El 54,9% de los encuestados por el CIS en marzo afirman ser católicos, siendo el 19,3% practicantes | Entre los más jóvenes las cifras de católicos son similares a la de quienes siguen otras religiones
Hay quienes sólo viven la religión con pasión y los que lo hacen sólo con la política o los líderes que la instrumentalizan. Hay quien se emociona con un paso y una imagen mientras los tambores y los instrumentos de viento rompen el silencio acompañado del olor a incienso. Y quienes rompen emocionalmente, con aplauso o proclama frente al candidato carismático que expone la visión del mundo desde desde el púlpito. A veces, estos dos aspectos aparentemente tan diferentes, confluyen dentro del individuo con el mismo fervor. La religión y la política siguen, no obstante, un patrón similar: la fe depositada en el portador de la palabra y el reniego de quien la rechaza.
La sociedad española no deja de lado ninguno de los dos frentes. Al menos de momento. Mayoritariamente se apunta a la profesión de una determinada creencia, y la participación en los grandes cónclaves electorales supera el 60%. Aunque cabe destacar, que las nuevas generaciones apuntan a un mayor abstencionismo y desinterés con la política, así como a un menor respaldo religioso.
El último barómetro del CIS, publicado este mes de marzo, arroja algunos datos que permiten conocer cómo es la situación de la religión católica en España, en concreto, a día de hoy, al inicio, en este Domingo de Ramos, de la Semana Santa. El primero es el número de fieles que hay en el país. Hablamos, de acuerdo al estudio, de un 19,3% de la población que se autodescribe como ‘católicos practicantes’ y un 35,36% como ‘católicos no practicantes’. Superan ambos rangos a la mitad de la población. Le siguen los no creyentes y ateos, los agnósticos y los que rinden culto a otra religión.
La edad de estos fieles se ve más vinculada a la mediana edad o a la tercera edad. Entre las nuevas generaciones, menores de 34 años dominan ya por igual las etiquetas ‘otra religión’ que el conjunto de católicos practicantes y los que no lo son. Los más católicos practicantes son los ciudadanos que superan los 75 años. Por igual, en torno al 13-16% entre esa franja y los mayores de 45 años. Los católicos no practicantes predominan entre los mayores de 35 años hasta los 64, entre los nacidos ya en democracia y la generación del babyboom.
El PP arrastra un respaldo de voto católico del 79,3%, seguido de Vox con el 68,2% y el PSOE con 48,4%. Sumar solo es apoyado por un 22%
Vinculado al voto, hay notables diferencias entre el voto conservador y progresista. Cuatro de cada diez votantes del PP son ‘católicos practicantes’ y tres ‘no practicantes’. El 79,3% de su voto proviene de ese nicho religioso. De los que votan a Vox, partido para el que el cristianismo tiene mucho peso, aunque algo menos que los simpatizantes populares. Esa franja de votante católico es del 68,2%. En ambos predomina, no obstante, ‘no practicantes’. En el PP un 44,8% y 42,3%.
En los relativos al PSOE, también. Un 36,4% se declaran en esos términos y un 12% como ‘practicante’. Sumar es la excepción de los cuatro grandes partidos. Sus votantes solo son católicos no practicantes en un 18,9% y practicantes en un 3,1%. En más de la mitad de su electorado predominan los ateos o los ‘no creyentes’. Hay más agnósticos, en todo caso. Un 24%. Solo uno de cada diez socialistas es agnóstico, y casi dos o ateo o no cree en nada.
Se refleja esta tendencia, además, en el cruce entre afinidad con el candidato electoral y religión. Los candidatos de la derecha tienen más tirón entre los católicos. En el caso contrario, los de izquierdas gustan más a los ateos, no creyentes o agnósticos. Alberto Núñez Feijóo atrae a 46,2% de los no practicantes y al 34,6% de los más fieles. Por encima de Santiago Abascal, entre ocho y seis puntos porcentuales menos en cada una de las categorías. Iguala Isabel Díaz Ayuso a Feijóo, aunque pierde por más de doce puntos entre los más católicos con el gallego. Un 11,5% y un 2,7% de los más católicos elegirían a Pedro Sánchez y Yolanda Díazcomo presidente. 30,1% y 23,8% en el caso de los católicos que no procesan a menudo la fe. Díaz se lleva la palma entre los ateos frente a Sánchez: 34,6% frente a 19,9%.
Los políticos, en sintonía con el CIS
Durante la Semana Santa, El Independiente publicará una serie de entrevistas con algunos de los jóvenes políticos que hoy ya ocupan posiciones de responsabilidad en distintas instituciones. En ella, realizada con el ánimo de acercar y dar a conocer a nuestros lectores a los que, presumiblemente, serán las cabezas visibles de la política española durante los próximos años, se puede constatar como, en lo que se refiere a la religión, las respuestas de los entrevistados (Noelia Núñez, del PP, Pepe Mercadal, del PSOE, y Beatriz Borrás, de Más Madrid) encajan con los cánones ideológicos que delimita el CIS: un adepto popular muy vinculado al catolicismo, un perfil socialista culturalmente cercano pero poco involucrado, y un perfil izquierdista completamente ajeno.
«No voy a misa tanto como me gustaría, pero sí, voy» nos dice Núñez, vicesecretaria de Movilización y Reto Digital del PP y diputada por Madrid en el Congreso desde las últimas elecciones. Ella se enmarca, por tanto, dentro del grupo de católicos practicantes y, como no podía ser de otra manera, celebra la Semana Santa de forma religiosa: «Me quedo en Fuenlabrada, mi ciudad, que tiene una Semana Santa maravillosa, especialmente el Viernes Santo».
De la misma forma, Mercadal, también diputado en el Congreso desde el pasado verano (en su caso, por Baleares), encaja dentro de la mayoría social que vota al PSOE. No cree en Dios y, por tanto, no celebra la Semana Santa, o al menos no lo hace como un creyente: «No soy religioso. Sí que toqué la trompa en una banda de música desde los 11 a los 21 años. Tocábamos las procesiones de Semana Santa. Me sé todas las celebraciones y me gustaba. A lo mejor voy a ver las procesiones, pero no soy religioso».
Por último, las respuestas de Borrás, diputada en la asamblea de Madrid desde las elecciones de mayo de 2023, que estrictamente no pertenece a Sumar pero sí a un sector político que comparte muchas afinidades ideológicas con el partido de Díaz, también se ajustan a los datos del CIS: «Le tengo muchísimo respeto a la religión, ya que además, en mi familia, hay gente religiosa. Pero yo no soy ni creyente ni practicante«.
Es decir, a pesar de que los jóvenes son menos religiosos que antes, los que lo son estadísticamente tendrán más posibilidades de votar, pertenecer o identificarse con el PP o Vox, mientras que los que no lo son se decantarán por el PSOE o Sumar.