La Dirección General de Asuntos Religiosos estrena página web. El titular da la bienvenida en un video donde resalta la labor de tramitología que lleva a cabo esa área de la Secretaría de Gobernación (SEGOB). Pero también advierte que ahora se dedicarán a vincular a las distintas Iglesias y Movimientos Religiosos (se supone que con áreas de Gobierno e Instituciones) para que colaboren en la construcción de la paz en México. Esta nueva administración considera que los distintos credos tienen la posibilidad no sólo de ser aliados en épocas electorales, sino que ahora pueden movilizar sus redes y recursos en todos los Estados del país para que coadyuven conteniendo la ola de violencia que no ha podido mitigar el gabinete de seguridad en este primer año de actividades.
Si en las administraciones anteriores las Iglesias sólo fueron tomadas en cuenta cuando se identificaban con el alto clero, sobre todo para pedir favores administrativos, económicos y extra judiciales, hoy el Gobierno de la 4T considera que no sólo los católicos -que son mayoría en México y por tanto con poder meta espiritual- sino además los que le siguen en membresía que son las confesiones protestantes y que trabajan con sus propios recursos apoyando a grupos en situación de vulnerabilidad.
Dentro de la estructura de la página de internet, en uno de sus apartados, se confirma que están obligados a “desarrollar los programas y acciones (sin indicar cuáles) correspondientes a la política del Ejecutivo Federal en materia religiosa”, según lo ordena el inciso III del Artículo 86 del Reglamento Interior de la SEGOB, que se modificó a modo y fue publicado el pasado 31 de mayo. Con ello, los Ministros de Culto podrían invadir terrenos que sólo competen al Estado, dejando en segundo término la laicidad, como lo entiende un reducido grupo de Iglesias Pentecostales quienes alentados por las promesas presidenciales quiere tener acceso a cargos de elección y administrar frecuencias de radio y televisión para difundir su cerdo espiritual.
Otra de las novedades en este portal es la facilidad vinculativa que brinda a los Ministros de Culto para que hagan sus declaraciones ante el Sistema de Administración Tributaria (SAT). Margarita Ríos Farjat, titular de este organismo, pronto se dará cuenta de que no todos los pastores, sacerdotes, rabinos y demás dirigentes en las Asociaciones Religiosas están dados de alta como tales y que los números no cuadran. Es decir, si una Iglesia tiene poco más de 600 templos a nivel nacional y sólo registrados a 320 pastores ante Gobernación, pero en su nómina aparecen 128 líderes asalariados, algo anda mal, sobre todo en materia de declaración de impuestos. Es el caso -y no aislado- de una de las más de 5 mil Asociaciones Religiosas de corte evangélico, la cual tendrá problemas para explicar ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, la Secretaría del Trabajo y el mismo SAT por qué sus trabajadores no cuentan con prestaciones de ley y tampoco declaran impuestos aquellos que reciben una retribución mensual por sus servicios.
El portal de Asuntos Religiosos ofrece además un vínculo externo que lleva al navegante a una plataforma llamada “Ciudadanos Alertadores Internos y Externos de la Corrupción” que depende de la Secretaría de la Función Pública en donde los Ministros de Culto, o cualquier otro ciudadano, pueden hacer denuncias sobre casos de corrupción, violación de derechos humanos y hostigamiento o acoso sexual en los que se encuentren involucrados servidores públicos. Si de algo saben los pastores y sacerdotes es precisamente de estos temas, el asunto es que no existe, al menos dentro de las Iglesias Evangélicas, la cultura de la denuncia, más bien una especie de complicidad, sobre todo en materia de delitos sexuales.
Por cierto, ya aparece en el directorio de funcionarios el nombre de Jorge Lee Galindo, como Director General Adjunto de Registro, Certificación y Normatividad en esa área. Con gran experiencia en el ramo, Jorge Lee fue apoderado legal de varias Iglesias Evangélicas representativas y defensor de grupos que sufrieron intolerancia religiosa.