, espiritualidades y no creyentes nos hemos reunido en el Museo de la Memoria y Tolerancia para reflexionar sobre la necesidad de fortalecer en nuestro país la libertad religiosa y no discriminación. Tras un escucharnos mutuamente, dialogar desde diversas perspectivas éticas, filosóficas y religiosas constatamos que:
– Toda persona, por el sólo hecho de serlo, posee una dignidad inalienable que se manifiesta en una amplia diversidad de identidades, prácticas, formas de pensar, sentir, creer y no creer.
– Sobre esa dignidad surge libertades fundamentales, entre ellas la religiosa, así como el derecho a la no discriminación por ningún motivo.
– Todas y todos, y de manera particular las religiones, tienen el deber de salvaguardar estos derechos y trabajar activamente por crear una cultura de tolerancia, diálogo y participación por una sociedad donde quepan todas las diferencias.
– La defensa de esta dignidad y derechos debe estar en armonía con la dignidad y sacralidad de la naturaleza, la madre tierra a la que pertenecemos y no nos pertenece.
– El Estado Laico es el garante para la libertad de conciencia, de pensamiento y de creencia. Es la base para la construcción de la paz en la diversidad social. El respeto al Estado Laico es tarea de toda institución gubernamental, religiosas, educativa y social.
En un momento histórico de grandes convulsiones, de alteración profunda de la paz pública y crecimiento del miedo y la intolerancia en nuestro país nos denunciamos toda forma de discriminación y nos pronunciamos por:
– La defensa irrestricta de los derechos fundamentales de las personas, especialmente de las minorías violentadas por sus prácticas, formas de pensar, creencias o increencias.
– La consolidación de un Estado de derecho y por políticas públicas que favorezcan la convivencia pacífica entre los diversos y combatan la discriminación, en el marco de un Estado laico.
– La transformación de las estructuras, normas, ritos y prácticas religiosas que desde nuestras propias confesiones promueven la exclusión y la discriminación, para que se conviertan en ejemplo trabajo común por la equidad, los derechos humanos, la inclusión, la tolerancia y el diálogo.
Y para ver realizados estos anhelos en el corto plazo nos comprometemos con esos desafíos, así como a:
– Promover la paz, el diálogo, el encuentro entre los diversos a partir de diversas formas que van desde la formación hasta la práctica común de la justicia.
– Entender y promover la diferencia, más que como un obstáculo, como una riqueza y oportunidad de ser mejores en lo personal y social; y como un camino de construcción y consolidación de la democracia y una sociedad justa y pacífica.
– Combatir las raíces ideológicas, religiosas y políticas de la violencia y no-discriminación, evidenciando y denunciando todo poder que con pretensiones hegemónicas niegue, vulnere o destruya la dignidad de las personas, sus comunidades y de la creación.
Deseamos que nuestras diferencias no nos dividan, antes bien nos hermanen, y que muchas más personas e instituciones se sumen a esta importante tarea.
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