El presidente de Indonesia, Joko Widodo. /
Ante la desgracia que golpea a su país, el presidente indonesio Joko Widodo pidió “orar por las víctimas del terremoto y el tsunami” de hace dos días en la provincia de Sulawesi Central, mientras los rescatistas trabajan contra reloj en busca de sobrevivientes y surgen historias de héroes anónimos.
El mandatario visitó el domingo pasado la ciudad de Palu, capital de Sulawesi Central, para evaluar la situación de los damnificados del terremoto de 7.5 grados de magnitud; además de los destrozos que ocasionó el tsunami posterior que azotó la zona el viernes pasado, con olas de hasta seis metros de altura, que se llevaron todo a su paso.
Según estimaciones de la Agencia Nacional de Mitigación de Desastres (BNPB), un total de 2.4 millones de personas han sido afectadas por el terremoto en 13 subdistritos en Donggala y ocho subdistritos en Palu, las ciudades más afectadas.
Oraciones masivas
Acompañado por el gobernador de Java Central, Ganjar Pranowo y el Jefe de la Policía, Condro Kirono, Widodo (Jokowi, como lo llaman los indonesios), dirigió las operaciones de ayuda humanitaria en Palu y asistió a una oración masiva, organizada por las víctimas del desastre natural, informó la agencia local Antara.
Durante el servicio de oración, en el que participaron varios miles de personas, Jokowi pidió a los indonesios orar por las 832 personas que perdieron la vida, por los millones de afectados, por los que siguen desaparecidos y por los rescatistas que buscan posibles sobrevivientes.
Al menos mil miembros del personal de rescate se han desplegado para buscar a los desaparecidos en Donggala y Palu, donde cientos de personas que se preparaban para un festival en la playa, fueron sorprendidas por las grandes olas que barrieron con autos y casas completas.
Los equipos de rescate cavaron por varias horas para liberar a 24 personas que quedaron atrapadas entre los escombros del hotel Roa-Roa de Palu, aunque existe el temor de que docenas más permanezcan atrapadas, por lo que cada minuto es vital.
Comienza a llegar la ayuda internacional
El Ministerio de Salud informó que envió a cientos de profesionales médicos y medicamentos para ayudar a los sobrevivientes y los cientos de lesionados en Palu, quienes están siendo trasladados a hospitales estatales en Manado, en Sulawesi del Norte, Makassar en Sulawesi del Sur, y Semarang en Java Central.
Antara destacó que muchas regiones de Palu tenían una gran necesidad de cirujanos generales y ortopédicos, neurocirujanos, anestesiólogos y enfermeras, además de voluntarios que ayuden a retirar los cuerpos de las víctimas, que han estado tendidos en las calles de la ciudad.
En tanto, la ayuda de las autoridades federales y regionales, organizaciones internacionales y personas voluntarias comenzó a llegar este domingo a los campamentos en Palu y Donggala, donde miles de familias han están refugiadas desde el viernes pasado.
Según informes oficiales, los voluntarios de organizaciones no gubernamentales (ONG) e individuos acuden brindar alimentos, bebidas, ropa, tiendas de campaña, y otros materiales de higiene personal como pañales, cepillos dentales, jabón, etc.
Del mismo modo, los gobiernos de varios países, como Corea del Sur, Turquía, Japón, Australia, Reino Unido, Francia y Dinamarca han expresado su apoyo a Indonesia para hacer frente a la emergencia, mientras que muchos otros han enviado mensajes de condolencias.
Para acelerar el apoyo a los afectados, el gobierno ha preparado 560 mil millones de rupias (unos 37.6 millones de dólares) en fondos de ayuda, que comenzaron a ser desembolsados este domingo por la BNPN.
Los héroes anónimos humanitarios
En medio de la desolada situación y las réplicas que siguen azotando Palu y sus alrededores, esta tarde comenzaron a surgir decenas de historias de héroes que arriesgaron su vida para salvar la de muchas otras personas, como la de un controlador de tráfico aéreo que murió ayudando a que un avión despegara de manera segura en medio del temblor.
Pese a que sus colegas huyeron para salvar su vida, Anthonius Gunawan Agung, de 21 años, se negó a dejar su puesto en la torre de control del Aeropuerto Mutura Sis Al Jufri Airport Palu y se mantuvo firme hasta lograr el despegue del vuelo 6321 de Batik Air.
El avión, con cientos de personas a bordo, se alistaba para despegar cuando comenzó el terremoto, por lo que Agung decidió continuar con su labor, pese a que la torre de control de tráfico se estaba derrumbando. Después del despegue el joven saltó para intentar salvarse, pero murió más tarde en el hospital.
Indonesia se encuentra dentro del llamado «Anillo de Fuego» del Océano Pacífico, una zona donde las placas tectónicas chocan y causan actividad sísmica y volcánica frecuente.