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Prohibida la poligamia (pero está aquí)

Francia debate si puede castigar a un hombre con cuatro mujeres a las que declara amantes – Europa proscribe el matrimonio múltiple en su suelo, pero no puede combatir una realidad informal

La poligamia está prohibida en toda Europa y en algunos países se castiga incluso con penas de cárcel, pero las garantistas leyes europeas apenas pueden impedir situaciones reales que se cuelan por los resquicios de la legalidad. A pesar del veto, la unión de un hombre con varias mujeres existe en Europa. De igual manera que la poligamia está permitida en medio centenar de países de todo el mundo. La prohibición europea de una realidad social no puede, además, combatir situaciones informales. Las uniones, de facto, se dan. En España, incluso, se han llegado a reconocer pensiones de viudedad a las esposas de polígamos. ¿Qué hacer? ¿Cómo regular estas situaciones?

El debate, esta vez, ha saltado en Francia . Con la polémica sobre la prohibición del burka todavía al rojo vivo de telón de fondo, ese país se pregunta ahora sobre la actitud a tomar frente a la poligamia. El Gobierno examina la posibilidad de retirarle la nacionalidad a un francés de origen argelino, sospechoso de practicar la poligamia y de defraudar al Estado con las ayudas sociales. La acrobacia se antoja jurídicamente complicada, pese a que la práctica se castiga con hasta un año de cárcel, pero el ministro de Inmigración, Eric Besson, se ha declarado favorable a una "adaptación legislativa" en ese sentido. Tras días de polémica, el portavoz gubernamental, Luc Chatel, zanjaba ayer que "la poligamia disimulada" no es bienvenida en Francia, haciéndose eco de la declaración del presidente Nicolas Sarkozy sobre el burka.

El caso empezó ni más ni menos que con una multa de 22 euros por conducir con velo integral. El pasado viernes, una joven francesa de 31 años convocó a la prensa en la ciudad norteña de Nantes luciendo un niqab -una prenda que sólo deja al aire los ojos y que, según el ministerio del Interior, llevan poco menos de 2.000 mujeres en todo el territorio-. La mujer anunció entonces que había sido multada a principios de mes por llevar el velo integral al volante y que recurrirá la sanción, que considera discriminatoria. Su testimonio copó de inmediato los titulares de los medios de comunicación, a pocas semanas de que el Gobierno conservador de Nicolas Sarkozy presente un proyecto de ley para prohibir el uso del velo integral en los espacios públicos.

Pero el mismo viernes la noticia da un giro radical, y pasa del burka a la poligamia, al centrarse en el hombre que acompañaba a la mujer ante los micrófonos de la prensa. Se trata de Liès Hebbadj, su marido, de origen argelino, nacionalizado francés al contraer matrimonio con ella en 1999. La policía francesa considera a Hebbadj sospechoso de pertenecer al "movimiento radical" del Islam Tabligh y de vivir en "situación de poligamia con cuatro mujeres con las que habría tenido doce hijos". Cada una de estas compañeras habría recibido una ayuda del Estado por su supuesta condición de madres solteras, por lo que estaría cometiendo fraude con las ayudas sociales.

Así, una vez el caso de la mujer multada al volante salió a la luz, y por contagio el nombre de su esposo. El ministro del Interior, Brice Hortefeux, alertado por la prefectura de policía, remite una misiva a su compañero del ministerio de Inmigración, Eric Besson, en el que le pide que examine las posibilidades de retirarle la nacionalidad a Hebbadj. Hortefeux le solicita que "haga examinar las condiciones en las cuales, si estos hechos se confirman, el interesado podría ser despojado de su nacionalidad francesa".

Francia considera la poligamia un delito castigado por el código penal con penas de hasta un año de cárcel y 45.000 euros de multa. La ley francesa define este tipo de unión como la práctica de contraer por lo civil más de un matrimonio a la vez, pero no incluye ni el concubinato ni las uniones realizadas por ritos religiosos. No existen cifras oficiales, pero según la prensa francesa, se calcula que entre 10.000 y 20.000 familias practican la poligamia en Francia, principalmente inmigrantes africanos. Y es que, en al menos medio centenar de países del mundo -fundamentalmente africanos y de religión musulmana- esta práctica está permitida legalmente y socialmente aceptada.

En España, la poligamia también está prohibida. La impide el código penal, y está castigada con penas de hasta un año de cárcel. Tampoco pueden existir legalmente uniones de hecho de más de dos miembros. Aparentemente no existe ningún resquicio para este régimen familiar en el que el varón tiene más de una esposa. Al menos jurídico. El registro civil tampoco permite la inscripción de más de una esposa, aunque el matrimonio se haya celebrado en un país donde estas uniones sí lo sean. Pero, al igual que en otros países, como Francia, se dan casos. Aunque pocos. "Poligamia hay poca en España. Conozco poquísimos casos", asegura Mansur Escudero, presidente de la Junta Islámica de España. Ninguno que haya intentado legalizar o inscribir su unión, dice.

"Legalmente, la poligamia es inviable en España", afirma la doctora en Derecho y jueza Purificación Pujol Capilla. "Oficialmente es imposible. A escondidas es otra cosa", sostiene. Ese a escondidas puede contener muchas fórmulas. Y no tienen por qué suponer ocultación de la situación. Casos como el de un hombre casado con tres mujeres legalmente en Senegal, que vive con una de ellas en España. O la de otro que, como cuenta Escudero, optó por casarse con la primera de sus esposas en nuestro país y con la segunda en Marruecos, por el rito musulmán. "También existen personas que deciden casarse aquí por el rito musulmán y luego no inscribir la unión en el registro civil", dice el presidente de la Junta Islámica de España. Esta organización ha solicitado varias veces la regulación de la poligamia "para garantizar los derechos de la esposa", asevera Escudero.

Pujol Capilla ve complicada esta regulación. "Es muy difícil que España se adapte o que acepte que la poligamia sea válida", dice. Esta experta, sin embargo, explica que las consecuencias de esta práctica para un español no son aplicables a un extranjero. "No se puede perseguir a un hombre que se ha casado con tres mujeres y las ha traído a España. Es más, las tres tendrían los mismos derechos, por ejemplo, en caso del fallecimiento del marido", asegura.

Ya hay casos. Aunque la poligamia es ilegal en España ha habido jueces que han concedido pensiones a viudas de polígamos. Como a las dos esposas del senegalés Mor Diop, que murió en 1995 en un accidente de tráfico. Un juez gallego dictaminó que sus dos esposas tenían el mismo derecho a recibir la ayuda de viudedad, y decidió repartir la pensión a partes iguales entre ellas. Así, España, como otros países de Europa, intenta adaptarse a una realidad. Y, como con el de Mor Diopp y otros, lo hace caso a caso.

En Francia, a pesar de la prohibición legal, según declaró el fiscal de Nantes, Xavier Rosin, la poligamia, incluso probada, no es un elemento suficiente para retirarle la nacionalidad a una persona. Tampoco el fraude con las ayudas sociales, como supuestamente ha ocurrido en el caso de Hebbadj. El propio ministro de Inmigración reconoció hace unos días en una entrevista en la radio RTL haber empezado a consultar sobre el tema sin poder lograr ninguna conclusión clara. "Es muy complicado. Me he reunido con varios expertos, algunos me han dicho que sí, y otros que no", señaló, a la vez que reconoció que la poligamia sería, en cualquier caso, difícil de probar. Sin embargo, el ministro admitió a continuación que el texto podría adaptarse, por ejemplo, a través de su proyecto de ley sobre la inmigración.

Concretamente, el código civil francés prevé que solo un crimen o un delito como atentar contra los intereses fundamentales de la nación o casos extremos como actos de terrorismo puede "despojar" a una persona de su nacionalidad. Sin embargo, contempla la posibilidad de que alguien "pierda" su ciudadanía si se demuestra que dicha nacionalidad ha sido obtenida mediante una "mentira o un fraude", de acuerdo con el artículo 27 del código civil. En el caso de Hebbadj, se podría aplicar si se probase que en el momento de contraer matrimonio con su esposa francesa ya estuviera casado.

Al igual que el código civil prevé que se pueda negar la naturalización a quien no respete los valores republicanos, la ley contempla también que "el francés que se comporte de hecho como el nacional de un país extranjero" pueda "ser declarado, tras decreto conforme del Consejo de Estado, bajo pérdida de la calidad de francés". Un concepto lo suficiente amplio para prestar a confusión.

Sin embargo, Hebbadj, el iniciador de la polémica, propietario de una carnicería halal -que vende carne sacrificada conforme al rito musulmán- en el sur de Nantes niega el cargo de poligamia tal y como la define el código penal. "Que yo sepa, las amantes no están prohibidas en Francia, ni en el islam. En el cristianismo puede, pero en Francia no", señaló el hombre ante la prensa. "Si tener amantes es motivo para ser despojado de la nacionalidad, entonces muchos franceses se quedarán sin nacionalidad", añadió con ironía, aunque no dejó claro si vivía con las cuatro mujeres en cuestión. En cualquier caso, la fiscalía de Nantes ha abierto una investigación preliminar sobre los hechos de poligamia y de presunto fraude con las ayudas sociales.

Más allá de la causa judicial, el caso, que no ha cesado de copar portadas, ha provocado vivas reacciones en el escenario político. El partido socialista ha acusado al Gobierno de distraer a los ciudadanos en un momento en el que el Ejecutivo se dispone a emprender la complicada e impopular reforma del sistema de jubilaciones, y de utilizar un caso concreto para justificar otro asunto, el de la prohibición del burka. El eurodiputado verde Daniel Cohn Bendit va un poco más lejos. "Creo que estamos en una fase en Francia en la que tenemos a un Gobierno peligroso, porque atizar los odios nunca ha resuelto ningún problema", dijo.

En la misma línea, las asociaciones musulmanas insisten en su preocupación por el peligro de estigmatización del conjunto de sus creyentes, al igual que ocurrió con el debate sobre la identidad nacional y sobre la prohibición del uso del velo integral . El presidente de Consejo Francés del Culto Musulmán, Mohamed Moussaoui, ha criticado que un "elemento marginal" haya tenido tanto eco mediático. Las mezquitas de Nantes, donde vive Hebbadj, han censurado también la mediatización del caso y se han indignado de la "estigmatización sistemática" y de la "islamización del evento".

El ministro Besson se ha defendido asegurando que "lo que ha desencadenado el caso no es la demanda [del ministro del Interior, Brice Hortefeux] sino el hecho de que la señora haya escogido, con su marido, su pareja, dar una conferencia de prensa".

La iniciativa emprendida por Hortefeux, sin embargo, también ha recibido el incómodo apoyo del todavía líder del partido de extrema derecha Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, quien ha denunciado a las "decenas de miles de personas" que se aprovechan de las ayudas del Estado.

"He decidido no ceder a lo políticamente correcto que, como siempre en nuestra historia, prefiere no decir nada, no hacer nada, no pensar nada para no hacer nada", manifestó ayer Hortefeux. "Iremos hasta el final", concluyó.

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