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¿Por qué los yijadistas odian a Occidente?

La izquierda clásica ha defendido el Estado laico, la promoción de la ciencia, la liberación femenina, la liberación sexual, la creación artística, etc. El integrismo musulmán aborrece todo eso.

A raíz de los recientes episodios de violencia yijadista, ha vuelto a resurgir la vieja cuestión: ¿por qué los integristas musulmanes odian tanto a Occidente? Y, en una suerte de justificación parcial de la violencia yijadista, numerosas figuras intelectuales de la izquierda responden enfáticamente: porque Occidente se ha buscado su propio odio.

Durante la Primera Guerra Mundial, Francia e Inglaterra prometieron a los pueblos árabes su independencia si apoyaban su bando (por aquella época eran súbitos del imperio otomano), y en cuanto acabó la guerra, hicieron caso omiso a su promesa, y se repartieron el Medio Oriente entre sí, como trofeos coloniales.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la descolonización impuso fronteras artificiales y dividió al mundo árabe en fronteras arbitrarias. EE.UU., el nuevo poder imperial, ha apoyado sin reservas al Estado de Israel y sus abusos contra el pueblo palestino. También EE.UU. ha mantenido déspotas en los países árabes. Y, para colmo de males, en una tremenda codicia de petróleo, organizó una invasión brutal de Irak que ha incluido toda clase de abusos.

Estos datos son indiscutibles. Pero, me parece que los izquierdistas se equivocan gravemente. La principal fuente de odio contra Occidente no son los abusos de las potencias occidentales. Más bien, es el propio contenido de la religión islámica. O, en todo caso, los abusos occidentales no son suficientes para generar estas reacciones violentas. Es necesaria también una religión que sirva como detonante de este resentimiento.

Sam Harris muy elocuentemente ha señalado que los cristianos de Cisjordania sufren las mismas vejaciones a manos del ejército israelí, pero con todo, no hay mártires cristianos colocando bombas en Tel Aviv. Los iraquíes cristianos han sufrido la invasión tanto como el resto de sus compatriotas, pero no se ven cristianos árabes masacrando a los caricaturistas de Charlie Hebdo cuando éstos se burlaron de Jesucristo.

El integrismo musulmán no busca, en palabras del propio ayatolá Jomeini, “hacer bajar el precio del melón”. Su intención no es meramente hacer que EE.UU. deje de invadir países y que los barrios marginados de Marsella tengan mejores condiciones sociales. Busca algo mucho más profundo. Y eso es, sencillamente, hacer desaparecer los valores propios del materialismo capitalista, pero también, los valores propios de la Ilustración. El integrismo musulmán odia a Bush por invadir Irak, tanto como a Mickey Mouse por invitar al hedonismo, y tanto como a Darwin por negar que Dios creó al hombre de arcilla.

En esta discusión, es muy pertinente tener presente la figura de Sayyed Qutb. El renovado integrismo musulmán de finales del siglo XX debe mucho a este personaje. Él fue quien, a mediados del siglo XX, lanzó el movimiento que luego desembocaría en los Hermanos Musulmanes, y que luego nutriría ideológicamente a grupos como Al Qaeda y Ejército Islámico.

 Cierto es que Qutb, cuya obra es vastísima, nunca hizo un llamado a matar inocentes empleando tácticas terroristas. Pero, sí hizo un llamado a destruir Occidente. Mucho antes de que Samuel Huntington hiciera popular su tesis sobre el choque de las civilizaciones, fue el propio Qutb quien postuló que era inevitable una confrontación. ¿Por qué era necesario destruir a Occidente? Qutb no ofrece las respuestas típicas de los izquierdistas (de hecho, fue ejecutado por Nasser, ¡un dictador muy mimado por la izquierda!). Para Qutb, las invasiones, el apoyo a dictadores, y el ejercicio del poder imperial, es apenas un motivo secundario. El verdadero motivo de su cruzada es la decadencia moral de Occidente.

Qutb estuvo de visita en EE.UU., y quedó horrorizado de ver que los muchachos adolescentes bailaran con las muchachas (esto fue a mediados del siglo XX, ¡sin duda hoy quedaría más horrorizado con el reguetón!). A partir de esa experiencia tan traumática, quiso salvar al mundo musulmán de la depravación occidental. Su enemigo, pues, no era meramente EE.UU., Francia o Inglaterra, los típicos poderes imperiales. Era también Suiza, Luxemburgo y Andorra, paisitos que no ejercen ninguna depredación imperial, pero cuya cultura es lo suficientemente ofensiva como para ameritar su destrucción. ¿Por qué integristas musulmanes colocaron una bomba en una discoteca en Bali? ¿Acaso el gobierno indonesio ha extraído petróleo de otros países musulmanes a los cuales ha invadido? No: los terroristas colocaron una bomba en la discoteca, ¡precisamente porque odian las discotecas!

 El error fundamental de izquierdistas como Chomsky es no darse cuenta de que los propios valores que ellos defienden, son motivo de odio para el integrismo musulmán, y que la depredación imperial es apenas un motivo secundario. La izquierda clásica ha defendido el Estado laico, la promoción de la ciencia, la liberación femenina, la liberación sexual, la creación artística, etc. El integrismo musulmán aborrece todo eso. Mark Steyn muy cómicamente lo resumía así: el yijadista estará muy dispuesto a matar a Susan Sontang (una prominente izquierdista norteamericana) antes de que ésta tenga suficiente tiempo para decirle, “pero, espera, ¡yo estoy de tu lado!”.

Sayyid Qutb Heermanos Musulmanes
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