“Seres libres, Estado laico” es el lema de la XXI marcha de la ciudadanía LGBTI de Bogotá. El lema no puede ser más adecuado en momentos en los que no pocas iglesias fundamentalistas desean hacer retroceder el reconocimiento de derechos para las minorías sexuales en Colombia.
Es importante aclarar que un Estado laico es aquel en el que el Estado y las iglesias se encuentran separados. El Estado no entra a las iglesias a decirles que creer, y las iglesias no ponen las leyes. Este sistema de neutralidad estatal frente a toda confesión es el único modelo que permite la coexistencia pacífica en una sociedad plural ya que protege a las minorías religiosas, filosóficas y sexuales del poder inquisidor de aquellas denominaciones que desean imponer su credo a todos los demás, incluyendo a los que no son sus feligreses.
Sobre la aceptación de los ciudadanos LGBTI las confesiones de fe en Colombia son tan diversas que incluyen iglesias inclusivas, como una Iglesia Anglicana, que ha casado a parejas del mismo sexo, pero también a otras que satanizan, oprimen y ayudan a perpetuar estereotipos negativos con los que muchos ciudadanos tienen que lidiar día tras día.
Precisamente son miembros de estas iglesias no inclusivas, que arrojándose el título de los verdaderos intérpretes de algo tan subjetivo como es la religión, desean echar por tierra el constitucional derecho a la igualdad. Porque a decir verdad, no hay derechos LGBTI, sólo existe el derecho a la igualdad, y al materializar este derecho es lo que ha hecho posible el matrimonio civil de parejas del mismo sexo, la no discriminación en los lugares de estudio y trabajo, que las personas trans pueda cambiar el sexo de su cédula, que se pueda conformar familia, que se pueda tener manuales de convivencia que no sancionen al estudiante gay o lesbiana…
Tristemente, los políticos que anhelan una teocracia han asegurado que anteponen la Biblia a la Constitución al hablar de derechos. Tal como lo dijo abiertamente el representante Silvio Carrasquilla el pasado mayoen momentos en que hacía curso el referendo antiadopción de niños: «Nobusco la Constitución sino la Biblia para saber cómo votar». En la misma línea políticos evangélicos y católicos como Alejandro Ordoñez, Vivianne Morales, Marco Fidel Ramírez, Ángela Hernández, Oswaldo Ortiz, entre otros, desprecian el Estado Laico y enarbolan la bandera de la ideología de la inquisición.
El Estado Laico no busca prohibir las religiones, solo busca que las normas y prohibiciones religiosas sean propias de cada quien sin que se hagan obligatorias sobre los demás ciudadanos. Para ilustrarlo mencionaré un ejemplo de actualidad. En estos días se presenta en Israel un par de polémicas porque los judíos ultraortodoxos desean prohibir que haya servicios de buses en sábado, su día sagrado, y se niegan a que una mujer se pueda sentar junto a un varón en estos. Bajo la óptica del estado laico, los ciudadanos que deseen guardar el sábado pueden hacerlo, pero no pueden obligar a los demás a observarlo. Tampoco es posible que bajo el argumento de la libertad de cultos se segreguen a las mujeres en el transporte público. Eso mismo es lo que aquí queremos decirles a los religiosos que desean echar para atrás los derechos de los ciudadanos LGBTI. Ellos podrán considerar que ser gay, lesbiana, bisexual o transexual es pecado, pero no pueden meter sus versículos en las leyes. ¡No metan sus versículos en nuestros derechos!
La historia ya contiene un ejemplo de lo que ocurre en una teocracia evangélica. La ciudad de Ginebra estuvo bajo una teocracia entre 1541 y 1564 por el reformador Juan Calvino. En este experimento antilaico se convirtieron los pecados en delitos. El teatro, el baile, las canciones profanas, y el jugar a los naipes, se prohibieron. La prostitución, el adulterio, la blasfemia, la idolatría y la homosexualidad fueron castigados directamente con la muerte. De igual manera, el asistir al culto dominical pasó de ser una obligación moral para el creyente a ser una imposición legal para todos. La teocracia evangélica de Calvino llegó a reglamentar el modo de vestirse, cortarse el cabello y comer, todo por “la defensa de los valores”. Ah, y todo empezó con la consagración de la ciudad a Dios (Como se hizo recientemente en Yopal, Casanare y Aguadas, Caldas)
En el presente también hay ejemplos palpables de las consecuencias de la falta de laicidad: La Turquía de Erdogan, está echando por tierra la laicidad estatal y caído con fuerza sobre el eslabón más débil, los LGBTI, y el pasado 25 de Junio disolvió con brutalidad un intento de marcha LGBTI, además de suprimir la enseñanza del Big Bang y la evolución desde 2018. Más grave es la situación de Irán y Arabia Saudita, aunque separados por versiones opuestas del Islam, los une la pena de muerte a los gays en la horca. Los territorios bajo ISIS ven morir ahorcados y lanzados desde terrazas a gays, mientras que en la provincia de Aceh de Indonesia (bajo la sharia o ley islámica) los latigazos están a la orden del día.
Igual de grave es la situación de Rusia, donde Putin aliándose con la Iglesia Ortodoxa reprime con fuerza y cárcel cualquier deseo de libertad para los LGBTI, y en la sureña república de Chechenia, de mayoríamusulmana, se descubrió un centro de concentración para gays. Si la existencia de un campo de concentración en pleno siglo XXI y ejecuciones no son ejemplos de los efectos de la falta de laicidad, no sé qué podrá serlo.
Los alcances del Estado Laico sin duda van más allá del tema LGBTI. También incluye que las políticas públicas de ningún tipo, menos aún las de salud y educación, deben estar fundamentadas en ningún dogma religioso. Esto tiene especial calado en la planificación familiar, el control de las mujeres sobre sus propios cuerpos, de los pacientes extremos para optar por la eutanasia, el no destino de dineros públicos a favorecer cultos, la religión como asignatura obligatoria, entre otros.
Este domingo 2 de julio esperamos que más 70 mil ciudadanos, entre LGBTI, sus amigos y familiares podamos sin ningún temor ni vergüenza reclamar y pregonar “¡Personas libres, Estados laicos!”